Marisa Tomei, la actriz pura que dice su texto como si nadie lo hubiera pronunciado antes; Mickey Rourke, el actor impuro que dice el suyo como si nadie, incluido él mismo, fuera a volver a pronunciarlo jamás.
Mickey Rourke y Marisa Tomei logran que bajo la incesante lluvia de tópicos sobre su particular bulevar de los sueños rotos, sus personajes ofrezcan un inolvidable recital, cargado de matices, sobre la inquebrantable dignidad de los perdedores.
Esto es la nueva -y mejor- película de Darren Aronofsky: deconstruir la triste peripecia de Mickey Rourke, resplandeciente estella de los 80 y adalid de la autodestrucción después.
(...) Darren Aronofsky, que por una vez deja a un lado su perturbadora sensibilidad de rarito y, sin caer en convencionalismos, se pone por completo al servicio de tan convomedora historia.
Aronofsky ha contado con la complicidad de Mickey Rourke, cuya musculatura hipertrofiada, su rostro devastado por la cirugía plástica, su voz rota, hace que su propia experiencia vital se incorpore como una segunda piel al personaje.
El Cultural
por Alejandro G.Calvo
No podía existir mejor representación de la derrota que la de un actor que ha desnaturalizado su carrera entregando su cuerpo (y rostro) al exceso la barbarie.
La crítica completa está disponible en El Cultural
El Periódico
por Quim Casas
Huele a encargo, pero asumido: el guión, bastante estereotipado, va por un lado, y la puesta en escena de Aronofsky, a ratos un poco televisiva, por el otro.
La crítica completa está disponible en El Periódico
ROCKDELUX
por Hilario J. Rodríguez
Sabemos que Rourke interpreta a un personaje muy parecido a él, una víctima de su propia irresponsabilidad y de las mentiras del negocio del espectáculo.
Chicago Sun-Times
"Esto es Rourke haciendo una acción física asombrosa".
San Francisco Chronicle
"La película tiene la simplicidad y la confianza de una canción de Johnny Cash".
CAHIERS DU CINEMA
Marisa Tomei, la actriz pura que dice su texto como si nadie lo hubiera pronunciado antes; Mickey Rourke, el actor impuro que dice el suyo como si nadie, incluido él mismo, fuera a volver a pronunciarlo jamás.
El País
Mickey Rourke y Marisa Tomei logran que bajo la incesante lluvia de tópicos sobre su particular bulevar de los sueños rotos, sus personajes ofrezcan un inolvidable recital, cargado de matices, sobre la inquebrantable dignidad de los perdedores.
GO MAG
Esto es la nueva -y mejor- película de Darren Aronofsky: deconstruir la triste peripecia de Mickey Rourke, resplandeciente estella de los 80 y adalid de la autodestrucción después.
Metrópoli
(...) Darren Aronofsky, que por una vez deja a un lado su perturbadora sensibilidad de rarito y, sin caer en convencionalismos, se pone por completo al servicio de tan convomedora historia.
DIRIGIDO POR
Aronofsky ha contado con la complicidad de Mickey Rourke, cuya musculatura hipertrofiada, su rostro devastado por la cirugía plástica, su voz rota, hace que su propia experiencia vital se incorpore como una segunda piel al personaje.
El Cultural
No podía existir mejor representación de la derrota que la de un actor que ha desnaturalizado su carrera entregando su cuerpo (y rostro) al exceso la barbarie.
El Periódico
Huele a encargo, pero asumido: el guión, bastante estereotipado, va por un lado, y la puesta en escena de Aronofsky, a ratos un poco televisiva, por el otro.
ROCKDELUX
Sabemos que Rourke interpreta a un personaje muy parecido a él, una víctima de su propia irresponsabilidad y de las mentiras del negocio del espectáculo.