El combate de la vida
por Israel ParedesDespués de una película tan ambiciosa y excesiva como 'La fuente de la vida', Darren Aronosfsky dirigió un proyecto, en apariencia, más modesto, más pequeño, más intimo, El luchador. Pero, en realidad, desde cierto punto de vista, la ambición es la misma. Aronosfsky plantea sus películas desde un extremismo emocional y visual que, desde el comienzo, devienen en algo más. 'El luchador', que luego tuvo su reverso estilizado en El cisne negro, se adentra en la vida de un luchador interpretado por Mickey Rourke que tiene una suerte de segunda oportunidad para recomponer su vida en todos los sentidos. Aronosfsky juega a la perfección con la idea tan norteamericana de las segundas oportunidades para derruir dicha idea. Aunque, en verdad, al final, queda la sensación de que el luchador, en su proceso autodestructivo, logra alcanzar esa segunda oportunidad. Y Aronosfsky despliega una puesta en escena basada en una fotografía mortecina y en un trabajo visual menos excesivo que en otras ocasiones, pero igual de incisivo y extremo. No es cineasta de camino intermedios, en eso, no engaña a nadie. Siempre cae en cierto tremendísimo, pero es que sus personajes siempre se mueven en el filo, en la frontera. Y es ahí en donde nos sitúa como espectadores, obligándonos a situarnos frente a unas narraciones que imponen siempre una toma de postura, sea cual sea esta.
A favor: Los actores, sobre todo Rourke, y el trabajo de Aronosfsky tras la cámara.
En contra: Como siempre en Aronosfsky, el exceso puede producir cierto rechazo.