La película fue duramente criticada por los sectores más conservadores de la sociedad paisa de Colombia. El periodista Germán Santamaría, director de la revista Diners pidió "sabotear y ojalá prohibir" la exhibición de la cinta, calificándola de "siniestra y truculenta" contra la ciudad de Medellín y "contra todo lo colombiano". Los defensores del film argumentaron que realmente aquello que se mostraba en la película no era ficción, sino la dura y triste realidad de los barrios marginados de la ciudad.
El director del film, Barbet Schroeder, contó su experiencia: "El rodaje se llevó a cabo en menos de dos meses en Medellín. Sin embargo, la preparación llevó seis meses. Realmente dediqué bastante tiempo a elegir las localizaciones. Era necesario que la película fuese un retrato de la ciudad, Medellín era como un personaje más. También fue difícil la selección de los actores más jóvenes, pues debían ser niños de la calle que consiguiesen conquistar la cámara. Me ayudó un cineasta de Medellín, Víctor Gaviria, que hizo investigaciones por su parte, dando con muchos jóvenes talentos".
Se basa en la novela autobiográfica del colombiano Fernando Vallejo, que también ha participado en la adaptación del guion.