Salva como puedas
por Xavi Sánchez PonsTiremos de tópicos: hay un par de noticias sobre el reboot de Los vigilantes de la playa. Una buena y otra mala. Empecemos por la primera: es mejor que cualquier episodio de la serie. ¿Cuál es la mala? Pues que, a pesar de eso, sigue siendo una película justita. Ahora bien, la operación de convertirla casi en un spoof le ha sentado de maravilla. Y es que no había otra forma de acercarse al proyecto. El material original es hortera y poco lucido sí –poco había que rascar ahí-, pero al mismo tiempo divertido, ya que el paso del tiempo ha convertido la serie en una leyenda pop y en un goce cercano al trash involuntario. Ahí es donde se han arrimado los guionistas. La apuesta de Baywatch: Los vigilantes de la playa es tan claramente paródica y pasada de vueltas–el título del filme que aparece con letras gigantes y delfines en los primeros compases deja claro el tono-, que apenas bordea el peligroso terreno de la vergüenza ajena. Y ojo, eso es un pequeño triunfo a tener en cuenta.
En sus mejores momentos, la cinta de Seth Gordon no solo satiriza la serie original con referencias constantes casi de espíritu meta –el running gag de la cámara lenta que acompaña a las socorristas más bellas-, algo que hace también, lo del humor meta, con dos de sus actores protagonistas, Zac Efron y Dwayne Johnson, y resultados tronchantes, sino que también se mira en las comedias juveniles soeces de los ochenta que hacían bandera de la incorrección política y del humor escatológico. Títulos como Porky’s y Los rompecocos son referenciados aquí de forma festiva. Baywatch: Los vigilantes de la playa también se mira en títulos modernos del subgénero como American Pie o la más que reivindicable Juerga de solteros. Sus dos mejores gags, el de la erección de Jon Bass (gran descubrimiento cómico) y el de la morgue con Efron hurgando en el escroto de un muerto mientras Johnson le saca una foto con el móvil -memorable-, son dignos de los clásicos del caca-culo-pedo-pis que homenajea.
Los problemas de este reboot saltan a la vista: la trama criminal, algo por otro lado fiel a la serie original, su duración, y que los cameos de David Hasselhoff y Pamela Anderson son algo deslucidos. Pero ojo, la falta de pretensiones de la película es evidente –solo se trata de echar unas risas y lo consigue -, y eso hace que la cosa funcione como un entretenimiento de verano la mar de resultón para todos aquellos que amen las comedias con chispa y un punto grosero.
A favor: el gag de la morgue y la vis cómica de Jon Bass.
En contra: sus casi dos horas de duración son excesivas.