Polanski transgresor
por Rodolfo SánchezTras rodar en Francia, pero bajo producción americana, Frenético, Roman Polanski pasó cuatro años de inactividad antes de adaptar la novela Pascal Bruckner en Lunas de hiel. Apoyado en un tan excelente como ecléctico y llamativo reparto compuesto por Peter Coyote, Emmanuelle Seigner, Hugh Grant y Kristin Scott Thomas, el cineasta polaco se adentra de nuevo, alejado en sus anteriores películas, en una historia de juegos, irónica y sórdida a partes iguales, con una puesta en escena que intenta ser, o parecer, descuidada, sucia, como la propia historia que relata, la cual resulta tan absorbente como, en ocasiones, esencialmente ridícula pero sin llegar a suponer un sonrojo para espectador: esa ridiculez no es otra que la constatación en pantalla de que en ocasiones las pulsiones más animales o sexuales del ser humano pueden serlo hasta extremos brutales.
Polanski lo sabe y así lo muestra mediante un estilo seco y directo, sucio y guarro, contrastando esas imágenes con la pulcritud de unos personajes cuyas conductas y sus secretos, también su hipocresía, nos desvelan conductas y emociones ocultas mediante la mirada de un cineasta singular y atrevido. Una película inquietante y entretenida en la que el erotismo surge despojada de toda sensualidad y lleno de toda su enfermedad.
A favor: Los actores y la capacidad de Polanski para crear una atmósfera malsana.
En contra: Que la ironía del relato minimiza en algunos momentos la profundidad del mismo.