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    La camarera del Titanic
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    La camarera del Titanic

    Vivir para contarlo

    por Nestor Hidalgo

    Después del paréntesis de 'Bámbola' (1996), Bigas Luna volvió a colaborar con Cuca Canals para adaptar la novela 'La camarera del Titanic' publicada en 1991 por el escritor francés Didier Decoin, película por la que ganaron el Goya al Mejor guión adaptado. Sin renunciar a su habitual interés por explorar las dimensiones del relato erótico y su puesta en imágenes, Luna tomando como base un anecdótico viaje a Southampton con el que es agraciado un obrero del norte de Francia para asistir a la partida del Titanic y construye un fascinante retrato bicéfalo de las fantasías sexuales y el arte de la narración.

    Me explico. Durante la noche que pasa en Southampton sin su mujer, Horty (Olivier Martinez) entra en contacto con una camarera (Aitana Sánchez-Gijón) asignada al gran buque que, al no tener donde dormir, pasa con él la noche en su hotel. A partir de ese único, casto y frustrante encuentro, el protagonista irá inventando una fantasía romántica y sexual con distintas extensiones a cada nueva enunciación. Tanto será su poder de sugestión, que de la fábrica pasará a dedicarse al arte dramático en gira por Francia. Y es que 'La camarera del Titanic' puede ser la película más metalingüística de Bigas Luna desde 'Angustia'; todo un homenaje (no exento de lacónica perversión) al arte de fabular y contar historias.

    A favor: La audacia de la historia que emerge de una mera situación erótica softcore.

    En contra: La inexpresividad de Olivier Martinez.

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