Cuando llegó la hora de traspasar Pokémon, el juego de Game Boy que había supuesto un éxito sorpresa a mediados de los años 90, al anime, los creadores lo tuvieron claro: todas las criaturas deberían hablar para así hacer más fácil la comunicación con sus entrenadores. Sin embargo, en Game Freak, la desarrolladora de los juegos, la idea cayó como un jarro de agua fría: la odiaron sin cortapisas. Al final, se llegó a un punto medio: Meowth hablaría, e incluso se buscaría una justificación, pero no lo haría ningún otro pokémon (Mewtwo aparte, que se comunicaba mentalmente). Al menos hasta que, dos décadas después, llegó Detective Pikachu.
Totoro, te elijo a ti
Actualmente hay 1015 pokémon (a los que puedes sumar 59 de variantes regionales como Alola o Paldea), 66 de ellos legendarios. Hacerse con todos no es tan fácil como antaño, cuando solo había 150 y se rumoreaba que Mew se escondía cerca del barco S.S. Anne, pero eso no significa que en el anime dejen de intentarlo: después de que Ash se coronara como campeón de la Liga Pokémo, abandonó la serie tras 1234 episodios. En su temporada 26 el anime sigue gozando de fama con Liko como protagonista demostrando que por más que los millennial nos creamos el centro del mundo, las nuevas generaciones también están forjando su legado.
Y no solo Pokémon sigue en pie renovándose después de tantos años: también el Studio Ghibli ha vuelto por todo lo alto con El chico y la garza, la última obra maestra de Hayao Miyazaki. Y dado que parece improbable que el mítico director (o su hijo Goro Miyazaki) vaya a hacer la versión Ghibli de Pokémon que merecemos, le han tenido que pedir a la IA que haga la versión sin vida, fría y gris que nos merecemos.
El resultado es pintón, pero siempre nos quedará la curiosidad de cómo lo haría de verdad un maestro de la animación humano como Miyazaki. Al menos nos quedan las versiones alternativas de, por ejemplo, el juego de cartas de la franquicia... aunque la semana pasada supimos que una de ellas ha causado altercados en el Museo Van Gogh de Amsterdam, donde se regalaba con la entrada. Es que no podemos tener nada poke-bonito.