El primer episodio se presenta como un 'thriller' político en el que el Primer Ministro de Inglaterra afronta el mayor dilema de su vida cuando la Princesa Susannah, querido miembro de la familia real, es secuestrada. Sus captores solo la dejarán escapar sana y salva si el Primer Ministro aparece en televisión, en directo y en todos los canales, teniendo sexo con un cerdo.
La segunda entrega es una sátira sobre los programas de entretenimiento y la necesidad de distracción ambientada en futuro muy particular. En él, los ciudadanos están obligados a generar energía -Méritos- por medio de bicicletas estáticas localizadas en celdas. Además, están obligados a vestir un chándal gris y tienen dobles virtuales a los que sí pueden cambiar la ropa -a costa de Méritos-. El día a día es constantemente interrumpido por anuncios que cuestan una multa al que los ignora y la gente obesa es considerada inferior. Tienen los trabajos más duros y pueden ser víctimas de abusos verbales.
El tercer, y último, capítulo de 'Black Mirror' nos traslada a una realidad alternativa donde la mayor parte de la población tiene un implante detrás de la oreja que graba todo lo que hacen, ven y escuchan. Esto les permite volver a ser testigo de cualquiera de sus recuerdos, ya sea en frente de sus ojos o mediante una pantalla, un proceso denominado como 're-do' -re hacer-.