Desde su estreno exclusivo para Norteamérica en 2018 por la señal de Lifetime (luego Netflix la adquirió para estrenarla globalmente), You ha recibido generalmente buenos comentarios por tocar temas actuales, como el acoso en redes sociales, con mucha crudeza, pero sobre todo por la trama marcada por el desequilibrio psicológico que el maníaco Joe Goldberg (Penn Badgley) mostraba en la búsqueda de un amor idealizado y que lo conduce a 'hackear' información privada, robar, secuestrar e, incluso, matar. La historia era incómoda pero llena de suspenso ya que el espectador debía descubrir cual era el límite que el protagonista tenía, si es que había alguno. En ese sentido era incluso una necesidad que Joe pueda escapar de las situaciones más extremas para permitir acompañarlo en ese descubrimiento. El contexto de la primera temporada también es un factor que la serie supo aprovechar ya que el anonimato que otorga Nueva York y la predominancia que tuvieron las redes sociales dentro de los sucesos le brindaban un realismo inquietante.
La temporada 2 nos cambió completamente el panorama, llevando a Joe a Los Ángeles, una ciudad con un estilo de vida diametralmente opuesto al de NY. Fue interesante ver la adaptación del perturbador protagonista a una realidad distinta y encontrar un nuevo interés amoroso en Love Quinn (Victoria Pedretti), quien finalmente se convirtió en una especie de aliada de Joe por comprender sus traumas psicológicos e incluso también cometer algunos delitos con la excusa de proteger su futuro junto al ser amado. Pero ya para este punto, nos daban algunas pistas de que la serie exageraba o pecaba de una intensidad extrema que llevaba a mostrarnos sucesos un tanto inverosímiles.
Esta exageración se acentúa en la tercera temporada, en la que Joe y Love ahora son esposos y padres de un niño, viven en un suburbio californiano rodeados de gente rica y pasan a tener casi un peso compartido del protagonismo. Si bien ambos actores tienen performances muy destacables, e incluso el arco individual de Quinn puede llegar a ser más entretenido que el de Joe, vemos la fórmula repitiéndose una vez más.
En esta ocasión ya no resulta favorable para la historia porque conocemos perfectamente los patrones y límites en la conducta de ambos. Vemos a Joe encontrar un nuevo interés amoroso, al matrimonio perpetrar más muertes y secuestros y aún así, salir completamente librados y además, aplicar los mismos métodos. Pero en general ya sabemos como desembocará cualquier cliffhanger que la serie plantea y el guion nos da todo demasiado masticado ya que se abusa de los diálogos internos que Joe tiene en su mente, quitando espacio para la imprevisibilidad necesaria que contrastaría mejor con el comportamiento repetitivo y con patrones notorios de un sociópata. Además, los flashbacks no generan ninguna profundidad adicional, por lo que parecen haber sido puestos solo para alargar la duración de los capítulos.
Sin embargo, la serie anota un punto a su favor cuando ironiza eficientemente con el estilo de vida de los millonarios viviendo en un suburbio donde "nunca pasa nada". Los cuestionamientos a la hipocresía de una 'sociedad perfecta' y a la sobreexposición en redes sociales son expuestos de manera correcta como en temporadas previas. Pero flaquea cuando se tocan temas actuales, incluso se menciona al Covid-19 pero ya no vemos ni rastro de la pandemia en algún capítulo. Además, se hace alguna alusión a la comunidad anti-vacuna que no se logra redondear.
En los nuevos personajes que trae la vuelta de la producción tenemos altos y bajos pero resaltan los de Marianne (Tati Gabrielle) y Theo (Dylan Arnold), quienes son los que le dan el matiz distinto a esta temporada, marcada por la vida en matrimonio de Joe y Quinn y su intentos por hacer que funcione.
Con todo lo comentado hasta ahora, podríamos decir que esta es la temporada más floja porque ya no encontramos sorpresa en las acciones de Joe y Quinn, pero no deja de ser una serie que entretiene y expone ciertos dilemas sociales, que tiene momentos de mucho suspenso y que nos deja un final frenético en los últimos quince minutos.