Euphoria es el retrato de un grupo de chicas (y algún chico) en el final de la secundaria en un pueblo de EE.UU. pero está muy lejos de ser una serie de college o un culebrón adolescente más.
Sus personajes están tratados con mucha profundidad y respeto y no son meros vehículos o excusas para la exposición de sus problemáticas.
El núcleo de la serie es Rue (la galardonada con el EMMY a mejor actriz dramática Zendaya) y su relación con Jules, una chica trans (Hunter Schafer). Rue es adicta a una serie de drogas y carga con un trastorno bipolar. A partir de este núcleo la serie se va abriendo a una estructura coral que incorpora una maravillosa galería de personajes y su relación con el sexo, el alcohol y/o las drogas, la (in)definición sexual, el amor, el abuso, las redes sociales, el porno, la soledad, el propio cuerpo y la imagen de sí, los padres y las madres (algunos terribles), descollando Sydney Sweeny como Cassie, Barbie Ferreira como Cats, Alexa Demie como Maddy y Jacob Elordi como Nat, a quienes no describo para que el espectador los vaya conociendo a medida que mire la serie.
La serie de Sam Levinson (quien también dirige algunos capítulos) apela a una puesta en escena de una enorme audacia que, si bien no evade la crudeza y la oscuridad sabe eludir la sordidez con oportunos golpes de timón en su tono. Su ocasional desenfado nunca cae en la falta de respeto, la frivolidad o la banalización.
Cada capítulo comienza con la historia de uno de los personajes como de terminante de su presente, casi siempre con una equilbrada mezcla de sensibilidad, dureza y humor.
La estructura coral se vuelve sobresaliente en algunas secuencias donde la integración de las escenas a cargo de los diferentes personajes es portentosa. En un momento, la serie redobla la apuesta intercalando tiempos y lugares diferentes en un rompecabezas fascinante y fluido.
El recurso de la voz en off, con el que en general no me llevo bien, en esta serie pronto se revela como necesario y hasta imprescindible.
No es casual que Zendaya, la ex chica Disney, haya ganado el EMMY por la mesura e intensidad con que compuso su personaje torturado (y camaleónico) y sin embargo tan next door girl.
Mención aparte para la maravillosa Jules de Hunter Schafer, cuya identidad trans es obviamente un componente importante de su personaje pero no el central.
Es curioso el balance y el efecto de Euphoria: a pesar de centrarse si se quiere en la desdicha de estos adolescentes, el tratamiento de los personajes y la puesta en escena la resguardan de caer en el miserabilismo.
En suma, Euphoria es una excepcional serie sobre problemáticas adolescentes expuestas con audacia y creatividad, de la mano de personajes inolvidables y trabajados en profundidad.