Rafa está sumido en una depresión. No consigue aceptar todo lo que le está provocando el cáncer de próstata, y se ve como el viejo que nunca quiso ser. Esta situación le lleva a pedirle a Müller que cumpla su parte del trato, y que le ayude a morir de una forma digna.
Pero Müller no está de acuerdo y se niega en rotundo. Pese a ello, Rafa sigue insistiendo, provocando la desconfianza de Müller, que se ve obligado a acompañarlo a todas partes. Algo que debe compaginar con sus propios problemas, entre ellos conseguir mantener en secreto su relación con Irene.
La vida de ambos va a cambiar cuando aparece Alejandro, un prejubilado intelectual que se convierte en el guía de su nuevo viaje hacia la vejez. Para mostrarles una nueva forma de ver la vida les organiza un viaje a Torremolinos.