La mirada de Simon es profunda y detallada, realista y sin adornos, y gris, muy gris. Su mayor acierto es la idea de mostrar todas las caras posibles de la situación, abarcando así una perspectiva enorme, mostrando la historia más grande y compleja que se ha visto en los anales de la televisión, Al contrario que la mayor parte de los grandes dramas que ha dado la pequeña pantalla, donde siempre se ofrece la visión del tema tratado desde el grupo protagonista (sean policías en las policíacas, médicos en la de médicos, abogados en las de abogados…) y donde, por mucho que se trate el asunto con verosimilitud, esa perspectiva única siempre genera una obvia limitación, tanto argumental como analítica, Simon opta por ir a lo grande en The Wire. Y donde digo a lo grande lo digo en serio: no es sólo que aparte de los policías nos ofrezca la perspectiva de los delincuentes, sino que incluye también la de
los abogados, la de los políticos, la del sistema educativo, la de los medios de comunicación, y la de un gremio de trabajadores que sirve como ejemplo del resto de ciudadanos. Y además, en esos grupos principales abarca todo el rango de posibilidades que estima necesario. En los delincuentes muestra desde el señor de la droga al peón más insignificante, pasando por los matones y los consejeros, pero acercándose también a los drogadictos que son sus clientes. En el lado de la ley toda la cadena de mando es protagonista: detectives, agentes, tenientes, comandantes, jefes de distrito, comisarios… y no olvidemos también la relación con los abogados y jueces, que son indispensables a la hora de construir los casos. Por no dejar cabos fuera, incluye también a los políticos, los supuestos líderes y representantes del pueblo. Y este también tiene representación: los niños sin futuro, los profesores sin recursos, los periodistas que han de retratar la sociedad, los currantes hastiados que empiezan a delinquir…
Decía que el punto de vista es ceniciento, pues no se anda con rodeos y muestra la realidad como es. Corrupción, incompetencia, intereses, problemas personales… Todo personaje es ambiguo e imperfecto, hijo de una sociedad enferma. Los pocos que muestran una ética superior son pronto engullidos por este sistema podrido. Así, todos los protagonistas tienen unos claroscuros y limitaciones enormes, y por si fuera poco se enfrentan a las de los demás. Los casos no se complican porque son difíciles, sino porque se atascan una y otra vez en la maraña de negligencia y favoritismos que siembra la cadena de mando y en los errores humanos de los propios investigadores. Sirva de ejemplo que la investigación de la segunda temporada se inicia por una rencilla entre un alto mando de la policía y el líder sindical del puerto, no porque de verdad haya intenciones de seguir la droga. En este ámbito también se muestra todo el abanico de posibilidades, tanto en los policías (el corrupto, el vago, el alcohólico, el inútil, el inteligente aplastado por tocar las pelotas, el dotado para el mando pero eclipsado por errores del pasado…) como en las bandas (la inteligencia contra la fuerza, la joven promesa que no puede con la situación, el que quiere apartarse de tanto crimen pero el sistema no le deja salida, etc.).Muchos PERSONAJES hacían hasta propio papel como bubbles la sicaria snoop Pearson Avon barksdale Marlo stanfiled etc.He hilado una presentación y análisis de sus características y cualidades de forma global, pero para hablar de la grandeza de The Wire hay que mirar obviamente a la incomparable calidad del guion. David Simon tenía muy claro qué quería contar, pero si no lo hubiera plasmado con tanta habilidad como es lógico no se hablaría tanto de la serie.
El guion une todos los elementos representativos de The Wire de forma que alcanza un equilibrio perfecto: la crítica social es sutil, elegante, ni engulle a los personajes ni a la narrativa, y emerge con una autenticidad e intensidad abrumadoras pero sin llegar nunca a resultar forzada. El dibujo de los protagonistas es impecable, aúnan naturalidad.