Lena vive completamente aislada junto con sus dos hijos, Hannah y Jonathan, en un hogar de alta seguridad donde rutina está perfectamente establecida. Los obedientes hijos de Lena cumplen con sus ordenes, poniéndose siempre en fila para mostrar sus manos ante la persona que entra en la habitación. Hasta que un día la joven consigue escapar del estricto hogar, acabando inmediatamente después en un accidente de coche casi mortal. Ya en el hospital se producirá el reencuentro de Lena con sus padres, que llevan casi 13 años buscando desesperadamente a su hija desaparecida.