A finales de los años 70, Gro Harlem Brundtland era una joven doctora, madre de cuatro hijos. Con 35 años, entra en la esfera pública y va ascendiendo de rango, sin conocer las reglas del juego que imperan en los pasillos del poder. En 1981 se convierte en Primera Ministra, teniendo pagar un alto precio por ello. De la noche a la mañana perdió su popularidad y fue insultada y ridiculizada en las portadas de los medios de comunicación. Sus hijos sufrieron abuso en la escuela y el matrimonio con su marido, el político conservador Arne Olev, estuvo siempre en la cuerda floja.