SAMCRO está más dividido que nunca. La mitad del grupo ha ido por su cuenta. Jax es consciente de que esto tiene que ver directamente con su nuevo propósito: legalizar la banda. Para ello, SAMCRO se ha puesto al servicio del pueblo, defendiéndolo de cualquier posible atacante.
Las cosas, sin embargo, no serán nada fáciles para Jax. Además, el líder tiene una situación difícil en casa, ya que debe cuidar de Abel y Gemma, tras la encarcelación de Tara y Clay; personajes que encuentran muy cara su supervivencia en prisión.