Los inquilinos del Mirador de Montepinar se ven obligados a trasladar su residencia a un edificio del centro de la ciudad, tras la expropiación de sus viviendas. Una vez en su nuevo hogar, situado en el 49 de la calle Contuberino, no tardan en conocer a la implacable presidenta que lidera la comunidad de vecinos. Poco a poco, y sin perder el humor que les caracteriza, no les queda otra que ir adaptándose al nuevo vecindario.