Los Borgia: episodios de la temporada 1

1492. El mundo occidental está experimentando un cambio radical. La temerosa peste negra está disminuyendo en el continente y las grandes ciudades comienzan a crecer. Cristóbal Colón parte rumbo al Nuevo Mundo, un niño llamado Lutero comienza a estudiar Religión y Copérnico empieza a estudiar Astronomía. En Italia, el Renacimiento está en su esplendor. Milán se ha convertido en el núcleo del comercio. Gracias a eso, surgen artistas como Da Vinci. En Florencia, los Médicci lideran el mundo de los bancos y un joven Michelangelo empieza a estudiar escultura. En contraste, Roma es una ciudad en recesión. El papa Inocencio VIII está en su lecho de muerte y se prevé una guerra política por su sucesión. Al final, el sucesor es Rodrigo Borgia, que se convierte en el papa Alejandro VI con el soborno y la ayuda de su hijo César. Este no quiere ser cardenal, mientras su hermano Juan se convierte en el Jefe del ejército del Papa y su hija Lucrecia, de sólo 12 años, empieza a tomar sus propias decisiones.

Mientras el papa Alejandro VI instala a su nueva amante Julia en el palacio de Orsini, sus enemigos se están reuniendo en su contra. El poderoso Colegio de Cardenales, de cuyos votos depende su poder, se divide y él planea arreglarlo creando nuevos puestos para sus aliados. Pero los rivales de los Borgia, encabezados por Della Rovere, tienen una potente arma: un testigo del coqueteo sexual del Papa con Julia. Una sirvienta está preparada para dar testimonio de que ha visto a una mujer ir y venir por el pasillo subterráneo secreto. Los Borgia infiltrarán a un hombre enseguida en el campamento de Della Rovere para intentar eliminar al testigo. Mientras tanto, Lucrecia se encuentra atrapada en un campo emocional minado entre la nueva amante de su padre y Vanozza, la madre rechazada.

El Cardenal Della Rovere busca alianzas con el Rey Fernando y el Príncipe Alfonso de Nápoles. Su objetivo es destronar al Papa, que acaba de nombrar a 13 nuevos cardenales, incluido a su hijo César. Pero Los Borgia descubren las verdaderas intenciones de Della Rovere, así que deciden envían al asesino Micheletto para atentar contra su vida. Por su parte, Lucrecia sabe que su padre quiere desposarla con los Sforza para fortalecer su poder. Sin embargo, el corazón de Lucrecia pertenece a su hermano César y al Príncipe Djem.

Suenan campanas de boda. Lucrecia Borgia se va a desposar con Giovanni Sforza. El enlace tiene tintes políticos claramente marcados para que el Papa incremente su poder y su influencia. Pero en el enlace hay una condición: impedir que la madre de la novia, Vanozza, asista a la boda para evitar así escándalos y elucubraciones. A pesar de ello, César Borgia se las ingenia para que su madre acuda al menos al banquete, una ofensa que no puede perdonar el propio Sforza. Por su parte, el Cardenal Della Rovere, tras su huída de Nápoles, llega a Florencia para buscar otros aliados que quieran derrocar al Papa. César ordena a un monje que siga sus movimientos y les mantengan informados, pero esta vez Della Rovere se adelanta a los acontecimientos y descubre al espía de Los Borgia.

Recién coronado Papa, Rodrigo lucha para mantener las promesas que realizó en el Cónclave. Lucrecia debe elegir entre su deseo de convertirse en monja y su deseo de casarse. César recibe noticia de un complot en contra del Papa.

Lucrecia tiene el camino despejado para desatar toda su pasión con el mozo de cuadras, Paolo, ya que su marido, Giovanni Sforza, continúa confinado en su cama por el accidente que sufrió. Mientras tanto, el corazón de César Borgia se rompe cuando su amada Úrsula decide recluirse en un colegio de monjas, ya que sabe que él mató a su marido. Della Rovere, por su parte, ha llegado a Francia para buscar otros aliados que invadan Italia y deponer así al Papa Alejandro VI. Pero la respuesta del Pontífice es casar a su hijo más joven, Joffre, con Sancha de Nápoles, y aliarse con este reino.

La guerra es inevitable. El ejército francés se dirige a Italia, donde asedia a la ciudad de Lucca. Consternado, Della Rovere comienza a comprender el horror de la guerra que ha propiciado. Por su parte, el Papa envía a su amante Giulia para que vigile a Lucrecia.

El Ejército francés avanza hacia Roma mientras Lucrezia y Giulia logran escaparse de la hacienda de Giovanni Sforza. En el Vaticano, el Papa Alejandro VI pone sus pocas esperanzas en las tropas que quedan al mando de su hijo Juan, pero éste, que sigue regentando los prostíbulos de la ciudad, no está en condiciones de dirigir su ejército en la batalla y será su hermano César el que tenga que reunir a la tropa. Ya en el campo de batalla, las fuerzas están descompensadas. El Ejército francés viene muy bien curtido de la Guerra de los Cien Años con Inglaterra, así que Lucrezia, que consigue engatusar al rey Carlos de Francia, pide audiencia para evitar que su hermano Juan conduzca a sus hombres a una muerte segura.

Todo parece perdido. El ejército del Papa ha sido humillado. Los aliados de los Borgia se han desvanecido. Incluso los Cardenales, a quienes Alejandro ha apoyado y promovido, saltan como ratas de un barco que se hunde. Vestido con una humilde túnica, el Papa Alejandro se reúne con el Rey Carlos en el trono de San Pedro y le corona como Rey de Francia y Nápoles. Para desesperación de Della Rovere, el Rey Carlos se olvida de Roma y del trono papal para marchar hacia su verdadero objetivo: Nápoles. La venganza de la casa de los Borgia contra los que desertaron será terrible. Lucrezia da a luz a un niño: nace una nueva generación de esta familia no exenta de ambición, intriga, engaño y crueldad.