La televisión en España vivió su época dorada en los 90. El estreno de las cadenas privadas, Antena 3 y Telecinco, trajo consigo incontables programas que pronto conquistaron a la audiencia. Cada vez era mayor la oferta televisiva y los rostros que se hacían un hueco en los hogares españoles. Agustín Bravo, quién intentó resurgir en Supervivientes, o Andoni Ferreño, que dejó la televisión para dedicarse a la actuación, fueron algunos de los presentadores que conquistaron a la audiencia. Pero los hombres no fueron los únicos que tuvieron presencia en la pequeña pantalla, ya que cada vez era mayor el número de mujeres que aparecían en ella.
Sin duda, Silvia Marsó fue un de los rostros con más proyección de futuro en la televisión española. Su desparpajo, carisma y buen hacer le llevaron a ser uno de las presentadoras más prometedoras del panorama nacional. Sin embargo, la catalana decidió rechazar las ofertas para dedicarse a su faceta como actriz.
Con tan solo 14 años, Silvia Marsó tenía claro que se quería dedicar a su gran pasión: la interpretación. Por ello, empezó a formarse en todas las disciplinas del mundo del espectáculo aunque sentía una especial conexión con el teatro y el mimo. De hecho, su nombre real es Silvia Cartañá Ortega, pero decidió su nombre artístico en honor a Marcel Marceau. Su talento le llevó a debutar sobre las tablas con 16 años en la obra de Alfonso Paso, Los derechos de la mujer.
Ya siendo mayor de edad, Silvia Marsó comenzó su andadura en la pequeña pantalla. Su primer trabajo como presentadora fue en un programa musical en el circuito catalán de Televisión Española, por lo que pronto vieron su carisma frente a las cámaras. Varios formatos locales y series de éxito de la época, como Turno de oficio de Antonio Mercero, fueron su pase para convertirse en azafata del Un, dos, tres…, donde ejerció de secretaria y bailarina.
La catalana pronto se ganó el cariño del público por lo que se convirtió en uno de los rostros más cotizados de la pequeña pantalla, llegando a compaginar su faceta como presentadora con trabajos de actriz. Silvia Marsó se puso al frente de espacios como Y sin embargo, te quiero, Los sabios y la primera etapa de Telecupón junto a Andoni Ferreño en Telecinco.
A pesar de su éxito, Silvia Marsó renunció a seguir presentando para ser una actriz reconocida y respetada, aunque no fuese a ganar tanto dinero. "En ese momento, mi prioridad era seguir aprendiendo interpretación. Desviarme para ser presentadora de televisión me habría ocupado un tiempo que era oro para mejorar como actriz", declara en una entrevista reciente a Pronto. Algo que la exitosa actriz ha repetido en más de una ocasión.
"Cuando salieron las televisiones privadas se barajaban sueldos casi ofensivos a cambio de la exclusividad: a mí me querían de presentadora en exclusiva para una de ellas, no voy a decir cuál por respeto a otras personas que sí lo aceptaron. Me pagaban lo que quisiera y dije que no", afirmó a La Vanguardia. "Aprender de los grandes, estudiando y desde la humildad, desde el pasito a pasito, afianzarme como actriz y poder enfrentarme a personajes cada vez más difíciles. Ese es el único reto que he buscado en mi vida. Ni he buscado el dinero, ni la fama, ni la popularidad o el glamour", sentenció.
Era una chica veinteañera y lo más importante para mí era aprender como actriz con los grandes maestros
Silvia Marsó no tomó esta importante decisión sola. "En esa época me llevaba como representante Damián Rabal, hermano de Paco Rabal, y me apoyó completamente, renunciando así a un sueldazo", señaló al citado medio. Damián le dio uno de los mejores consejos en su vida: "si quieres ser actriz toda tu vida no puedes ser una famosa televisiva porque luego el público no te va a creer". "Y eso pensé yo también, renunciando a un cheque en blanco. Siento tanto respeto como eso por la profesión de actriz", sentenció.
La catalana se alejó de la pequeña pantalla como presentadora, pero no como actriz. Silvia Marsó ha protagonizó algunas de las grandes series españolas de los últimos años: Canguros, Ana y los 7, Manos a la obra, Gran Reserva: El origen y El secreto de Puente Viejo. Además, también ha participado en títulos como La madre muerta o Solo Química de Alfonso Albacete, entre otros títulos.
En los últimos años Silvia Marsó ha estado más centrada en el teatro, tanto en su faceta de actriz como de productora, y recientemente también trabaja como cantante en veladas que revisita éxitos del blues y el jazz. De hecho, la exitosa actriz estrena este año dos obras casi a la vez: Claveles, con Abel Folk, y La importancia de llamarse Ernesto, con Pablo Rivero.
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