Una vez que una foto es publicada en internet, ya no hay manera de borrarla. Si es una imagen robada de una famosa, solo pasan unos minutos antes de que sea completamente viral. Las comparten los usuarios en redes sociales, páginas webs, foros... En agosto de 2014 se publicaron casi 500 imágenes de celebridades, principalmente mujeres, en las que aparecían con poca ropa, desnudas o en poses eróticas. Eran fotos que ellas mismas habían tomado en su intimidad y que vieron la luz tras un 'hackeo' masivo perpretado por varios 'hackers' que se apoyaron en el foro 4chan. Es lo que se conoció como 'The Fappening' o 'Celebgate', una filtración que sacudió internet y que, a pesar de generar un necesario debate acerca de la invasión de la intimidad, quedó como una anécdota.
El ataque se produjo accediendo al iCloud, es decir, tomaron las imágenes que los móviles de las afectadas habían guardado automáticamente en la nube de Apple. Tenía un objetivo muy claro, según declaró la compañía en un comunicado oficial. "Después de más de 40 horas de investigación, descubrimos que ciertas cuentas de celebridades se vieron comprometidas por un ataque muy específico a nombres de usuario, contraseñas y preguntas de seguridad, una práctica que se ha vuelto demasiado común en Internet", señaló la empresa antes de señalar que no se había producido ninguna brecha en su sistema de seguridad.
Es decir, que quienes llevaron esto a cabo fueron directamente a por mujeres conocidas, tanto del mundo del cine, como de la televisión, la música y otros sectores. Querían indagar en sus móviles y sacar imágenes que pudieran ponerlas en evidencia. Fue una manera más de infringir los derechos de las mujeres y una forma de abuso sexual. En la sociedad generó impacto, pero no fue visto necesariamente como un delito sexual. Llamó más la atención el hecho de que hubiese una ventana abierta a la vida privada de las famosas. Era una forma de verlas como nunca antes se había podido y las redes sociales se llenaron de mensajes del estilo: "Es el mejor día de mi vida".
Los 'hackers' escogieron 4chan como vía de salida y, aunque los administradores borraban los hilos al mismo tiempo que iban apareciendo, no pudieron hacer nada por parar la maquinaria. Las fotos pasaron a plataformas como Imgur y Reddit y la situación se volvió incontrolable. En un par de horas estaban en todas partes a disposición del que quisiera verlas. Y aquí es donde comenzó el debate. ¿Aquellos que ayudaron a compartirlas y las buscaron no son también culpables de un delito contra la intimidad de estas 'celebrities'?
Fueron muchas las mujeres que hablaron acerca del delito sexual que eso conllevaba. Lena Dunham (Girls) fue una de las muchas que se posicionó en contra. "La manera en que compartes tu cuerpo debería ser tu decisión. Apoya a estas mujeres y no mires esas imágenes", pedía en Twitter, "Recuerda, si miras esas fotos estás violando a estas mujeres una y otra vez. No está bien".
Emma Watson, actriz de Harry Potter, también hizo un llamamiento a los usuarios para que no expandiesen el alcance de la filtración. "Incluso peor que ver violada la privacidad de las mujeres en redes sociales es leer los comentarios que lo acompañan, que muestran una falta total de empatía", escribía en un 'teet'.
El 'Celebgate' provocó debate en torno a la privacidad de los actores y de lo poco que vale la imagen de las mujeres. "Solo por ser actor y hacer películas no quiere decir que no tengas derecho a tener tu propia privacidad", declaraba Scarlett Johansson en 2012 tras ser víctima de su propia filtración de imágenes. Lo que sucedió en 2014 iba más allá de la intimidad de los famosos, pero, en realidad, como sociedad no supimos ver el terrible delito machista que había detrás. Se hablaba de si este suceso perjudicaría sus carreras o de si la nube donde quedaron archivadas las fotos de manera automática era realmente segura. Se comentaba, incluso, si eran ellas las que tenían los derechos de sus propios desnudos y si podían pedir compensación por ello.
Si sucediese algo así en 2022, sería un auténtico escándalo y no habría conversación posible: se trata de un delito contra los derechos de las mujeres y su intimidad. Este cambio de mentalidad se lo debemos al movimiento #MeToo. A raíz de las acusaciones de abuso sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein, en octubre de 2017 se hizo viral en redes sociales un movimiento denominado #MeToo para denunciar las agresiones sexuales y cualquier tipo de acoso recibido. La expresión fue popularizada por Alyssa Milano que animó a las mujeres a compartir sus experiencias. 500.000 personas hicieron uso del hashtag y cambiaron la industria para siempre. Desde 2018, el colectivo Time's Up se encarga de hacer campaña para frenar esta realidad.
Investigación policial y culpables
Tras lo sucedido, el FBI declaró que estaban "al tanto de las acusaciones sobre intrusiones informáticas y la publicación ilegal de material que involucra a personas de alto perfil, y está abordando el asunto". La investigación les llevó a encontrar a cinco culpables a lo largo de cuatro años. Recibieron penas de entre 8 y 34 meses de prisión por acceso no autorizado a una computadora protegida para obtener información.
Ryan Collins (36 años), Edward Majerczyk (28), Emilio Herrera, George Garofano (26) y Christopher Brannan fueron los culpables de acceder a la nube de las víctimas mediante 'phishing'. Se hacían pasar por soporte técnico de Apple o Google para obtener sus contraseñas y así poder acceder a cuentas de email, copias de seguridad, etc. Son culpables de haber accedido a información personal, pero todos los que compartieron esas imágenes, ya fuese colgándolas en Twitter o pasándoselas a un amigo, son también partícipes del delito.
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