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    'La forma del agua': Repasamos la carrera de Guillermo Del Toro en 7 claves

    Su último largometraje está nominado a 13 premios de la Academia, incluyendo Mejor Director, Mejor Película y Mejor Banda Sonora, entre otros.

    Este año, el conjunto de grandes películas nominadas a los Oscar se presenta muy heterogéneo y sorprendente, con films de terror hablando de la problemática racial, bucólicos dramas homosexuales, comedias criticando la América profunda, mujeres directoras hablando de su adolescencia, e intensas batallas de la Segunda Guerra Mundial. Pero, por encima del transformismo de Gary Oldman, o de Los papeles del Pentágono, destaca La forma del agua.

    No por nada, sino porque con esta película la Academia podría reparar uno de sus feos más prolongados, y darle el Oscar a Guillermo Del Toro de una buena vez. Este cineasta mexicano no necesita presentación, pero el caso es que ya lleva mucho tiempo maravillándonos, y en SensaCine, con motivo del estreno en nuestro país de La forma del agua, vamos a explicarte por qué Del Toro debería conseguir la estatuilla a Mejor Director.

    PORQUE ES AMIGO DE SUS AMIGOS

    Una razón tan buena como cualquier otra para que Del Toro se alce con la preciada estatuilla es que es el último de los Tres Amigos que falta por hacerlo, después de que Alfonso Cuarón la ganara con GravityAlejandro González Iñárritu hiciera lo propio dos veces, con Birdman y El renacido. Y es que sí, estos tres directores comparten una amistad de varios años, y comenzaron a hacer películas en su tierra natal, México.

    Del Toro y Cuarón fueron los primeros en estrechar lazos, al compartir set en la serie La hora marcada. En solitario, el cineasta debutó con un fabuloso corto titulado Geometría, y más tarde aconsejaría a Iñárritu para que le diera esa peculiar estructura narrativa a Amores perros. Los tres, años después de afincarse en Hollywood, fundarían su propia productora, Cha Cha Films, pero nunca acabó de despegar.

    Antes de eso, Cronos fue la carta de presentación de Guillermo Del Toro en EE.UU. y en un abrir y cerrar de ojos acabó en Mimic, un rodaje que el director no recuerda especialmente agradable por culpa de las intromisiones de Harvey y Bob Weinstein. Al menos, para paliar el mal trago, ahí estaba Ron Perlman, a quien había conocido en Cronos y saludado como amigo tras descubrir que eran las dos únicas personas en pedir el postre antes que el primer plato. Más tarde también haría buenas migas con Santiago Segura, a quien se comprometería a matar en todas sus películas, y con el director Robert Rodriguez. Para Del Toro, la amistad es lo más grande.

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