Damien Chazelle (La ciudad de las estrellas. La La Land) coge el timón del Apolo XI y nos sumerge en el primer viaje del hombre a la luna con First Man (El primer hombre). La película cuenta como vivió Estados Unidos esta misión y las implicaciones que tuvo este hito a nivel emocional y, por su parte, sentimental en Neil Armstrong (Ryan Gosling). Desde SensaCine hemos querido conocer cómo se vivió la misión en una ciudad que, aunque no lo parezca, tuvo mucho que decir en esta hazaña: Madrid.
Para ello, nos hemos dirigido al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial de Torrejón, donde hemos contado con testimonios de invitados de lujo: José Manuel Grandela y Carlos González Pintado, ex controladores y participantes en la misión Apolo XI, y Anthony Carro, representante de la NASA en España.
Las complicaciones de la misión
Si hay una figura que destacó en el proyecto sería la de Armstrong. Carlos González Pintado, participante en la misión Apolo XI desde Madrid, conoció el carácter del astronauta, pese a no verle nunca en el transcurso de la misma. “Armstrong estaba decidido a pisar la luna, a cumplir con su misión, costase lo que costase”.
La resolución de este contrastaba con el peligro que suponía la hazaña. Al igual que en la película, dos alarmas saltaron en el Apolo. Una de ellas, la 2201, hizo que Houston se replanteara su regreso. Sin embargo, la resolución de Armstrong fue tal que se internó en la órbita del asteroide, aun habiendo un fallo de cálculo por parte de los ingenieros, evitando un cráter y aterrizando en la zona final.
Cuando sonó la alarma, Houston sopesó la posibilidad de que la misión se abortara. Armstrong se negó en redondo
Pintado afirma, entre risas, que para entender el comportamiento del astronauta hay que imaginarse a un astronauta español. “Imaginaos. Sois un astronauta español y ¿qué preferías?: ¿Decir que sois el hombre que será conocido por haberse matado intentando llegar a la Luna o el pringado que estuvo a punto de pisar nuestro satélite y tuvo que volver?”
Armstrong estaba determinado a conseguir su propósito, pero las condiciones para que este se cumpliera no fueron tan “épicas” como muestra la película. González Pintado reconocía:
Cuando llegaron (los astronautas), Houston quería que durmieran un rato. Imaginaos que lleváis entrenando dos años para esta misión, habéis recorrido 400.000 kilómetros y, ahora, os toca dormir
La razón para que Houston diera estas indicaciones fue que el Gobierno quería que la hazaña se transmitiera en un horario adecuado para los Estados del país, tarea difícil teniendo en cuenta que Hawái es uno de ellos. En efecto, los astronautas tuvieron que esperar para descender a la superficie lunar. “¿Y qué es lo que haces cuando llegas a un sitio y no puedes dormir? Pues tirar fotos”.
Una vez cumplidos los plazos, los astronautas procedieron a cumplir su misión. Para poder hacerlo, Buzz Aldrin -otro de los astronaturas de la misión- tuvo que ayudar a Armstrong a descender, debido al peso que constituían los trajes. El comandante consiguió hacerlo sin problemas, pero su compañero tuvo que esperar 17 minutos.
Cuando, finalmente, Aldrin consiguió descender, Armstrong le preguntó el motivo de su tardanza. Pintado afirma que tan solo una vez aterrizados en la luna, se dieron cuenta de que la nave tenía un manillar que solo se podía abrir por fuera.
Aldrin trató de buscar algo que hiciera de tope en la puerta. No había aire, ni corriente; pero el astronauta tenía miedo del “por si acaso”. Cuando este le contó a Armstrong la historia, su compañero sentenció este acto con un: “Well done” (Bien hecho)