La Sección Oficial llega a su fin. En el séptimo día del festival, Rocks de Sarah Gavron -de la que te hablamos también a continuación- ha supuesto el broche de oro al la lista de películas que compiten por la Concha de Oro. Pero la jornada todavía esperaba la proyección de Diecisiete, lo nuevo de Netflix y el director y guionista Daniel Sánchez Arévalo, que forma parte de la Sección Oficial, pero fuera de concurso, y que nos ha regalado la 'feel good movie' del festival.
Diecisiete es la historia de Héctor, un niño de 17 años -que, aunque no se dice en ningún momento, se intuye que tiene Asperger- interno en un centro de menores que participa en una terapia con perros. Con uno de ellos, al que pone el nombre de Oveja porque su pelo recuerda al de estos animales, crea un vínculo tan fuerte que cuando una familia lo adopta, escapa para recuperarle. Justo cuando está a dos días de cumplir la mayoría de edad. A su aventura se unen su hermano Ismael, su abuela -al borde de la muerte- y un perro de tres patas.
Sánchez Arévalo firma una película divertida, entretenida y una de las más disfrutables del festival. Una 'road movie' en caravana cuyo peso recae en los hermanos protagonistas, a quienes dan vida un sobresaliente Biel Montoro y un correcto Nacho Sánchez. Sus diálogos, divertidos por la excesiva sinceridad de Héctor y su incapacidad para entender las ironías, unidos a momentos en los que el humor negro -el filme hace chistes con la cercana muerte de la abuela- es el protagonista y a situaciones inverosímiles, convierten a Diecisiete en una apuesta segura para la plataforma en 'streaming'.
De nuevo, Sánchez Arévalo -que también firma el guion del filme- utiliza en Diecisiete a unos perdedores como protagonistas, algo que se repite continuamente en su filmografía con películas como Primos (2011), Gordos (2009) y Azuloscurocasinegro (2006). Si hay que ponerle una pega a la película es que cae en exceso en el sentimentalismo, con frases o momentos que, en lugar de emocionar, llegan al bochorno. Algo a lo que el director ya nos tiene bien acostumbrados.
Gracias a Diecisiete hemos podido aliviar el peso y hartazgo que gran parte de las películas de la Sección Oficial nos han hecho ir acumulando. No hay nada como una historia con perretes de por medio para levantarle el ánimo a cualquiera.
Andrea Zamora
'Rocks': un insípido drama sobre el abandono infantil
En el antepenúltimo día de certamen nos hemos despedido de la Sección Oficial a concurso con la Rocks de Sarah Gavron, directora de Brick Lane (2007) y Sufragistas (2015). Insípido y anodino son los adjetivos que mejor definirían este drama sobre el abandono infantil que, a pesar de sus defectos y su predictibilidad, tiene un afán por entregar en su argumento temas como la fraternidad entre mujeres, la diferencia de clases y la convivencia entre distintas culturas. Pero lo mismo podría decirse de la obra de la escritora británica Zadie Smith (Sobre la belleza), mucho más lúcida y trascendental, o de títulos similares bastante recientes, como La banda de las chicas (2014) de Céline Sciamma (Retrato de una mujer en llamas, presente en Perlas en San Sebastián).
Con guion de Theresa Ikoko (Snatches: Moments from Women's Lives) y Claire Wilson (La chica del tambor), la cinta toma su nombre del apodo de Shola, una adolescente de origen jamaicano-nigeriano (Bukky Bakray) que reside en el East London con su madre y su hermano pequeño, el granujilla Emmanuel (D'angelou Osei Kissiedu), probablemente lo más destacable de sus 93 minutos -a partir de ahora, aparte de su afición por los dinosaurios, que ya la tenía, voy a incorporar a mi vida cotidiana su método para contar hasta cien: "Uno, dos… Mejor ya sigo mañana". La joven sueña con convertirse en maquilladora y tiene a su lado a amigas tan fieles como Sumaya (Kosar Ali), de origen somalí. Pero su contagiosa sonrisa se borra de inmediato cuando, al llegar a casa, se encuentra con que su madre se ha marchado y con una nota con un simple "lo siento". Situaciones y derroteros mil veces vistos y personajes obvios detraen su interés.
'La luz de mi vida' / 'Light of my life': qué bueno es Casey Affleck, jo**r
En Perlas, tras su paso por el Festival de Berlín a principios de año, también hemos podido disfrutar en Donosti de La luz de mi vida, segunda película detrás de las cámaras del oscarizado Casey Affleck (Manchester frente al mar) después de I’m Still Here (2010). En un cruce entre Hijos de los hombres (2006) y La carretera (2009), el también guionista distiende las normas del subgénero postapocalíptico en favor de un drama sin adornos ni artificios que mitiga la acción para trazar un relato sobre la infancia, la responsabilidad, la seguridad, la permanencia de los recuerdos y el valor y la interpretación de los cuentos.
Affleck encarna en el largo a un padre que intenta educar a su hija lo mejor que puede en un mundo donde las mujeres han desaparecido casi por completo tras una plaga. Rag (Anna Pniowsky, The Hot Zone) es una de las pocas niñas que quedan, quizá la única, y él hace pensar al resto de los hombres que pueblan su mundo, algunos de ellos peligrosos, que ella es su hijo varón. Lo verdaderamente sobresaliente del filme radica en la intimidad y la sencillez que se forman en el voluble y ambulante refugio que el adulto intenta fortificar a base de reservas, normas y repeticiones para la pequeña, incluso si estas se llevan su niñez por el camino. Al igual que ocurría en Manchester frente al mar, las cicatrices y el dolor del personaje de Affleck asoman en un rostro extraordinariamente dotado para transmitir emociones, ya sean pequeñas o grandes. En una fábula inventada sobre la marcha o en una vacilación de una fracción de segundo, el actor se las apaña para cobijar todo un universo de sensaciones que, además, dosifica a placer.
Podría criticarse de ella que cae en convencionalismos. Sin embargo, y esta es mi opinión, lo novedoso no es la vía que quiere tomar el también intérprete de Adiós pequeña, adiós (2007) para maravillar. Con cuentagotas y pausadamente, y ayudado por unos 'flashbacks' desgarradores, sí pretende inyectarnos el dolor, las dudas, las imperfecciones y los miedos de un hombre que lo ha perdido todo y que, a pesar de ello, sigue manteniéndose en pie para que su hija no se desmorone. Aunque atípicas en un 'sci-fi', las conversaciones y las charlas padre-hija sobre sexo, la primera menstruación y los cánones de belleza femenina te tocarán el corazón por su autenticidad y ternura.
'Hors normes' / 'The Specials' / 'Especiales': a lágrima viva en el Principal
Salvo hecatombe, Especiales (Perlas), último trabajo de los directores Olivier Nakache y Éric Toledano (Intocable), se llevará a casa el Premio del Público Ciudad de Donosti. No soy un gran admirador del dúo francés ni entiendo la fascinación por el cine que este hace. Pero aquí me veo obligado a elogiarlo por su seriedad y su viva y conmovedora exposición del cuidado de niños y adolescentes autistas en Francia fuera de los entornos tradicionales. Hasta confieso que he soltado alguna que otra lagrimita en el Principal.
Nakache y Toledano, sabiendo perfectamente que el tema que tocan es muy muy delicado, minimizan lo máximo posible el humor del que hacía gala la disparatada C'est la vie (2017), su anterior filme -salvo pequeños detalles para crear 'desahogo', como la manía de hacer sonar la alarma del tren de Joseph (Benjamin Lesieur) o los ‘'iddush' o 'citas' del protagonista-, para contar la amistad personal y laboral que une a Bruno (Vincent Cassel) y Malik (Reda Kateb) -dramatización de las figuras de Stéphane Benhamou, director general de Le Silence Des Justes, y Daoud Tatou, fundador de Relais Île-de-France. Estos son las cabezas visibles de las organizaciones sin ánimo de lucro La Voz de los Justos y La Escala, enfocadas al cuidado de personas con autismo severo, a menudo marginadas por el Estado, y a la formación de jóvenes para atender estos casos.
Desconocía en profundidad cómo se tratan los trastornos del espectro autista (TEA) en el país vecino ni sus pormenores y, en ese sentido, Especiales funciona como acertado vehículo divulgativo. En lugar de lanzarnos sin más nombres, siglas y cifras, la pareja de directores emplea una investigación encargada por el Gobierno para exponer y destapar todos los actores de la cuestión. Y, sí, en ocasiones es dispersa, manipuladora y simplifica en exceso a los personajes. Pero también enternece enormemente, al menos a mí, y vive más allá de la pantalla gracias a las interpretaciones de Cassel y Kateb.
'Amazing Grace': tocando las perlas de sudor de Aretha Franklin
Producido entre otros por Spike Lee, Joe Boyd y la revista Time, el documental Amazing Grace (Perlas), dirigido por Sydney Pollack a principios de los 70 y realizado posteriormente por Alan Elliott, carece casi por completo de forma como película y tampoco sería justo entenderlo como tal. De hecho, podría decirse que se trata más bien de un CONCIERTO (con mayúsculas) de principio a fin y también de una joya en imágenes sobre el legado de Aretha Franklin.
Enero de 1972. La Dama del Soul actúa durante dos noches en la Iglesia Bautista Misionera New Temple en Watts, al sur de Los Ángeles (EE.UU). Allí graba, acompañada por el Southern California Community Choir, el reverendo James Cleveland y el director Alexander Hamilton, el que pasaría a ser el álbum más vendido de música góspel de la historia, Amazing Grace. El material acabó en un cajón de Warner Bros. por problemas de sincronización hasta su estreno el año pasado en el festival Doc NYC. Seas religioso o no, se te pondrán los pelos de punta al escuchar el 'Mary, Don't You Weep' o el 'You'll Never Walk Alone'; tocarás el sudor de Aretha mientras canta y, si estás atento, cazarás entre el público cameos como los de los Rolling Stones Mick Jagger y Charlie Watts.
Santiago Gimeno