Parece que fue ayer cuando Dan Brown se convertía en un superventas mundial con la que fuera su novela más exitosa, El código Da Vinci, pero el libro estrella de la saga protagonizada por el experto en simbología Robert Langdon cumple nada más y nada menos que dos décadas esta primavera con el honor de haber vendido más de 80 millones de copias en todo el mundo y haber sido traducida a más de 40 idiomas.
No exenta de críticas por algunas de sus inexactitudes históricas y tras haber levantado algunas ampollas en ciertos sectores de la iglesia, El código Da Vinci resultó ser la obra más popular de Brown, pero no es la primera sobre una de las investigaciones de Robert Langdon: el escritor americano ya había publicado, aunque con menos éxito, Ángeles y demonios, en el año 2000 y, tras el éxito de su secuela, publicaría tres novelas más: El símbolo perdido, Inferno y Origen.
Tal fue el éxito de El código Da Vinci en 2003 que Columbia Pictures no tardó en hacerse con los derechos para su adaptación al cine. La productora pagó 6 millones de dólares por ello y la película, que estaría dirigida por Ron Howard y protagonizada Tom Hanks, comenzaría a rodarse apenas dos años después, en 2005, para su posterior estreno en cines en el año 2006 previo paso por el prestigioso Festival de Cine de Cannes. ¿Fue una buena película El código Da Vinci? No es lo que opinaron los críticos de forma unánime, desde luego, pero lo que sí fue la adaptación de la famosa novela de Brown es un enorme éxito comercial.
Estrenada ante una gran expectación por millones de lectores que se habían rendido a los pies de la adictiva novela, la versión cinematográfica de El código Da Vinci duplicó el presupuesto invertido en su primer fin de semana y durante el tiempo que estuvo en cartel logró recaudar 760 millones de dólares en todo el mundo, convirtiéndose en la segunda película más taquillera de 2006 y la película más rentable de la carrera de un Ron Howard que en 2001 se había llevado doble Oscar por Una mente maravillosa y que en su trayectoria poseía títulos de la talla de Willow, Apolo 13, Rescate o Cinderella Man.
El éxito en taquilla de El código Da Vinci daría lugar a dos secuelas: Ángeles y demonios en 2009 e Inferno en 2016, pero, aunque la primera también fue un éxito comercial e incluso recibió mejores críticas que su predecesora, la última de ellas resultó ser un fracaso por partida doble.
Destinada a poner el broche de oro a una saga cinematográfica que no fue brillante pero sí puede considerarse de éxito debido a su 'performance' en taquilla, Inferno se estrenó en el año 2016, 10 años después del debut de El código Da Vinci en cines y tres años después de la novela de la que es adaptación. Al igual que sus predecesoras, el filme estuvo dirigido por Ron Howard y protagonizada por Tom Hanks, pero ni el carisma indiscutible de su estrella protagonista fue capaz de movilizar a un público que ya había dejado la "fiebre Da Vinci" atrás.
En Inferno, el profesor Robert Langdon despierta en un hospital de Florencia, Italia, sin recordar nada y allí conoce a una doctora, Sienna Brooks (Felicity Jones), que se convierte en su nueva compañera de aventuras en la que puede ser la misión más compleja a la que se haya enfrentado nunca: un complot global que involucra una plaga que amenaza con destruir la humanidad y que solo tendrá final feliz si Langdon pone sus conocimientos al servicio de la causa. Lo que quizá no espera es que, en esta ocasión, su enemigo promete estar a su altura.
Con un presupuesto de 75 millones de dólares, el menor de la saga Langdon, Inferno logró recuperar la inversión, pero, con sus 200 millones de dólares recaudados, se quedó muy lejos del éxito comercial de sus predecesoras. Sin embargo, lo peor fueron las críticas, que coincidieron en sus valoraciones ampliamente negativas y le dedicaron algunos adjetivos como "insufrible" o "superficial" que nadie querría ver dirigidos a ninguna de sus películas. En definitiva, el peor cierre posible para una saga que hubiera terminado con más dignidad si nunca hubiera existido una tercera película.