Kenji Yamamoto es un compositor de J-pop y bandas sonoras de anime que finalmente consiguió uno de los sueños de cualquier creador de música para series de segunda: ser fichado en Dragon Ball y tener una oportunidad para mostrar sus talentos. Solo había un problema. Realmente, su verdadero talento era... el de plagiar a otros. Y no es una exageración ni un decir: hay seis temas que hizo para el anime claramente sacados de otro sitio y otros siete más de la saga de videojuegos Budokai. Como para lanzarle un kamehame.
A ver si nadie se da cuenta
El compositor original del anime, Shunsuke Kikuchi, decidió no volver al mismo para su versión recortada, Dragon Ball Kai, así que en Toei decidieron coger a un autor de series super sentai que además había participado en un buen montón de videojuegos desde la época de Super Nintendo: alguien confiable como Kenji Yamamoto. Solo había un problema: Yamamoto se "inspiraba" demasiado en otras canciones. Por ejemplo, en los videojuegos que hizo basados en Dragon Ball había versiones libres y no acreditadas de Pink Floyd, Black Sabbath o Stratovarius. Pero en el anime se implicaría más, ¿no?
De hecho, redobló sus esfuerzos. Tanto, que acabó plagiando a James Horner y su banda sonora para Avatar, a Danny Elfman en Terminator Salvation o, directamente, canciones de Led Zeppelin. La broma había llegado demasiado lejos, y en Toei se vieron obligados a, después de que se pisparan del plagio, cambiar todas sus canciones por las antiguas de Kikuchi, echar a Yamamoto a la calle y, en su lugar, fichar a Norihito Sumitomo para que compusiera nuevos temas, que ha continuado desde entonces poniendo música a la saga.
Y ojo, eso no significa que fuera mal compositor: sus temas originales, muchas veces, sonaban mejor que los plagiados y tenían muchísimo más ritmo. El problema es que no se sentó a escribir y creyó, con toda su inocencia, que nadie se daría cuenta de que estaba copiando vilmente a ganadores del Óscar. Francamente, quién tuviera esa confianza en uno mismo.