Las relaciones de las series de televisión suelen caer en el mismo error: la toxicidad. En la práctica, es lo que necesitan los guionistas para alargar la trama durante varias temporadas y mantener enganchado a los espectadores. En realidad lo que se transmite a través de la pantalla suelen ser romances llenos de errores, faltas de respeto y trampas. El mejor ejemplo es Ross y Rachel, de Friends, una pareja que recordamos con cariño pero cuya trayectoria está cargada de situaciones por las que nadie debería pasar.
En todo este batiburrillo de relaciones de psicólogo hay una excepción: Lily y Marshall, de Cómo conocí a vuestra madre. Los personajes de Alyson Hannigan y Jason Segel son de los pocos que no atraviesan esa fase tan odiosa del 'te quiero - no te quiero' y podemos aprender muchas lecciones de ellos. Analizamos por qué son tan especiales en una nueva entrega de SensaCine Animado.
Ted Mosby (Josh Radnor) lleva a cabo nada más y nada menos que 36 intentos por encontrar a su pareja ideal, siempre con ese trasfondo romántico aprendido de las películas. Por otro lado, Marshall y Lily, con su relación sólida, le estaban enseñando lo que tenía que hacer. Él les mira con admiración, y hasta envidia, pero es incapaz de desentrañar su secreto. "Lo que pensé por un segundo que tú y yo teníamos… Lo que sé que Marshall y Lily tienen… Quiero eso. De verdad. Sigo esperando a que pase, y sigo esperando a que pase… Supongo que estoy cansado de esperar…", decía el protagonista.
Ted, erróneamente, cree que su alma gemela cae del cielo por sorpresa y es alguien que debe cumplir una larga lista de características, hobbies y gustos que tiene que tener su media naranja, como si esa persona tuviera que tener el linkedin y el currículum ideal para encajar en la oferta de amor de Ted Mosby. Pero Lily y Marshall, capítulo tras capítulo y temporada tras temporada, nos demuestran que ni los hobbies en común, ni las casualidades, ni el destino, son la clave de una relación de amor profunda y duradera. Encontrarse es la parte más fácil, pero que la relación se mantenga a lo largo del tiempo… ¡En realidad es lo más difícil!
Lily y Marshall, al comenzar la serie, ya llevan 8 años juntos. El hecho de que Lily y Marshall tuvieran una relación asentada desde el inicio de la serie, ha permitido a los guionistas crearles arcos argumentales mucho más complejos, ricos y profundos sobre las diferentes problemáticas que tiene que surfear una pareja en el siglo XXI: problemas económicos, responsabilidad familiar y de pareja, carreras profesionales propias además de ahondar en sus problemas de identidad tanto dentro como fuera de la pareja. Esto hizo que su relación fuera mucho más verosímil que, por ejemplo, Chandler y Monica, sus supuestos predecesores.
No es casualidad. Marshall y Lily están directamente inspirados en Craig Thomas, uno de los creadores de la serie, y su mujer Rebecca. Se inspiró en su propio matrimonio para escribir a estos encantadores personajes, lo que hace que la esencia de su relación parta de un lugar muy distinto y muy personal, pero sobre todo, más real.
Las claves de una relación duradera
Mientras que vemos a Lily y Marshall resolver sus conflictos mediante el diálogo y la comprensión mutua, sus otros tres amigos parecen no aprender ni a comunicarse ni a gestionar sus emociones, ni las suyas ni las del otro, recurriendo a tácticas infantiles e inmaduras. En contrapartida, vemos cómo Lily y Marshall se sumergen en sus conflictos de lleno, teniendo conversaciones difíciles e incómodas, que ninguno de sus amigos es capaz de tener. Lily y Marshall no son perfectos el uno para el otro, pero se esfuerzan en serlo y buscan las maneras de llegar a un punto medio en cada fase de su relación y en cada conflicto.
Lily y Marshall tienen una relación única. Lejos de quedarse anclados en convenciones sociales, buscan siempre hacer las cosas a su propio modo. Nadie tiene la verdad o el manual perfecto sobre cómo tener una relación perfecta (y quien diga que la tiene, miente), y es imposible que exista porque todas las personas son muy diferentes y tenemos necesidades completamente distintas. Y la clave es que Lily y Marshall reconocen esas necesidades el uno al otro, se escuchan y lo aceptan.
Por otro lado, tienen pequeñas costumbres, como decirse cada día qué han comido ese día, o dejarse notas en los almuerzos, de modo que cada vez que lo hacen, recuerdan el largo recorrido que han pasado juntos a lo largo de años y años.