Hace casi cuarenta años escoger un estudio de anime no era tan complicado como ahora: solo unos pocos ofrecían calidad excelsa y otros, como Toei, sacaban el trabajo a tiempo semanalmente. Es más: con calidad, al menos por aquel entonces. De hecho, en los 80 e inicios de los 90 lanzaron Galaxy Express 999, Caballeros del Zodiaco y Sailor Moon. Vamos, que si querías ser alguien en el mundo del anime tenías que confiar en Toei. Y Akira Toriyama lo hizo ciegamente durante siete series y 22 películas distintas. Pero es inevitable que los fans pensemos en qué pasaría si otro estudio más audaz cogiera las riendas hoy en día.
El mappa del anime perdido
Si no sigues la actualidad del anime es posible que MAPPA no te suene a nada. Pero si lo haces, podrás recitar de corrido algunas de sus obras más antológicas, como Jujutsu Kaisen, Dorohedoro, Chainsaw Man o la temporada final de Ataque a los titanes. En sus casi trece años de existencia se las ha arreglado para convertirse en el estudio al que todo el mundo quiere acudir, convirtiendo en magnífica cada cosa que tocan, como, por ejemplo, Oblivion Battery.
Oblivion Battery es un clásico spokon de béisbol en el que un famoso bateador pierde la memoria y debe empezar desde cero en un equipo que nadie conoce. Mucha emoción, mucho deporte y, por supuesto, algo de comedia hacen de este uno de los anime de la temporada. Bien, pues en su episodio 3 y por sorpresa ha aparecido Son Goku durante diez segundos, escenificando la furia de su protagonista. Era un homenaje a la muerte de Akira Toriyama, pero los fans no han parado de hacerse la misma pregunta: ¿Cómo sería Dragon Ball rehecho por MAPPA?
No es una idea tan loca: al fin y al cabo, Wit Studio ya está trabajando en The One Piece, el remake de los primeros episodios de la mítica serie, y quizá Toei quiera probar una nueva perspectiva si Dragon Ball Daima no termina de funcionar y Dragon Ball Super tarda en volver. De momento, ha quedado claro que MAPPA se postula para rehacer la infancia de Goku. Ahora solo falta sentarse a negociar. Crucemos los dedos.