La primera vez que vimos dragones en Juego de Tronos nos volvimos locos. Todos empezamos a adorar a Daenerys, la que no arde, madre de dragones, sin imaginar lo que el destino iba a darnos, tanto con la Targaryen como con sus, digamos, mascotas. En HBO son perfectamente consciente de que los dragones mueven a gran parte del público de la saga, y por eso decidieron adaptar, entre todas las posibilidades de precuelas y secuelas, La casa del dragón. Porque un montón de dragones siempre es mejor que tres.
Todos a casa, que viene el dragón
Y, por supuesto, George RR Martin lo dejó todo atado y bien atado al escribir Fuego y Sangre, la novela en la que se basan estas temporadas. En ella habla de Vhagar, el dragón de Aemond Targaryen, majestuoso volando el cielo, pero también el más antiguo de todos los que hay en los Siete Reinos con 180 años. Y, por supuesto, la serie le ha reflejado de manera maestra.
Concretamente, hay un plano en el episodio 2 de la temporada 2 el que Vhagar vuela y podemos ver sus alas repletas de agujeros. Pero, ¿por qué? ¿A qué se debe? Según el libro, se trata de una criatura que ha luchado al menos en dos de las mayores batallas de la historia, el Baile de Dragones y la Rebelió de la Fe Militante. Dicho de otra manera: a su edad, ¿cómo no va a ser diferente a todos sus compañeros? Eso sí: que no os engañen sus agujeros. Su furia es también descomunal.
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De hecho, en La casa del dragón nadie puede acercarse ni lejanamente al poder de Vhagar, ni siquiera aquellos que se le acercan en tamaño. Sin embargo, la furia no lo es todo y aunque los Verdes parecen salir con ventaja, Aemond aún no ha ganado la batalla final.
