Ojalá hubiera una romántica historia detrás de la creación de Embrujadas, pero lo cierto es que es absolutamente algorítmica: en 1998, la cadena The WB estaba buscando un nuevo drama sobre brujería después del éxito de Jóvenes y brujas y Prácticamente magia, y contactó con la productora de la serie El séptimo cielo, que entonces era un exitazo, para que se inventara algo. Pero sin escobas, varitas, gorros picudos y narices con verrugas. Su creadora, Constance M. Burge, descubrió entonces la wicca. Y el resto, como se suele decir, es historia.
¡Por el poder de tres!
Lo curioso es que la serie podía haber sido muy diferente, pero tuvo que virar en el último momento porque el productor ejecutivo se preguntó quién querría ver una serie sobre tres brujas (respuesta que sabemos ahora: muchísima gente). Burge se vio obligada a cambiar el foco de Embrujadas y se convirtió en "tres hermanas que son brujas en lugar de tres brujas que son hermanas". Se rodó un piloto, sustituyeron a Lori Rom por Alyssa Milano y ya estuvieron listos para probar suerte en el complejo mundo de la televisión noventera.
Y menos mal que lo hicieron: Milano se convirtió en un éxito inmediato que duró todas las temporadas e incluso sobrevivió a la huida por patas de Shannen Doherty en la temporada 3. En parte, porque se atrevía a hacer de todo. Por ejemplo, en el capítulo 3, cuando las chicas están sentadas en el sofá al final viendo vídeos caseros, es ella la que interpreta a su madre, Patty Halliwell, que normalmente interpretaba Finola Hughes. Nadie se dio cuenta.
Embrujadas duro 178 episodios entre 1998 y 2006, demostrando que había un gran público para una serie de tres brujas. Y en parte su éxito vino de que estaba muy bien preparada: fue la única serie de la televisión en contratar a un demonólogo que consultaba dudas sobre cómo se comportarían realmente los demonios. A eso se le llama atención al detalle.
