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    "Siempre creímos que esta historia iba a servir de espejo de nuestra sociedad": 'Lucrecia', un crimen que sacudió España en los 90 pero había caído en el olvido
    Alicia P. Ferreirós
    La vida con Amazon, Netflix, HBO o Disney+, la vida mejor. Le gusta perderse en los catálogos en busca de nuevas obsesiones y joyas escondidas.

    La serie documental 'Lucrecia: Un crimen de odio' ya está disponible al completo en Disney+.

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    El 13 de noviembre de 1992, Lucrecia Pérez, una mujer dominicana de 33 años que apenas un mes antes había emigrado a España en busca de una vida mejor, fue asesinada en las ruinas de una antigua discoteca en el barrio madrileño de Aravaca en las que residía junto a otros compatriotas. Aquella noche cuatro hombres enmascarados irrumpieron en el antiguo local, antes conocido como Four Roses, dispararon de forma indiscriminada contra los dominicanos que se encontraban cenando en el lugar y se marcharon a toda velocidad en su coche. En el tiroteo, Lucrecia resultó muerta y Augusto César Vargas fue herido de gravedad.

    Aquel impactante suceso, que ya ha cumplido 30 años, causaría una enorme conmoción en la sociedad española y provocaría una reacción social sin precedentes hasta la fecha: el asesinato de Lucrecia sería considerado como el primer crimen racista en España y, a raíz del juicio, el Código Penal incluyó la circunstancia agravante de xenofobia.

    A pesar del debate social que generó el crimen y del revuelo mediático, que ocupó cientos de horas de televisión, tres décadas después de la muerte de Lucrecia Pérez el crimen ha caído en el olvido y, al contrario que otros casos mediáticos como el crimen de Alcàsser, acontecido el mismo año, muchos no habíamos escuchado nunca hablar de Lucrecia Pérez, que fue el trágico resultado del aumento del racismo en España en los 90 y del surgimiento de movimientos de ideología nazi y de extrema derecha en nuestro país.

    Lucrecia: Un crimen de odio
    Lucrecia: Un crimen de odio
    Fecha de estreno 2024-06-27 | 32 min.
    Series : Lucrecia: Un crimen de odio
    Ver en Disney+

    Y precisamente sacar del olvido el crimen de Lucrecia fue uno de los objetivos de Lucrecia: Un crimen de odio, una serie documental de cuatro episodios que acaba de estrenarse en Disney+ y que narra el asesinato de la Lucrecia Pérez y su investigación y juicio posterior, a través de material de archivo inédito y testimonios de la familia y amigos de la victima, así como de los policías, abogados y jueces que investigaron el caso, periodistas y otros testigos.

    Producida en colaboración con el grupo JWProductions, Lucrecia: un crimen de odio está dirigida por David Cabrera y Garbiñe Armentia, con quien SensaCine ha tenido la oportunidad de charlar sobre la nueva docuserie de la plataforma.

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    "Conseguir que una historia de hace 30 años mueva preguntas en el presente"

    "Descubrir que Lucrecia conmocionó a la sociedad española y que, sin embargo, había quedado un poco opacada en la memoria", nos explica David Cabrera sobre lo que les hizo fijarse en la historia de Lucrecia Pérez hace ahora ya tres años, en 2021, cuando comenzaron a trabajar en el proyecto. "Hechos como las Olimpiadas son una memoria mucho más amable de lo que eran los años 90, de la imagen de que éramos muy modernos, y sin embargo estaba esta historia mucho más oscura. Había una parte de la sociedad, la que lo vivió, que guarda el recuerdo y la conmoción, pero desde luego había toda una generación de gente joven, que nació después de los 90, a la que probablemente le resultaba ajena". "Sin embargo -continúa-, en cuanto empezamos a revisar el archivo, sentimos pronto que tenía una enorme vigencia, que cuando veías no solo los hechos que narra la historia, sino las imágenes, las expresiones políticas y sociales en la calle, los carteles que colgaban las organizaciones... Era como: 'Esto es hoy".

    P. ¿Contar una historia como la de Lucrecia puede contribuir a la reflexión en el escenario actual de resurgimiento de la extrema derecha?

    Garbiñe Armentia: Lo que siempre hemos creído es que esta historia iba a servir de espejo de nuestra sociedad. Creemos firmemente que el espectador podrá reflexionar sobre el propio presente y que además lo hará desde diferentes perspectivas. Porque hay muchos temas: está esta pregunta acerca del racismo y si somos racistas o no lo somos. Está esta pregunta acerca de los movimientos de extrema derecha, sobre hasta qué punto hay un resurgir de la extrema derecha en la juventud, qué les llevaba en aquel momento a unirse a grupos skins... No sé si puede ayudar a la reflexión, pero como mínimo el hecho de mirar una historia de hace más de 30 años sí que moverá preguntas acerca del presente.

    P. Además de contar la historia de Lucrecia, la serie documental elabora un retrato de de la sociedad de la de la época. Escenas como ver la Plaza de los Cubos de Madrid llena de skinheads me ha conmocionado mucho. ¿Qué es lo que a vosotros más os ha llamado la la atención o sorprendido mientras estabais en el proceso de documentación y en las entrevistas?

    David Cabrera: Algo que hemos vivido, cuando hemos hablado con muchísima gente, que algunas aparecen en el documental y otras muchísimas no, era cómo reaccionaba la gente a la historia de Lucrecia. Por ejemplo, cuando hablabas con la gente que vivía en el Madrid de los 90 de la Plaza de los Cubos, automáticamente como un resorte te explicaban que era un lugar a evitar. Qué daba miedo, que te daban palizas. Todo el mundo conocía a alguien a quien le habían dado una paliza.

    Yo soy de Barcelona, crecí en los años 90 y en Barcelona era exactamente igual. Es decir, no era solo ajeno de Madrid, era algo que había en la sociedad española. Eso sin duda nos llamó la atención. Y luego la reacción social masiva, multitudinaria choca verla, porque yo la tenía olvidada. Yo tenía 16 años en ese momento y sin embargo no recordaba que toda España había salido a la calle por el crimen de Lucrecia.

    Siempre nos hemos estado preguntando qué llevaba a tres chicos a verse implicados en un crimen de una mujer que ni conocían

    G.A. También siempre ha sido una pregunta que nos inquieta es pensar en que tres de los condenados, de los culpables, eran menores de edad, tenían 16 años. Siempre nos hemos estado preguntando qué llevaba a tres chicos a verse implicados en un crimen de una mujer que ni conocían. El motor de la serie ha sido el por qué. Cuál era el contexto que puede explicar que tres chicos acabaran matando a una mujer que no conocen de nada.

    D.C. Queríamos no solo explicar lo que sucedió, sino ubicar al espectador para que lo viva y eso nos lo proporciona, evidentemente, el material de archivo que sí que conseguía esa situación, ese efecto inmersivo de vivir los años 90. Para quien lo vivió porque estaba allí en reconocerlo y para una generación que no lo vivió en ubicarse en ese lugar y en cómo eran esos años.

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    P. El crimen de Lucrecia Pérez fue muy mediático y eso queda muy claro en la serie documental, pero mucha gente ni siquiera ha oído hablar nunca de ella. Sin embargo, en el 92 mataron a las niñas de Alcàsser y el crimen sigue siendo muy recordado y conocido incluso por gente que entonces no había nacido.

    D.C.: ¿Sabes qué día fue? Esa misma noche fue la que desaparecieron. Dos casos, uno de violencia racista y otro de la violencia contra la mujer. Lamentablemente, dos historias que siguen estando de absoluta vigencia.

    En ese momento, la historia con la que abrían los diarios y que fue seguida a diario por todos los medios y todas las televisiones, fue Lucrecia. La emergencia del caso de Alcàsser fue más tarde y, sin embargo, ha quedado más en la memoria Alcàsser, sí.

    P. Siendo un caso tan mediático, con tantísimo material de archivo, ¿por dónde empezáis a investigar?

    G.A. Lo primero ha sido documentarnos sobre la historia en sí, investigar todo lo que podíamos, pero sobre todo una inmersión absoluta en la historia. En paralelo, buscar el archivo. Primero haciendo una búsqueda muy masiva: ¿Qué hay? Pues todo lo que hay. Y entonces, poco a poco, ir definiendo cómo íbamos a contar la historia, cómo íbamos a contar los hechos. No sucede en tiempo lineal, vamos jugando con la estructura y cada episodio tiene como una línea narrativa. Al final hemos dejado mucho archivo superbonito que no hemos no hemos podido utilizar porque se nos quedaba fuera de las líneas narrativas.

    D.C. De las primeras cosas que hicimos también fue ir a hablar con Kenia, la hija de Lucrecia, y explicarle que queríamos hacer esta historia. ¿Que te parece? ¿Estás dispuesta a participar? ¿Te apetece? ¿Crees que tiene sentido la propuesta? Y realmente ella desde el primer momento fue muy amable con nosotros, muy colaboradora, no solo por lo que nos ha proporcionado, sino por las muchas puertas que nos ha abierto. Todo el mundo quería participar. Nos hemos encontrado con un montón de testimonios, en muchos casos reacios a dar entrevistas, que cuando hablabas de la historia de Lucrecia Pérez decían: 'Sí, en este caso sí'.

    P. Al final, el crimen de Lucrecia marcó un antes y un después a nivel penal, se introdujeron cambios a el Código penal, pero ¿cuánto creéis realmente que a nivel social? ¿También hizo ese clic de un antes y un después?

    D.C. Un antes y un después en cuanto a que sacudió a la sociedad, sin duda. Otra cosa es si de eso se deriva que hubiese una mejora. Si hemos evolucionado, si eso puso fin a los crímenes racistas y desde entonces en España no hay racismo y no ha vuelto a morir nadie por un crimen de odio. Lamentablemente no es así. Ojalá fuese así. No hay eso. Y eso no es una cuestión de una valoración, son hechos estadísticos.

    Si realmente la historia de Lucrecia despertó en aquel momento en la sociedad, esperemos que la vuelva a despertar

    G.A. Y una sensación un poco agridulce. Si realmente la historia de Lucrecia despertó en aquel momento a la sociedad, esperemos que la vuelva a despertar. La despertó, pero no pudo cambiarlo todo.

    D.C. El racismo forma parte de cualquier sociedad, en mayor o menor medida, y nadie es ajeno. Como dicen en la serie, nadie es inmune al racismo. A mí no me sorprende que 30 años después siga habiendo racismo y delitos de odio, sino que me sorprende más que 30 años después nos sigamos haciendo la pregunta. En hacerse la pregunta está implícito un cierto descreimiento de 'Dime, por favor, que en España no somos racistas'. Pues por supuesto que en España hay un problema con el racismo en un porcentaje de la sociedad. No masivo, pero lo hay. Tengo la impresión de que la sociedad española ha instalado una percepción de que en España no hay un problema de racismo. Es decir, niegan la pregunta y eso es lo que sí quizás tiene sentido seguir haciéndose, que nunca dejemos de hacernos la pregunta, porque sería eludir el problema en sí.

    'Lucrecia: un crimen de odio' también tiene esa parte más optimista de ver el sentimiento de rechazo que despertó en la gente, ya no solo después del crimen, sino también antes con el conflicto de la plaza de Aravaca.

    D.C. La mayor parte de la sociedad española, como se vio en la manifestación, salió a denunciar que estaba en contra del racismo, que le espantaba que hubiese matado a una mujer por ser negra y migrante. Nosotros señalamos el conflicto de convivencia que se dio en la plaza de Aravaca, pero sin que eso defina a toda la sociedad.

    Y hay que tener también una cosa en cuenta: en el año 92, en la sociedad española y desde luego en el barrio de Aravaca, barrio acomodado, no éramos muy multiculturales. No estamos acostumbrados a la presencia de gente de otras culturas, gente negra. Entonces no intentamos tampoco señalar con el dedo, eso que quede claro. Ahí se produjo un conflicto de convivencia. La molestia existía, era indudable. A nadie le gusta que se le junten 200 personas debajo de su casa porque hace ruido, sean de la nacionalidad que sean. Otra cosa es si las autoridades dieron una respuesta adecuada para intentar acomodar esa realidad intentando que no hubiesen esas molestias.

    Se fue creando un clima que funciona casi como un manual de instrucciones de cómo se fabrica una bomba xenófoba

    Y otra cosa es cómo ese conflicto de convivencia que se genera en el barrio de Aravaca fue aprovechado por medios de comunicación que caldearon el ambiente, por organizaciones de extrema derecha que aprovechando ese caldeamiento, llegaron a poner carteles... Se fue creando un clima que funciona casi como un manual de instrucciones de cómo se fabrica una bomba xenófoba. Primero hay un conflicto de convivencia que es razonable que pueda darse. Luego llegan medios de comunicación con 'fake news' a intoxicar, a elevar la tensión. Después llegan organizaciones políticas que se aprovechan de ese debate. Y cuando se crea ese caldo de cultivo, cuando se ha puesto eso a hervir, de repente aparecen unos descerebrados y se toman la justicia por su mano y deciden cargarse a alguien.

    En ese momento, todo el mundo se va hacia atrás y dice: 'No, pero yo no tengo nada que ver en esto'. Bueno, quizá deberíamos preguntarnos si todos de alguna manera, en un porcentaje del que sea, contribuimos a veces a generar los climas. Quizá la sociedad española de alguna manera contribuyó a crear el clima suficiente para que eso se diese.

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    La única imagen de Lucrecia Pérez

    P. Habéis contado con anterioridad que uno de los grandes retos fue construir la imagen de Lucrecia, pero no había imágenes de ella.

    G.A. Ha sido uno de los grandes retos de la historia, porque es una serie audiovisual y nuestra voluntad era darle volumen a Lucrecia y tener solamente una fotografía al principio nos pareció una dificultad muy grande. Después pensamos que podía tener sentido proyectar la vida de Lucrecia en todas las otras mujeres que, como ella, habían hecho el viaje de República Dominicana a España y que se estaban encontrando en las mismas situaciones que ella.

    No fue fácil, fue un trabajo laborioso de montaje y creo que lo hemos conseguido. Que Lucrecia vive en todas esas otras mujeres, pero no era obvio al principio. Pero al final, de una dificultad, de algo que era un reto al principio, creemos que que tenía todo el sentido del mundo hacerlo así porque le tocó a Lucrecia, pero por desgracia podría haber sido cualquier otra, cualquier otra mujer.

    D.C. Creo que hemos conseguido además que cinematográficamente sea un relato interesante. Conseguir que tú vivas a Lucrecia a través de una imagen que va cambiando, que son muchas mujeres y que tú percibas que estás viendo a Lucrecia, aunque va cambiando de rostro y de cuerpo.

    Los cuatro episodios de Lucrecia: Un crimen de odio ya están disponibles en Disney+.

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