Antes de empezar el rodaje de La casa del dragón, George RR Martin decidió tener un detalle con el reparto escogido y se puso a firmar libros de Fuego y sangre para enviárselos como detalle. Sin embargo, cuando llegó a casa de Steve Toussaint, se sintió atrapado en medio de una decisión imposible: ¿Leerlo y así saber cómo se lo había imaginado el escritor o seguir a rajatabla el guion? Finalmente, decidió agradecerlo, cerrar el libro, ponerlo en la estantería y no conocer la interpretación de Martin de Corlys Velaryon para darle más realismo.
Piedra tras piedra se hace camino
No es el único que tuvo que ponerse al día: Olivia Cooke, por ejemplo, no había visto un solo episodio de Juego de tronos antes de que la cogieran como Alicent Hightower, y no le quedó otra que ponerse al día a toda velocidad, maratoneando las ocho temporadas para llegar al rodaje convertida en una fan más. Aunque, la verdad, más allá de algunos detallitos (y de compartir, obviamente, línea temporal) tampoco tiene tanto que ver con aquella.
Un ejemplo que podemos ver en esta precuela que no está en los libros ni en la serie original es el momento en el que, en las reuniones del Consejo Privado, todos cogen una bola coloreada hecha de piedra y la colocan en el centro de la mesa. Los rumores sobre qué significan esas bolas recorrieron todo Internet, pero realmente la solución era tremendamente sencilla, como reveló Ryan Condel, el co-showrunner.
Simplemente es como fichar en un trabajo. O sea, burocracia pura en loa Siete Reinos. "Creí que era muy guay. Es una manera de visualizar la formalidad de la cámara del Consejo Privado". Hala, ya podemos eliminar todas las teorías conspiranoicas: siempre fue un detallito más.