Dicen los expertos que, sin la Luna, la Tierra sería muy diferente. Y no solo porque se rompería por completo el ciclo de día y noche, sino porque su gravedad ayuda a estabilizar nuestro clima y forma una parte importante de la creación de las mareas. Sin embargo, en Dragon Ball sirve para una cosa muy distinta: convertir a los Saiyan con cola en monos gigantescos que destruyen todo a su paso, y, por eso, se destruyó varias veces sin que nadie se preguntara después por qué se volvía a hacer de noche como si nada.
Toriyama, que estás en la Luna
El problema del manga de Akira Toriyama con la Luna empezó con Monster Carrot, un villano de los primeros capítulos que era capaz de convertir a la gente en zanahoria y al que Goku envió a vivir a la Luna alargando su bastón mágico. Allí tienen que hacer dulces para los niños durante todo un año, tras el que Goku promete bajarles de nuevo. El problema es que, durante el siguiente torneo de artes marciales, Jackie Chun (Roshi con un disfraz) la destruyó antes de que pudiera cumplir su promesa, aparentemente matando al personaje y sus secuaces.
Dos años después, Goku mencionaba que le quitaron la cola así que la Luna puede ser restaurada, algo que ocurre en Dragon Ball Z... hasta que Piccolo vuelve a destruirla para que Gohan no se transforme, durante el entrenamiento, en el mono gigante. De alguna manera y sin que nadie lo explique, la Luna volvió a aparecer en la saga de Trunks... Pero no volvimos a saber nada sobre Monster Carrot, convirtiéndose en una de las grandes incógnitas de la saga.
Al menos hasta que en Dragon Ball Super nos la solucionaron, al menos en el manga: mientras Merus vuela por el cielo podemos verles de vuelta en la Luna haciendo su trabajo. No hay ninguna explicación del motivo ni de que permanezcan allí, ni de sus (¿dos?) resurrecciones, pero ahí queda la tranquilidad para los fans. Eso sí, no tiene pinta de que vaya a protagonizar una saga dentro de poco...