Javier Giner puso una condición antes de vender los derechos de su libro para hacer una ficción. Él tenía que ser creador, productor ejecutivo, director y guionista. "No por una cosa de ego o de megalomanía vanidosa, sino porque, al final, lo que está contando la serie es mi intimidad más profunda", dice. Yo, adicto, la historia detrás de un proceso de desintoxicación, es la suya. "Necesitaba estar ahí para asegurarme de que se contaba de la manera que yo concebía y que quería contarla. Si no, para mí no tenía ningún sentido que existiese", explica. "Yo tengo que vivir con esta serie el resto de mi vida y, al menos, reconocerme en la pantalla".
Yo, adicto llega a Disney+ -ya disponible al completo en la plataforma de 'streaming'- después de su paso por la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián. La ficción cuenta la historia real de Giner, profesional del audiovisual que decide a los 30 años ingresar voluntariamente en una clínica de desintoxicación tras varios años sumergido en una espiral autodestructiva de adicción al alcohol, las drogas y al sexo.
Fue hace tres años cuando contó su historia al mundo con el libro Yo, adicto. Lo de hacer una serie ni estaba en su cabeza por entonces. "Con toda honestidad, yo siempre he querido ser director de cine, de televisión, pero no es una cosa que yo buscaba escribiendo el libro", reconoce Giner durante el certamen donostiarra. Tras la publicación de la novela en 2021, las ofertas de productoras empiezan a llegar. Giner decidió quedarse con Alea Media, la de Aitor Gabilondo, creador de Patria y, ahora, cocreador de Yo, adicto. "Es una cosa que, de pronto, la vida me lo ha puesto ahí y la oportunidad ha salido de la manera más natural", dice Giner sobre cómo ha terminando ocurriendo la serie.
A la hora de trasladar la historia a la ficción, solo hubo un límite: "Transmitir con la mayor realidad y veracidad posible lo que implica un proceso de desintoxicación, lo que implica una adicción, lo que implica la enfermedad mental y tratarlo con la dignidad y la humanidad que merece".
Como añade:
Los momentos en los que a mí, de alguna manera, me picaba o me dolía o me rascaba o me incomodaba o me producía miedo, pavor, puro pudor… De decir: 'Estoy abriéndome en canal y poniendo mis entrañas para que el mundo se divierta o se entretenga'. Donde había más miedo, era normalmente hacia donde yo iba. Porque creo que ahí, hay algo muy valioso y muy humano
Yo, adicto ha sido, en palabras de Giner, "un salto al vacío", pero tuvo ayuda. "Lo bueno es que, claro, cuando yo he saltado al vacío en plancha he mirado hacia atrás y venían todos conmigo. En ese sentido, la generosidad absoluta y la entrega y el compromiso de la primera a la última persona que ha formado parte de la serie y que la han hecho suya ha sido tremendamente emocionante".
Entre las personas que se han lanzado con él está Oriol Pla. "Fue un proceso de entrega total y de aprendizaje de valentía también y, como de, bueno, de muchísimas cosas", afirma el actor, que se mete en la piel de Giner.
El Javier Giner que no es Javier Giner
Si el paso del libro a serie de televisión ocurrió "de la forma más natural posible", encontrar al actor perfecto para interpretarle lo hizo "de la más clásica posible". Giner tenía ya en la cabeza a Pla, le envió el guion y le pidió a una amiga en común que le explicara quién era. El actor hizo entonces una prueba. "No tuve la más mínima duda", afirma Giner. "Hubo algo dentro de mí, en mis tripas, que dijo: 'Es él'. Y me alegro mucho. Es, probablemente, una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida".
Para Pla, el proceso de personificar a quien tenía detrás de las cámaras fue algo parecido a dejarse a la deriva. "Ha sido una mezcla total en la cual el caos regía su propio orden y nos ha llevado la corriente", indica el actor. "Soltar el control, justamente, quizá, a veces, es la decisión más inteligente". Imitar a Giner no estaba encima de la mesa. Lo que sí lo estaban eran las palabras "habitar" y "encarnar".
Como explica Pla:
Al final, vemos en pantalla a ese Javi Giner que no es el Javi Giner. Es el hijo que hubiésemos tenido Javi y yo
¿Cómo es eso de ver, a través de la cámara, a una persona interpretándote a ti? "Es un poco como una disociación muy loca", reconoce Giner. "Todo lo que se cuenta en la serie, si las heridas no estuviesen cicatrizadas, si yo no hubiese elaborado todo eso, no hubiese podido contarlo".
Giner ya se separó un poco de su historia al escribir Yo, adicto, pero al convertir lo que le pasó en serie la distancia se hizo todavía mayor. "Hablábamos de esa persona que está en la pantalla en tercera persona", recuerda. "El Javier Giner de la pantalla está atravesado por el lenguaje de la ficción. Quiero decir, es una historia real, basada en hechos reales, pero el Javier Giner de la pantalla dice y hace cosas que yo no hice igual. Igual que dice y hace cosas que sí que hice".
Giner ya había hecho catarsis de su historia antes de que Yo, adicto existiera. "No he necesitado hacer esta serie para curarme. Justamente, como estaba curado, he tenido la capacidad de hacer esta serie, pero sí que creo que puede ser una catarsis para el espectador. Y esa sí es una catarsis que a mí me interesa", concluye. "He intentado, que haya un trasvase de emoción pura entre la pantalla y el espectador y, para conseguir eso, digamos que yo me he tenido que desnudar absolutamente y hablarte desde mi alma. Por ejemplo, ahora mismo estoy aquí sentado en el rol de creador, director, no sé qué de Yo, adicto. Claro, en la serie te hablo desde el Javi más escondido, más vulnerable y más íntimo. Y yo creo que cuando hacemos eso y hablamos desde ahí, desde esa humanidad, conectamos".