Como cada 8 de marzo se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer, una jornada para reflexionar y reivindicar el papel de la mujer en la sociedad actual, y como todos juntos podemos igualarlo al del hombre a todos los niveles. Un año más, las mujeres de SensaCine queremos aportar nuestro granito de arena a la lucha haciendo lo que mejor se nos da: periodismo de series y cine.
Juntas hemos decidido hablar de algunas series y películas que nos encantaban -y en algunos casos aún nos gustan- pero cuyo visionado ha cambiado para mal tras volver a verlas con nuestra mirada de 2020. Las obras se producen en un momento dado del tiempo y con los modelos y mentalidades de dicho momento. Es por ello que no podemos juzgar severamente a estos directores por no mostrar a la mujer en una posición igual a la del hombre, pero sí queremos llamar la atención a todos los espectadores y miembros de la industria sobre el machismo imperante en ellas y en otras obras.
'El club de los cinco'
John Hughes es uno de los cineastas que mejor ha sabido captar a los adolescentes lejos de tópicos y dramas sin sentido. El club de los cinco (1985) es una de sus obras más populares y aclamadas en las que la musa del director, Molly Ringwald, muestra el lado más honesto de los jóvenes. Pero la película -una de mis favoritas- está plagada de momentos machistas en los que el personaje de Ringwald está "sometido" por el de Judd Nelson, es un mero objeto de deseo. Desde momentos en los que juzgan abiertamente su físico o su forma de vestir, hasta otros en los que Bender le mete mano sin pudor. Esto es algo que la propia actriz reconoció hace unos años en un artículo para The New Yorker, donde atesora que Hughes era un adelantado a su tiempo respecto a la forma de mostrar el poder y la libertad de la mujer en sus películas, pero que, comparándolo con el presente, aún le quedaba un gran camino por recorrer para dejar su machismo inherente a un lado. Es más, la actriz hace referencia a una escena que nunca se llegó a rodar en la que el profesor de gimnasia aparecía espiando a las alumnas en los vestuarios, y si no se rodó fue porque la madre de Ringwald consideró que era excesiva y Hughes quería que ella se sintiera cómoda en todo momento.
Cristina Vega Garrandés
'Cómo conocí a vuestra madre'
Cuando Cómo conocí a vuestra madre se estrenó en 2005, Barney era el personaje favorito de muchos y muchas. Más de una década después, esa personalidad misógina ya no es trago de buen gusto. Resulta difícil disfrutar de la serie viendo cómo el personaje de Neil Patrick Harris engaña a diferentes mujeres para su propio beneficio, se centra exclusivamente en su físico y, básicamente, rechaza cualquier valor que puedan aportarle más allá del placer en la cama. De hecho, llega a decir que el atractivo físico por una mujer desaparece tras quedarse embarazada. Y lo peor de todo es que se comporta así simplemente porque una chica le trató mal cuando era muy joven, por lo que todas deben pagar por ello.
Sara Heredia Losana
'El último tango en París'
Si nos dicen El último tango en París (1972), inmediatamente aparece en nuestra cabeza la escena de 'la violación', violación real que en su día no lo sabíamos. La película de Bertolucci trajo dos nominaciones al Oscar: una a su director y otra a su actor protagonista Marlon Brando. Dicho sea de paso, tampoco a él le podemos ver como un mito después de saber lo que sabemos y cómo lo ocurrido afectó a la joven Maria Schneider de por vida. Bertolucci quería que la actriz "sintiese la violación, no que la fingiese" y con la complicidad de Brando ejecutaron su plan en pleno rodaje. No todo vale.
Lourdes De Paredes Rincón
'¿Quién engañó a Roger Rabbit?'
"Yo no soy mala, es que me han dibujado así". Jessica Rabbit convencía así al detective Eddie Valiant para que no la juzgara y rebuscara para encontrar a su marido en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?. Con ella, Robert Zemeckis mostraba el arquetipo de 'femme fatale' elevado a la máxima potencia. Tras su estreno en 1988, la frase sigue siendo una de las más recordadas del personaje de animación. ¡Pero vuelve a ver ahora la película! Su vestido y sus tacones te parecerán un suplicio; su cabello cubriéndole la cara, una máscara inaguantable; su voz, una mentira para expresar lo que otros deseaban oír; su cuerpo, un imposible. ¡Y qué infierno tener que contonearse para ir a cualquier parte! A Jessica la dibujó Gary K. Wolf con un propósito, pero ella ya era entonces consciente de su calvario. "No sabe lo difícil que es ser una mujer cuando se está hecha como yo", lamentaba. Créeme, Jessica, ya estamos al tanto.
Andrea Zamora
'Pretty Woman'
Han pasado casi 29 años desde el estreno de Pretty Woman (1990), la película por antonomasia que hizo a la pareja formada por Julia Roberts y Richard Gere una de las más codiciadas por Hollywood. Si has nacido en la década de los 90, seguramente habrás crecido viendo este filme en la televisión. Y aunque en su momento te pareciera una historia romántica en la que un hombre salva y ayuda a escapar a una mujer de su penosa situación, con el paso de los años puede que no te parezca igual de ideal. El simple hecho de que en la cinta se utilice a una mujer para conseguir unos fines ajenos por su belleza, como es el caso de Roberts, que da vida a Vivian Ward, una prostituta que se cruza en el camino del millonario Lewis (Gere), ya es uno de los detonantes que puede hacer replantearte tu opinión sobre la cinta.
Ana Lasso
'Los hombres de Paco'
Todos tenemos alguna serie que podemos considerar nuestro "placer culpable" y he de confesar que Los hombres de Paco es una de las mías, pues me traslada directamente a la adolescencia. Pero se me hace inevitable pensar ahora en aquellas dosis de machismo que se nos mostraban tan alegremente en la pantalla, y es que la historia de Aitor (Mario Casas) y Sara (Michelle Jenner) debería quedar lejos de todos los cánones en cuanto a relaciones: pese a que ella se mostrara continuamente reacia a un acercamiento, él no aceptaba un "no" por respuesta hasta ver cumplido su objetivo. ¡Y encima nos lo pintaban como si fuera lo más romántico del mundo!
Marta Romero
'Sexo en Nueva York'
Sexo en Nueva York aterrizaba en HBO en junio de 1998 y sin duda causó una revolución. Una serie protagonizada por mujeres solteras, independientes, con carreras profesionales de éxito, que hablan de sexo sin tabúes y que... ¡¿buscan desesperadamente el amor!?! Aunque me confieso fan total de la ficción -y también de las dos películas basadas en ella-, ahora me paro a pensarlo y me llegan a la cabeza numerosas situaciones que distan, y mucho, de esa idea de "mujeres al poder" que parecía querer vendernos su creador Darren Star -inspirada en la novela homónima de Candace Bushnell. Carrie volviendo una y otra vez con Mr. Big -yo era de las que quería que fuese el elegido, pero ahora le diría que le mandara a paseo a la primera de cambio; Charlotte consintiendo los repetidos desprecios de su marido Trey; la relación de Samantha con el millonario Richard Wright pese a las infidelidades que este cometía, por no olvidar el hecho de que parece que las mujeres sólo pensamos en comprar zapatos, ropa y todo lo que sea gastar dinero... Después de todo, la única que demostró tener las cosas claras fue Miranda, curiosamente el personaje que menos simpatía despertaba durante la emisión de la serie.
Lorena Vialás
'Dos hombres y medio'
Desde su estreno en 2005, Dos hombres y medio ha sido una de las 'sitcoms' con más éxito de las últimas décadas. Llegamos a pasar en ese momento buenos momentos con Charles Harper y su hermano Alan. Pero ahora resultan bastante irritantes. A pesar de que los protagonistas de la serie son hombres, las mujeres completan la trama... aunque no como nos gustaría. Por un lado, el triunfador Charles utiliza a las mujeres por placer sexual y las deja sin ninguna explicación, lo que da una visión de la mujer como "objeto". Además, la imagen que se da de la exmujer de Alan es de mala persona que se aprovecha de su exmarido. Esto son dos ejemplos de cómo la serie, aparte de relegar a un segundo plano el papel de la mujer, da una imagen machista de nosotras.
María Garzón
'My Fair Lady'
El mito helénico de Pigmalión y Galatea ha sido recreado en multitud de ocasiones, pero tal vez sea la película My Fair Lady del 64, superproducción musical suntuosa y oscarizada, la más famosa de todas las versiones. Adaptación de una obra de Broadway, a su vez traslación de la pieza teatral (1913) de George Bernard Shaw, el filme pone en escena la 'educación' en maneras de Eliza Doolittle, una florista callejera de los bajos fondos londinenses, por parte del profesor de fonética Henry Higgins. La obra original de Shaw finaliza con el triunfo de Doolittle, convertida en una dama de la alta sociedad tras ese proceso educativo (basado, en el fondo, en una cuestión más o menos superficial: un idioma, unos vestidos, unos gestos…), pero Hollywood, y en concreto la película protagonizada por Audrey Hepburn y Rex Harrison, insistió en el final feliz de cuento de hadas, inexistente, por otra parte, en la pieza de Shaw. Ahí está el quid de la cuestión: cómo la fábrica de sueños es capaz de liquidar una obra crítica con el 'statu quo' (de principios de siglo XX, ojo) para transformarla en un futuro matrimonio.
Paula Aranzazu
'16 velas (Sixteen Candles)'
16 velas (1984) de John Hughes comienza con un padre aporreando la puerta del baño con su hija en el interior. El hermano pequeño de esta hace un comentario: "Tiene el periodo. Va a ser una luna de miel interesante". "Bien, el dinero que he invertido [en el colegio] ha valido la pena", contesta un orgulloso padre, que no da crédito a los conocimientos de su hijo. Por si no fuera poco, a lo largo de la película se repiten situaciones igual de denigrantes: el novio que entrega a su novia ebria a un menor de edad sin carné de conducir para que la lleve a casa en coche o la fotografía que se toma con ella para demostrar que han pasado la noche juntos sin su consentimiento. ¿Qué más ejemplos se pueden poner? No te preocupes, dentro de esa película hay más.
Georgina Izuzquiza
'Grease'
Hablemos de Grease (1978) o de cómo Sandy tenía que haber mandado a freír espárragos a Danny desde el primer minuto de la peli. Llevamos décadas viendo y cantando las canciones de Grease y lo cierto es que se tiene ganada su condición de ser una de las películas musicales más icónicas de la historia del cine. Eso no se lo quita nadie. De hecho, solía ser mi 'película romántica' favorita, pero, con tiempo de por medio y unos cuantos años más, no es difícil darse cuenta de que está repleta de mensajes bastante cuestionables -véase que los moratones de Rizzo o el tipo maduro que quiere drogar a la alumna pasan desapercibidos como si tal cosa- y cargada de estereotipos de género, aunque muchos de ellos tienen que verse en su contexto -es una película de los años 70. Yendo al grano, el motivo por el que estoy hablando de Grease para este artículo es que la historia puede resumirse en cómo una chica cambia para gustarle a un chico que, enamorado hasta las trancas o no, se comporta como un imbécil durante toda la película y la trata fatal. Al principio se burla de ella y luego la humilla y 'la caga' constantemente, incluso cuando ya no le importa tanto mantener su imagen ante un grupo de chicos pasados de testosterona que encima también son bastante 'bullies'.
Que Danny también cambia para estar con ella tendríamos que ponerlo en cuarentena, además, porque en la escena final de la película, cuando ve a la 'nueva' Sandy, se quita rápidamente la chaqueta de niño bueno. "Esto ya no me hace falta". Y encima entonando el "I need a man" de 'You're the One That I Want'. Quizá el cambio de Sandy tiene que ver con sus propios deseos y puede hacerse la lectura de que rompe con esa necesidad impuesta de ser una niña buena y no una joven 'ligera de cascos'. Pero la realidad es que lo hace por un tío y que ese mensaje de autoliberación tendría que llevar algunas comillas. Hay que mirarla con perspectiva y sigo adorando Grease. Pero, como nunca me ha gustado eso de "quien bien te quiere te hará sufrir", como historia de amor pierde bastante.
Alicia P. Ferreirós
'Lo que el viento se llevó'
Escarlata O'Hara, que es como se conoció en nuestro país a la Scarlett creada Margaret Mitchell, fue esa joven inquieta que levantaba pasiones en las plantaciones de Tara y de Los cuatro robles, en la Georgia confederada y esclavista de Lo que el viento se llevó (1939). Una niña mimada que consiguió salir adelante a pesar de la guerra, de las penurias y la hambruna, con el ingenio suficiente para lucir bonita con una simple tela sacada de unas cortinas. La mujer que logró sacar de la adversidad a su familia, que remontó un negocio y se hizo inmensamente rica. Claro que la debilidad de Escarlata era Ashley Wilkes, un hombre, un fantasma, cuya existencia no podía hacer sombra ni tan siquiera su matrimonio con Rhett Butler. Y sí, por supuesto que Escarlata manipula a los hombres a su antojo para conseguir sus fines, pero, como bien sabía Rhett, el problema era que no se quería a sí misma, no tenía amor propio.
Penélope Coronado