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    Nunca un mundo distópico fue tan real: por qué 'El cuento de la criada' es símbolo de feminismo y revolución social

    June y el resto de protagonistas de la ficción de Hulu -en España la vemos de mano de HBO- se han convertido en grandes figuras de la cultura popular.

    Este artículo contiene 'SPOILERS' de las dos primeras temporadas de El cuento de la criada

    El cuento de la criada, serie basada en la novela homónima de Margaret Atwood de 1985, se ha convertido en todo un éxito mundial. La ficción encabezada por Elisabeth Moss acaba de finalizar en Hulu su cuarta temporada -en España está al completo en HBO. Aunque la obra de la autora canadiense ya era un 'bestseller', la historia de June/Defred (Moss) en la República de Gilead se ha popularizado todavía más con el estreno de esta adaptación en 2017. Parece increíble que 32 años después de la publicación de sus páginas sigamos viendo los mismos reflejos de la sociedad en los que se inspiró. En SensaCine hemos ahondado en su impacto en el mundo real y, para tener una opinión experta, hemos hablado con Iria Marañón, filóloga hispánica, editora y autora de los libros Educar en el feminismo y Libérate de la carga mental (Plataforma Actual).

    No es de extrañar que El cuento de la criada se haya convertido en todo un símbolo de la lucha feminista en cualquier marcha, huelga o reivindicación. No hay más que meterse en las redes sociales o estar al día de la actualidad social para darse cuenta de que sus frases -como esa de "Nolite te Bastardes Carborundorum" ("No dejes que los cabrones te hagan polvo")- se han puesto en miles de pancartas e incluso tatuajes y de que su vestuario ha sido utilizado como gesto de sororidad en gran cantidad de protestas. El año pasado, la actriz Alyssa Milano se vistió como una Criada para protestar contra Donald Trump. Del mismo modo, en Argentina dominó el color rojo y las cofias blancas en una marcha en la que multitud de mujeres exigían su derecho a abortar. Lo mismo sucedía en Irlanda, mientras que en Croacia algunas activistas salieron a las calles con sus capas rojas para mostrar su disconformidad ante la decisión del Gobierno de no aprobar el Convenio de Estambul para erradicar la violencia de género -finalmente, el Parlamento votó para ratificar la convención. Un año antes, varios estados de EE.UU también escogieron esta temática para numerosos movimientos para reivindicar el poder de la mujer. Y así podríamos seguir con muchos más eventos organizados alrededor del mundo.

    Estos elementos recogen una fuerte carga de significado y unifican los pensamientos de millones de personas en tan solo un icono. ¿Pero por qué ha conseguido convertirse El cuento de la criada en un símbolo? Para comprenderlo, primero debemos conocer de qué va esta historia. La trama está ambientada en la República de Gilead, un estado totalitario y conservador en el que las clases sociales están muy marcadas. Los hombres tienen el poder, en especial los Comandantes, encargados de establecer las reglas y de "mantener el orden" en este lugar. Por el contrario, las mujeres quedan relegadas a un papel muy secundario en cuanto a la carrera política y los altos puestos profesionales. Carecen de autonomía propia y su función social se divide en varias categorías, entre las que destacan:

    Hulu

    Criadas. Son mujeres fértiles que han actuado en contra de la ley de Los hijos de Jacob, la religión que ha llevado a la dictadura. Su única función es la de tener hijos para los comandantes y sus esposas, por lo que son violadas por ellos durante una especie de ritual en el que suele estar presente la pareja al completo.

    Marthas. Mujeres de un bajo perfil social, no casadas y, normalmente, pertenecientes a minorías étnicas. Deben servir a la familia en todo lo necesario y, entre otras cosas, desempeñan tareas domésticas.

    Tías. Adiestran a las Criadas, supervisan sus embarazos y las ejecutan si es necesario. Ya eran fervientes defensoras de la doctrina de Gilead antes de su fundación y son mujeres con mayor poder.

    Esposas. Señoras de su hogar, las mujeres de más alto perfil en Gilead. No obstante, siguen oprimidas y relegadas a un segundo plano por sus maridos, que suelen tener un alto nivel, aunque aun así mantienen un poder similar al de las Tías. Solo pueden optar a Esposas las mujeres consideradas moralmente puras.

    ¿Es 'El cuento de la criada' una historia feminista?

    Iria Marañón nos cuenta que tiene sus dudas a la hora de considerar El cuento de la criada como una historia enteramente feminista. "Sí que creo que hay algo que sí que tiene un trasfondo de crítica social y puede ser considerado feminista. Pero también es cierto que a mí me resultó muy agresiva". ¿Es feminista entonces? "No sé qué decirte, pero sí creo que hay una crítica y que se puede ver como un espejo de lo que ocurre en las sociedades y también una distopía que ahora mismo podemos tener muy clara porque ahora mismo hay movimientos de ultraderecha que parece que quieren quitar derechos a las mujeres [...] En ese sentido, sí que creo que puede ser una crítica muy buena sobre la sociedad y un sistema al que puede parecer que tendemos". Pero, del mismo modo, Marañón insiste en que no ve muy claro hasta qué punto es feminista el hecho de "normalizar esa violencia hacia las mujeres" por mucho que entienda que la historia esté haciendo una crítica sobre nuestro sistema.

    La autora de Educar en el feminismo encuentra una explicación a por qué los lemas y la simbología de El cuento de la criada se han convertido en una parte ligada al movimiento, pues suele ser habitual que las mujeres, en mayor o menor medida, se sientan prisioneras dentro de su propia República de Gilead. "Es como una especie de metáfora de lo que es nuestra sociedad de una forma exagerada. Es una especie de manera en la que nos están explicando cómo funciona nuestra sociedad. Y sí que es cierto que hay una opresión a través del cuerpo de las mujeres, que es lo que ocurre en nuestra sociedad actualmente. La base del patriarcado, la base del sexismo y del machismo es ese control del cuerpo de las mujeres. Entonces, en ese sentido, creo que da en el clavo profundamente. Y por eso creo que mucha gente lo ha reconocido como un alegato feminista […] Todo lo que ocurre son símiles de lo que ocurre en nuestra sociedad. De una forma más exagerada y más grotesca, pero es un símil".

    ¿Guerra entre mujeres? En busca de la sororidad

    En Gilead, no se trata de vivir, sino de sobrevivir. En un lugar opresor, donde todo se rige por la ley del miedo, es muy difícil tener aliados. Cada uno mira por sí mismo, dispuesto a vender al de al lado si con eso es capaz de salvar su cuello. Y, entre todo este horror, están las abrumadoras represalias que los habitantes de la República pueden recibir a la mínima ocasión. Nadie está a salvo.

    Hulu

    Pero no. Efectivamente, eso no es vida. Antes de Gilead, los ciudadanos de los EE.UU vivían en una sociedad algo más libre. June (Elisabeth Moss) se crio con su madre Holly, una comprometida activista por la causa feminista. June tenía la libertad necesaria para tomar sus propias decisiones: ser madre y mantener además un importante puesto de trabajo. Su mejor amiga, Moira (Samira Wiley), abiertamente lesbiana, podía disfrutar completamente de su sexualidad. Pero todo eso se acabó de golpe y porrazo para dar paso un terrorismo de Estado en el que fueron totalmente privadas de esos derechos y dejaron atrás años y años de lucha en un solo momento. Las mujeres han quedado prácticamente relegadas a la función de ser madres y procrear. De hecho, se les impone este deber. Ellas no valen. Lo que valen son sus cuerpos. Y, por si fuera poco, en este sistema de clases en el que ellas están directamente a la sombra de los hombres todas parecen estar contra todas. Por ejemplo, las Tías están legitimadas para castigar y, si es necesario, ejecutar; las Esposas permiten ciertas cosas de las que mejor ni hablamos, y las Criadas, de tanto pánico, incluso deben abstenerse de hablar las unas con las otras.

    Pero no nos engañemos. Todo esto es fruto del sistema heteropatriarcal impuesto en Gilead. Así es mucho más fácil controlar y mantener a raya a aquellos que reclaman lo que es suyo: sus derechos, sus libertades, su dignidad... "[En El cuento de la criada] hay mujeres que están en puestos de poder que ejercen la misma opresión hacia las mujeres", subraya Marañón. "Y eso es interesante porque es una cosa que reafirma lo que decía Simone de Beauvoir: "El opresor no sería tan fuerte si no tuviera cómplices entre los propios oprimidos". Y es lo que ocurre en nuestra sociedad actual también".

    Todo esto lo experimentamos de primera mano gracias a June, cuyo mundo da un giro de 180 grados. Paradójicamente, esta mujer que antes se ganaba la vida como editora de libros ahora no puede ni leer ni escribir, como tampoco puede hacerlo ninguna mujer de Gilead, pues está penado con la amputación de una mano. Ni siquiera Serena (Yvonne Strahovski), que debería tener mayor poder como Esposa, se libra de ello. Sin ir más lejos, en la segunda temporada veíamos cómo le cortaban un dedo tras ser castigada por su propio marido. Pueden parecernos medidas extremas e impensables, pero debemos recordar que en países como Arabia Saudí o República Democrática del Congo muchas mujeres siguen necesitando el permiso de sus maridos o padres para estudiar o trabajar. Y, dentro de algunos matrimonios nigerianos, los hombres pueden maltratar a sus mujeres para "corregir conductas".

    Aun así, en El cuento de la criada vemos, finalmente, un ejercicio de sororidad. De manera clandestina, muchas mentes han despertado y con ellas las esperanzas de acabar con esa locura. Poco a poco, a pequeños pasos, las mujeres iban dejando ver que no estaban nada conformes con lo que allí está sucediendo. Empezando por una red secreta de cartas en las que cada Criada contaba sus propias experiencias hasta un ataque suicida en un arrebato absoluto de desesperación por gritar "basta". Recuerda también ese final de la segunda temporada con esa maravillosa organización de Marthas que trataba de ayudar a salir de aquel lugar a aquellos que más lo necesitaban. Se acabó la obediencia. La sororidad se impone porque todas están luchando por lo mismo. Incluso Serena renuncia a su deseo de ser madre, pues comprende que no puede criar a un bebé siguiendo las bases de ese sistema.

    Nunca deberían habernos dado uniformes si no querían que fuéramos un ejército

    Y, ¿por qué este asunto es tan importante? "Creo que la sororidad es fundamental. Creo que en un sistema patriarcal en el que las mujeres estamos oprimidas por el colectivo de hombres es importante que nosotras nos unamos", opina Marañón. "Es importante que nosotras nos entendamos. También que nos apoyemos y que pensemos. Eso es la sororidad. Ese hermanamiento, ese entendernos entre nosotras para luchar por el mismo objetivo. Es un poco la idea de la sororidad y sí que me parece fundamental e importante. Además, en un sistema como en el que estamos nosotros en la sociedad actual y como el que aparece en la serie, es la única manera de poder revertir el orden social. La única manera es uniéndonos las mujeres y luchando contra eso".

    ¿Realidad o ficción?

    La República de Gilead comienza de manera paulatina: las cuentas bancarias de las mujeres quedan congeladas, empiezan a perder sus puestos de trabajo... Más tarde, los habitantes de los EE.UU se ven perseguidos para acatar todas las leyes del nuevo sistema. ¿Te suena de algo? Podríamos decir que toda esta situación se asemeja a la que se suele dar en las dictaduras y movimientos totalitarios. Incluso, aunque esta historia transcurre, técnicamente, en un mundo distópico, a decir verdad, no se sitúa tan lejos de la realidad. La propia autora define su obra como "ficción especulativa", un término que, sin duda, se ajusta mejor a lo que nos están contando. Atwood se inspiró en las situaciones que viven algunos países todavía o que se han dado hasta hace muy poco. De hecho, esta historia no trata solo sobre los derechos de las mujeres, sino de las personas en general, pues algunos colectivos representados también sufren represalias.

    La actriz Elisabeth Moss hizo unas declaraciones al respecto durante el Tribeca Film Festival de 2017 y después tuvo que corregir sus palabras. En un primer momento, la ex de Mad Men aseguraba que, para ella, El cuento de la criada no era feminista. "Es una historia humana porque los derechos de las mujeres son derechos humanos. Nunca esperé interpretar a Defred desde una perspectiva feminista". Dos meses más tarde, Moss aprovechaba la oportunidad que le brindaba The New York Times para retractarse y explicarse mejor.

    Lo que debería haber dicho es que no es solo una historia feminista, sino que también es una historia humana. Obviamente, ['El cuento de la criada'] es ante todo una historia feminista. Interpreto a una mujer a la que le han arrebatado a su hijo y su familia. Todos sus derechos como mujer le son despojados. Es esencialmente una prisionera

    En Gilead, las mujeres ni siquiera tienen el poder de decidir con quién pasar el resto de sus vidas o con quién mantener relaciones. Lo vimos en los jóvenes Eden (Sydney Sweeney) e Isaac (Rohan Mead), una pareja que terminaba con el peor de los destinos después de que ambos intentaran huir para vivir su amor cuando ella era víctima de un matrimonio concertado. Del mismo modo, Emily (Alexis Bledel) también sufría una mutilación genital como castigo por su condición de homosexual, algo que recuerda mucho a lo que sucede en algunos países, especialmente de África, donde las niñas padecen la ablación de clítoris como rito de iniciación a la edad adulta o por "motivos culturales" -en 2016, el Parlamento Panafricano prohibió estas prácticas en sus más de 50 estados miembros.

    Hulu

    Las Criadas en Gilead solo tienen el papel de traer al mundo bebés. No cabe otra opción. Para ello, tienen tres oportunidades en tres casas diferentes a lo largo de dos años. Si no lo logran, serán enviadas a las colonias -un lugar donde las personas ejercen durísimos trabajos forzosos bajo condiciones inhumanas. Pero, si lo logran, serán obligadas a entregar a sus hijos a otros. Por lo que ninguno de estos caminos parece el ideal para ellas. Además, siempre se considerará culpa de la Criada si esta no logra quedarse encinta; nunca del hombre, a pesar de que, como explicaba el ginecólogo de Defred, que clandestinamente se 'ofrece a fecundarla' en la primera temporada, muchos Comandantes son estériles. "Estéril. Esa es una palabra prohibida", decía ella, consciente de que en esta República bajo ningún concepto se puede hablar del hombre de aquella manera.

    Marañón lo tiene bastante claro. "Tiene muchas cosas que son extrapolables a la sociedad en la que vivimos. Los roles de las mujeres están muy limitados. Llevan uniformes que les dicen cuál es su lugar en la sociedad. Los hombres tienen el control de sus cuerpos. Dentro de las mujeres hay distintos roles que coinciden con roles de las mujeres en nuestra sociedad actual: hay cuidadoras, las hay que solo están para satisfacer a los hombres, otras que son las que gestan los hijos… En ese sentido sí que es verdad que me parece que hay mucha similitud, obviamente de una forma exagerada".

    También manifestaba su opinión sobre este tema el actor Joseph Fiennes, quien encarna a Fred Waterford, uno de los Comandantes. En una entrevista con SensaCine, decía que no debíamos olvidar que, en realidad, todo lo que veíamos en pantalla estaba pasando en otros países. "Hay temas como pueden ser el sistema falocrático o las tasas de nacimiento. Solo tienes que mirar lo que está pasando en Chechenia con la comunidad gay, la tortura; solo tienes que mirar Boko Haram y el secuestro de 200 estudiantes inocentes. Y la sociedad de violación que vemos en la serie significa, en mi opinión, que no vivimos en una sociedad suficientemente civilizada y moderna".

    Sigue educándote en el feminismo más allá de 'El cuento de la criada'

    Hemos querido aprovechar la oportunidad y pedirle a Marañón algunas opciones con las que seguir educándonos en el feminismo mientras disfrutamos y nos entretenemos en nuestro tiempo libre. Ante todo, ha destacado que es muy difícil encontrar productos de ficción enteramente feministas, pero no ha dudado en facilitarnos algunas recomendaciones que considera que, como mínimo, "cuestionan el sistema, se acercan a la ideología feminista o, al menos, no son argumentos sexistas y misóginos".

    Teniendo todo esto en cuenta, si te gustan las series, deberías darle una oportunidad a Big Little Lies. Si eres más de películas, Mujeres del siglo XX, Sufragistas y Roma deberían entrar en tu lista. Aunque si lo que prefieres es ponerte a leer una buena historia, deberías apuntarte los libros Una habitación propia (Virginia Woolf), El verano sin hombres (Siri Hustvedt) e Insolación (Emilia Pardo Bazán). ¿Que pasas de ficción? En ese caso, Marañón también te propone algunos documentales como She's beautiful when she's angry, Miss Representation y Retratos del feminismo.

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