Da la sensación de que Vicky Luengo es esa amiga que siempre tiene planes. Atiende la llamada de SensaCine casi a última hora, a las pocas horas de haber contactado con ella y en el único hueco libre que tiene justo antes de volver a rodar. Eso nos lleva a pensar que coge la vida por los cuernos. Si hay que hacer algo, mejor hacerlo ya.
A simple vista, es una mujer menuda y joven, una apariencia que no encaja con la de alguien capaz de destapar una trama de corrupción en la policía nacional gracias a su constancia. Es lo que hace Laia en Antidisturbios, un personaje que persigue la verdad de manera implacable y sin que nadie pueda derribarla. Y mira que lo intentan. Hablando con Vicky Luengo, comprendemos por qué Rodrigo Sorogoyen se fijó en ella para el papel protagonista.
Luengo es el tipo de persona que le sale una audición para una película francesa y, antes de decir que no, hace un intensivo de francés para poder trabajar en ella. Así fue, al menos, como terminó en Carmen, una TV Movie dirigida por Jacques Malaterre para el país galo. No parece conocer el miedo ni la pereza. "Me encantan los retos, me encantan las cosas que dan miedo o que me hacen crecer. No solo crecer a nivel de actriz, también a nivel personal.
Todo lo que para mí implique salir de la zona de confort es una cosa que me pone mucho. Así que se podría decir que voy de cabeza hacia los retos
También es el tipo de persona que, entre rodaje y rodaje, opta por hacer cursos de dramaturgia teatral para aprender todo lo posible sobre su profesión y dar siempre el máximo. "Pienso que es importante no creer que lo sabes todo porque nunca nadie lo sabe todo y porque me parece aburridísimo considerar que no tengo nada más que aprender. Entonces, de vez en cuando, miro algo a lo que me interesa apuntarme", afirma Luengo, antes de añadir que su mayor formación es ver películas.
Todos esos universos que te enriquecen como persona, considero que te acaban enriqueciendo como actriz
No sabe en qué momento se enganchó al cine porque siempre ha estado inmersa en él. Cuando era pequeña, le fascinaba hacer teatro porque le divertía. "Me sentía muy libre, sentía como la libertad que me daba el poder hacer personajes diferentes y el poder vivir vidas que no conocía", recuerda. Esa capacidad de transformarse en otras personas y de entender diferentes realidades es lo que le atrajo en su momento y lo que le sigue enganchando aún hoy. Ahora que ya es adulta, aprovecha esa oportunidad de vivir otras vidas para intentar aprender algo de la experiencia.
"Una de las cosas que me atrae más es la posibilidad que me brinda de entender más mi alrededor y de contar historias que hagan que la gente que las ve sea un poquito más tolerante, que entienda un poquito más su alrededor y le haga recapacitar sobre cosas", admite la actriz.
Asegura no haber crecido con referentes, pero valora mucho la interpretación de otras mujeres. Esas compañeras de profesión que le dejan con la boca abierta y le hacen querer aprender más y trabajar sus habilidades. Reconoce que se quedó fascinada con Gena Rowlands en Una mujer bajo la influencia (1974) y Holly Hunter, protagonista de El piano (1993), pero ha preferido seguir su propio camino, sin tener un modelo a seguir claro. Su referente siempre ha sido expandir sus límites como intérprete.
A fuerza de tesón y perseverancia, Luengo ha trabajado sin descanso como actriz, en series, obras de teatro, películas, cortometrajes... Cualquier proyecto que le interesase. Desde que acudía a clases extraescolares de teatro y no lo veía como una profesión a la que pudiese dedicarse en serio, hasta que un día, interpretando Una historia catalana en el Teatro Nacional de Cataluña, vio a su madre aplaudiendo entre el público y se dio cuenta: "Ya soy actriz".
Su madre, que hizo todo lo posible para que la niña pudiese dar teatro a pesar de no poder permitirse pagar tantas extraescolares -iba a una escuela, además de dar clase en su colegio-, ha visto como la pequeña crecía hasta convertirse en una de las actrices revelación de los últimos años. En 2015 ganó el premio a Mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Nueva York por Born. En nuestro país ha sido ahora, a raíz de Antidisturbios, cuando la vemos desfilar por diferentes alfombras rojas como nominada -en 2021 a los Forqué y Feroz por su papel en la serie de Movistar+.
Tras pegar el pelotazo en plena pandemia, la actriz ya mira hacia sus nuevos proyectos. Algunos están en plena preparación, como El doble, el segundo episodio de Historias para no dormir en la que vuelve a trabajar con Sorogoyen. Otros llevan meses esperando en la casilla de salida, como es Chavalas, la película que estaba rodando cuando el confinamiento cambió todos nuestros planes. Dirigida por Carol Rodríguez Colás, esta comedia indaga en la amistad femenina de cuatro amigas de un barrio de la periferia de Barcelona que se reencuentran siendo adultas. “Hay muy pocas películas de amistad femenina donde el conflicto sea únicamente eso, cómo nos relacionamos entre mujeres, cómo nos queremos, nos hacemos de espejo… Y por eso es muy bonito”.
Dice estar harta de personajes femeninos sin matices, pero la industria (y el feminismo) puede respirar tranquila. Con sus 30 años, Vicky Luengo representa a una nueva generación de actrices que no admiten milongas. Se ha llevado a todos de calle con su interpretación en Antidisturbios y debemos estar preparados para verla, cada vez más, liderando películas y con ganas de cambiar el mundo.