"Es difícil saber cuándo ha pasado el tiempo suficiente para hablar de algo".
"Para algunos no habrá pasado nunca, para otros habrá pasado poco tiempo y para otros habrá pasado un poquito más. Nosotros, los que contamos las historias, reflexionamos sobre el tema que tratamos, mientras que es el espectador quien tiene que decidir si está preparado o no". Es la valiosa reflexión del productor Ramón Campos. Dos de sus últimos proyectos que se estrenan próximamente, Un año, una noche y 800 metros, tratan sobre terrorismo yihadista. Y casi coinciden en su estreno con un tercero El Desafío: 11M también relacionado con este fenómeno.
Los tres se aproximan de manera muy distinta a tres terribles ataques terroristas perpetrados en Europa en nuestra historia reciente. Analizamos con sus creadores cómo contar el terror, con la distancia y el respeto que merece.
Ha llegado el momento del relato
"La clave para que el cine se detenga ahora a contar estas historias es el paso del tiempo que ha permitido madurarlas". Así lo explica Carlos Agulló a SensaCine. Acaba de estrenar El Desafío: 11M en la plataforma de 'streaming' de Amazon. Se trata de una serie documental en la que a repasa lo ocurrido el 11 de marzo de 2004 en Madrid a través de los testimonios de más de 160 personas que vivieron los atentados o su proceso de investigación y judicial. Carlos Agulló (Complot para la paz, Los demás días), relata con testimonios inéditos e imágenes nunca vistas lo acontecido hace 18 años en aquel ataque sin precedentes en nuestro país que dejó 192 muertes y 1857 heridos a causa de 10 bombas en cuatro trenes de Cercanías.
"Estados Unidos y Europa sufrieron una oleada de terrorismo en unos pocos años que parece que se ha calmado un poco y también la guerra contra los talibanes y sus consecuencias han quedado lejos", señala el director, que cree que una vez ha pasado el tiempo, las cosas han reposado y se han cerrado los procesos judiciales, "es normal que el cine cuente estas historias que ocurrieron muy cerca en el tiempo unas de otras".
Además, cree que ello se suma a una mayor sensibilidad e interés respecto al cine documental por parte de los espectadores: "Vivimos un momento bueno para los documentales y para el cine sobre este tema", asegura Agulló, quien tiene claro que para él ha sido una "gran oportunidad" el poder contar lo que pasó el 11M y todo lo que rodeó a los atentados con un presupuesto relevante y medios que hasta ahora habían sido más propios de la ficción.
Ha llegado el momento del relato y además ahora vivimos un momento bueno para realización de un documental con más presupuesto y con una intención narrativa más sofisticada [Carlos Agulló]
Sin embargo, desde el punto de vista de los duelos personales, tanto de las víctimas, como de la sociedad, es imposible determinar el momento adecuado. "No hay una norma y nadie puede ponerla", asegura Ramón Campos. "No puedes decirle a una persona que vivió la noche de Bataclan allí dentro que tiene que estar preparada para ver una historia sobre Bataclan o a alguien que perdió a su hijo en Las Ramblas. Cada persona vive diferente el dolor y el impacto".
Y esa forma diferente de aproximarse al recuerdo es una de las claves del largometraje de Isaki Lacuesta, precisamente, que se basa en el relato personal que uno de los supervivientes de los Atentados de París, Ramón González, narró en su libro 'Paz, amor y death metal', y en cómo él y su novia, que también estaba aquella noche en la sala de conciertos, lo vivieron de forma absolutamente distinta. "Ramón tuvo la necesidad de escribirlo y contarlo antes que la mayoría", explica Lacuesta. "Nos contaba que tuvo el impulso de contarlo cuanto antes porque se dio cuenta de que, si no lo hacía enseguida, estaría distorsionando todo lo que recordaba". Su novia, sin embargo, "durante mucho tiempo, no quiso hacerlo", recuerda Campos.
Depende de cuando los abordes, puedes conseguir un tipo de relato u otro [Elías León Siminiani]
El momento, definitivamente, influye en el resultado, reflexiona Elías León Siminiani. "Cuando abordas un suceso de este cariz, depende de cuando los abordes puedes conseguir un tipo de relato u otro", apunta el creador de 800 metros sintetizando a la perfección los pros y los contras de una mayor o menor distancia entre el suceso y su relato posterior. "Una distancia determinada te permite tener un acceso mucho más directo a fuentes, a testimonios y a una realidad que aún está en el imaginario colectivo. Algo que se va perdiendo a medida que pasa el tiempo. Pero a cambio puedes ganar más perspectiva y, sobre todo, puedes ganar que determinadas verdades hayan podido aflorar. Porque se ha desclasificado documentación o porque se ha podido hacer una investigación de corte internacional como las que está haciendo ahora mismo la Fundación Elcano sobre el 17A".
"No creo que haya un tiempo necesario", admite Siminiani. "Pero sí está claro que, cuanto más cerca está del hecho, puede ser más periodísticamente relevante, pero menos capacidad de análisis distante y reposado va a tener. Los dos relatos son posibles y yo creo que útiles y un aporte a la sociedad".
Reflexión y empatía. Del "¿Cómo pudo suceder algo así?" a "¿Hasta que punto hace falta que nos tiroteen para preguntarnos cómo queremos vivir?
Campos, cofundador de la importante productora española Bambú Producciones - Velvet, Las Chicas del Cable- y guionista de conocidos títulos de ficción pero también de los documentales como Lo que la verdad esconde: El caso Asunta (Antena 3) y El crimen de Alcàsser (Netflix), entre un largo etcétera, ha sido el artífice junto a Elías León Siminiani de 800 metros, la docuserie de Netflix que la plataforma de 'streaming' presenta en la 25 edición del Festival de Málaga que arranca el próximo 18 de marzo. En ella, el tándem de guionistas exploran a fondo los atentados del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils (Tarragona). Aquella tarde unos jóvenes radicalizados, que habían crecido en Cataluña, cometieron un atropello masivo en el paseo de Las Ramblas de Barcelona dejando 16 muertos y 152 heridos y, horas más tarde, atentaron también en Cambrils, donde murieron los terroristas y una mujer achuchillada.
Para el productor, el valor de este tipo de relatos, que traen de vuelta sucesos que aún nos hacen estremecer y que nunca jamás caerán en el olvido, es, en su opinión, "la reflexión". "Tiene que haber un tema detrás", asegura. "En ficción es más sencillo de ver, porque todos sabemos que una película tiene una trama detrás. Pero en el documental, sobre todo en este momento de explosión de 'true crime', hay que estar más finos. Un 'true crime' del crimen por el crimen no vale de nada. Un 'true crime' solo vale si detrás hay un tema".
Si podemos conseguir, en el caso de '800 metros', que unos padres, unos amigos o un profesor se dé cuenta de que se está produciendo un proceso de radicalización, a lo mejor evitamos una matanza dentro de unos años. Ese es el valor de '800 metros' [Ramón Campos]
En la serie documental de Netflix, Campos y Siminiani trabajan a fondo esa reflexión, que funciona como hilo conductor del relato y que en su propia descripción oficial se pregunta: ¿Cómo pudo suceder algo así? "Es una reflexión sobre cómo se radicalizaron estos jóvenes. Comenzaron así, así es como fueron cambiando y así terminaron. Alerta a los que están cerca de un chaval que se esté comportando de esta manera".
Con él coincide su compañero al frente de la serie: "Ayuda a entender una realidad muy compleja y ayuda, de alguna manera, a reconocer ciertos signos que pueden levantar una alarma en en espacios vulnerables", apunta León Siminiani, que también considera que 800 metros arroja mucha luz sobre cómo funcionan las Fuerzas de Seguridad del Estado en este tipo de casos. "Es un retrato interior bastante profundo de cómo se gestiona algo así. Es interesante porque se tocan necesariamente muchos ámbitos sociológicos y políticos que en otros ámbitos criminales no funcionan así. Hay una interacción policial civil alta, porque no es algo que se pueda hacer solo desde un punto de vista policial, y es interesante ver cómo se coordinan esas fuerzas. Va mucho más allá de cazar al malo".
Campos también está detrás de la nueva película que Isaki Lacuesta (Entre dos aguas, La próxima piel), presentó en el festival de Berlín sobre el atentado ocurrido en la sala de fiestas Bataclan en París. Un año, una noche es un largometraje que, a partir del testimonio de uno de sus supervivientes, recrea lo ocurrido aquel viernes 13 de noviembre de 2015, en la sala de conciertos Bataclan. Aquel fue el escenario elegido por tres terroristas para llevar a cabo su masacre. 1500 personas disfrutaban allí de un concierto del grupo Eagles of Death Metal cuando fueron acribillados por un grupo de terroristas. 131 personas fueron asesinadas y 415 resultaron heridas.
El director Isaki Lacuesta encuentra el valor del relato que hace en Un año, una noche en "la empatía y en el poder llegar a entender las cosas de una manera distinta a como nos las suelen contar", puesto que su película nos lleva a preguntarnos cómo reaccionaríamos y qué hay de nosotros en cada personaje. "Ramón y Celine me servían como ejemplos de ver actitudes completamente distintas hacia el mismo hecho", explica el director. "Él tiene la necesidad de escribir y comunicarlo y de ella nadie sabe que estuvo allí ni cuenta nada. Y, sin embargo, me he sentido reconocido en los dos".
Lo que más me interpelaba de Ramón es que él, cuando está en el camerino, encerrado, el gran miedo que tiene es que, si muere, considera que su vida ha sido un fracaso. Y en ese camerino decide que, si sale vivo de allí, va a cambiar su vida. Me pareció que eso tenía algo con lo que todos podemos identificarnos. ¿Hasta qué punto hace falta que nos tiroteen para preguntarnos cómo queremos vivir? [Isaki Lacuesta]
Cómo filmar la violencia sin convertirla en un espectáculo
"Siempre está sobre la mesa el tema de cómo filmar la violencia sin convertirla en un espectáculo", nos explica Isaki Lacuesta sobre la forma en la que decidieron aproximarse a la noche del atentado en Un año, una noche. Según reconoce el cineasta, incluso barajaron la idea de no filmar el ataque terrorista, pero la descartaron al darse cuenta de que lo estarían falseando. "Sobre todo porque Ramón dedica casi una tercera parte del libro en contar el atentado y en todo lo que pasó ahí dentro", asegura. "Empieza con una descripción de la imagen que marca su vida posterior, que es la de cuando ve cómo disparan. Decidimos que no lo obviaríamos, pero nos pusimos dos líneas rojas: No ver a los terroristas, sino ver los ojos del que los mira; y no ver impactos de bala en los cuerpos de los presentes".
Para Ramón Campos, solo hay una línea roja y se la marca en todo lo que hace: "Que mis hijas el día de mañana no puedan venir a preguntarme por qué lo he hecho". Aún así, al preguntarle sobre los límites que no cruzaría jamás, se refiere a Un año, una noche exactamente de la misma forma en que lo hace Lacuesta: "No queríamos hacer una película que hiciera espectáculo de la violencia ni de la muerte.
No queríamos ver cómo los terroristas disparaban porque no nos pareció que fuera la historia de unos terroristas. Era la historia de la gente que sobrevivió esa noche [Ramón Campos]
Asimismo, en 800 metros se marcó un nuevo límite: "Decidimos no mostrar los cadáveres de los asesinos. No aportaban nada. ¿Qué aporta más allá del morbo el mostrar el cadáver de un terrorista?".
"Cada proyecto marca su propio dilema ético", contribuye Siminiani. "Y, si no lo encuentras o para ti no lo tiene, creo que eso denota dos posibles problemas: Uno, que el contenido no es lo suficientemente interesante; y dos, que estás pasando como una apisonadora por encima de ese contenido". Según explica, él no tiene "una línea roja concreta", como su compañero al frente de la serie documental sobre el atentado de las Ramblas, pero sí busca los límites en cada uno de los proyectos en los que se embarca: "En este caso, para mí mi línea ética tiene que ver con que los que han compartido su relato se sientan representados, cada uno en su testimonio, en lo que ellos quisieron compartir".
Que los que aportan sus testimonios no sientan que hay una utilización de lo que ellos cuentan para llevar el relato a un lugar editorial [Elías León Siminiani]
"Siempre está la duda de cómo esa persona va a acoger su relato en el contexto general de la película o la serie documental", reconoce Siminiani. "Pero es algo con lo que se convive. Para mí lo importante es generar vínculos de confianza". Y la misma sensación comparte Lacuesta, quien admite que, "al enseñarle la película [a Ramón González, el superviviente autor del libro en que se basa 'Un año, una noche'], sentía mucha responsabilidad".
"Es una de las proyecciones en las que más nervioso me he puesto en la vida". Según explica el cineasta, el autor siguió muy de cerca el proyecto y estuvo muy presente en todas sus etapas de forma muy activa, pero aún así siempre le quedaban las dudas sobre lo que pensaría ante determinadas escenas. "Fue muy bonito", recuerda Isaki sobre el encuentro en la Berlinale. "Les preguntaron qué era lo más importante para ellos de la película y Ramón dijo que la representación del atentado, que era tal y como lo había vivido. Sentí tranquilidad".
La película Un año, una noche de Isaki Lacuesta aún no ha llegado a las salas de cine, pero recibió el Premio del Jurado Ecuménico en el reciente Festival de Cine de Berlín. Por su parte, 800 metros se estrenará el próximo 25 de marzo en Netflix y El Desafío: 11M está al completo en el catálogo de Amazon Prime Video desde este viernes 11 de marzo.
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