A todo aquel que lea esta reseña:
Soy un amante del cine y compartiré mis reseñas en SensaCine, dónde analizaré de la forma más objetiva posible filmes de distintos géneros y épocas. Es por ello que me haría mucha ilusión, si es de tu agrado esta review, que sigas mis reseñas que poco a poco publicaré en la plataforma. Espero que encuentren interesante este análisis y que le brinde una buena experiencia a más de uno.
“Jaws”, conocida en Hispanoamérica como “Tiburón”, es una película del año 1975 dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Roy Scheider, Richard Dreyfuss y Robert Shaw, basada en la novela literaria del mismo nombre. La cinta combina de manera eficaz el Terror con otros géneros cinematográficos como son el Suspenso, la Aventura y un poco de Drama. Constituyó un hito en el mundo de los efectos especiales, lo cual se puede apreciar de manera excelente en algunas escenas dónde podemos echar un vistazo al tiburón que atemoriza la playa de la pequeña isla dónde se desarrollan los eventos de la peli, todo un adelanto para la época, pero, pese a ser lo mejor en su momento, a día de hoy este tiburón asesino ha envejecido un poco mal, quedando en desventaja con respecto al gran avance que poseen los efectos especiales que se ponen en práctica actualmente.
Esto queda en evidencia en la escena en la que el tiburón se muestra bajo el agua intentando comerse al personaje de Hooper y se nota claramente que es falso.
No obstante, el gran arte de este filme no radica en mostrar al animal, sino en no mostrarlo…
El ser humano teme más a aquello que no puede visualizar, y es así como Spielberg sólo necesitó dos elementos para causar miedo en la audiencia: La ingeniosa manera en la que filma determinadas escenas, y la música. El director nos muestra secuencias en las que observamos a las potenciales víctimas desde el fondo del mar, como si el espectador fuese capaz de ver lo que visualiza el feroz animal, todo ello sin mostrarnos al asesino, creando total incertidumbre ante su figura, puesto que no lo llegamos a ver hasta que quedan 41 minutos para que finalice el filme. Estas geniales secuencias están acompañadas de una imponente banda sonora compuesta por John Williams, creándose una química impresionante entre ambas, que juega con la intriga previamente cultivada en el espectador e inmortaliza dos escenas muy bien filmadas, las secuencias en las que toma la vida de sus dos primeras víctimas.
La primera es una adolescente que antes de morir es brutalmente agitada por el tiburón, como si jugara cruelmente con su presa, mostrando un verdadero infierno bajo las aguas de este paraíso playero. La segunda es la muerte de un niño, que tendrá una importante relevancia sobre el desarrollo del personaje de Martin Brody, precedida por otra escena muy bien filmada dónde Spielberg crea una atmósfera de suspenso alrededor de la posible aparición del tiburón, construida a través del miedo de Brody a su llegada y reforzada con hábiles movimientos de cámara que transmiten ese sentimiento de terror y desesperación a aquellos que estén ante la pantalla.
Es importante resaltar aún más la música de John Williams que en los últimos 40 minutos se torna esperanzadora en determinado momento cuando Brody, Hooper y Quint enfrentan desde el barco al temible animal; creando una atmósfera épica y aventurera, propia de una película de Indiana Jones, y transmitiendo esperanza al espectador alrededor de la posible derrota del tiburón.
La trama de la peli es simple, pero eficaz, no se complica con infinidad de subtramas como otras películas que se pierden irremediablemente en ellas sin llegar a un punto de equilibrio, y lo más importante, nos presenta personajes complejos que la hacen interesante.
Robert Shaw, interpretando a Quint, nos ofrece una actuación que se merece el máximo de puntuación, robándose el show con cada aparición y presentándonos a un personaje muy extravagante, obsesionado con cazar al tiburón, homenajeando de este modo al Capitán Ahab, personaje de la obra literaria “Moby-Dick”. El personaje le quedó a Shaw como anillo al dedo, y aunque a simple vista parece falto de motivaciones contundentes, como si estuviese vacío, nos daremos cuenta de que es todo lo contrario, puesto que posee un trauma con los tiburones que lo conduce a su constante búsqueda de venganza contra estos depredadores y justifica su obsesión con la bestia.
Richard Dreyfuss nos presenta una buena interpretación de Hooper, no tan impresionante como la de Shaw, pero aceptable, mostrándonos a un oceanógrafo que también está obsesionado con los tiburones debido a una anterior experiencia con uno de ellos, no al nivel del personaje de Quint, pero sí suficiente para darle más profundidad a este personaje
, constantemente subestimado por ser un universitario rico, por no ser “el tipo duro”.
Por otro lado, Roy Scheider hace un buen trabajo como Martin Brody, el personaje central de la historia que siente pánico por el mar, un buen padre de familia con una buena relación con su mujer e hijos, que busca velar por su seguridad, y con un buen sentido de la moral, que se mantiene firme en su convicción de proteger a los habitantes del lugar, y por ello se embarca en una misión prácticamente suicida, siendo hasta cierto punto una carga debido a su inexperiencia
, pero irónicamente supera sus miedos asesinando al tiburón, que constituye la representación metafórica de todas sus inseguridades y temores. Hay dos personajes secundarios que son claves para su desarrollo como personaje: la madre del niño asesinado, que culpa a Brody por su muerte y crea en el protagonista un sentimiento de culpa, y el personaje de Larry Vaughn que es la representación de la estupidez del ser humano, anteponiendo el dinero al bienestar de los ciudadanos, sin tener en cuenta que era preferible cerrar la playa un tiempo para garantizar la seguridad y así mantener la imagen de la isla ante la futura llegada de turistas, pecando de este modo de avaricioso.
Las interacciones de Brody con estos personajes secundarios son clave para crear un personaje tan complejo como interesante.
Por último, hay que destacar la química entre los tres protagonistas que engrandece sus actuaciones por medio de la interacción entre ellos y volviendo la experiencia cinematográfica de cazar a un tiburón mucho más disfrutable dentro del ya de por sí atractivo ritmo vertiginoso que la propuesta fílmica contiene dentro de sí.
En resumen, la película posee buenas actuaciones que engrandecen a un conjunto de personajes bien construidos y complejos, en medio de una trama simple, pero que no pierde el ritmo y que hace las pausas adecuadas en los momentos necesarios. Los efectos especiales referentes al tiburón fueron impresionantes para aquel entonces, pero envejecieron un poco mal, no obstante, las exquisitas escenas filmadas por el director en combinación con la música colocan al filme en un pedestal y lo convierten en una experiencia casi inigualable. La puntuación final, 9.8 de 10