Que James Wan detrás de las cámaras es un maestro del cine de terror no es ningún secreto, independientemente de que sus trabajos sean más o menos acertados, más o menos entretenidos. Con la primera entrega de Expediente Warren, nos trajo una película más que notable, sin muchos artificios, consiguiendo la tensión a fuego lento y sin abusar del típico sobresalto, muy al contrario: El miedo lo consigue con sutileza, con los ángulos de cámara, con la ambientación... El resultado es una película que después de revisarla casi 10 años después sigue siendo igual de tensa, de notablemente rodada y de disfrutable.
PD: Hasta lo que insinúa de la muñeca Annabelle es mucho mejor que lo que después nos trajeron las películas de aquélla