Mi cuenta
    Tres anuncios en las afueras
    Nota media
    4,2
    744 notas
    ¿Tu opinión sobre Tres anuncios en las afueras ?

    28 Críticas del usuario

    5
    7 críticas
    4
    14 críticas
    3
    6 críticas
    2
    1 crítica
    1
    0 crítica
    0
    0 crítica
    Ordenar por
    Mejores críticas Últimas críticas Usuarios que han publicado más críticas Usuarios con más seguidores
    Pepe Cortes
    Pepe Cortes

    2 usuarios 11 críticas Sigue sus publicaciones

    4,5
    Publicada el 16 de febrero de 2023
    Hacia mucho tiempo que no me gustaba tanto una película.
    "Tres anuncios en las afueras" es un absoluto peliculón.
    Un guión increíble con diálogos en nuestros protagonistas duros y a la vez con un poco de humor negro,una actuaciones maravillosas y una dirección maravillosa,¿Que más se puede pedir?
    Johan600
    Johan600

    6.559 usuarios 667 críticas Sigue sus publicaciones

    4,5
    Publicada el 23 de julio de 2021
    Tres anuncios en las afueras es una maravilla con las actuaciones de Frances McDormand, Woody Harrelson y Sam Rockwell fascinantes me ha encantado muchísimo
    cine
    Un visitante
    5,0
    Publicada el 24 de enero de 2021
    Es un peliculon, es la tercera o cuarta vez que la veo y me gusta más, los actores están que se salen, resaltando la protagonista y el policía (no el Harrelson) 100% recomendable
    David Filme
    David Filme

    16.697 usuarios 263 críticas Sigue sus publicaciones

    4,5
    Publicada el 8 de octubre de 2020
    "Tres Anuncios en las Afueras" es una interesante y brillante tragicomedia, dirigida por Martin McDonagh y protagonizada por Frances McDormand. Un drama sobre el dolor y la ira con mucho humor, todo se mezcla en simbiosis fabulosa, deriva en un fresco punzante de la América profunda. Una magistral (Frances McDormand) en su mejor papel en pantalla, interpreta a Mildred, una madre que acaba tomando una actitud inusitada tras meses de espera y de ver como la investigación por la muerte de su hija no avanza y todavía no hay rastro del culpable. Siete meses atrás, Mildred perdió a su hija víctima de un brutal crimen que sacudió la ciudad. Como el caso estaba siendo dejado de lado tanto por los medios de comunicación como por la propia policía, ella decide alquilar tres vallas publicitarias para presionar al sheriff (Woody Harrelson), que aparentemente parece estar demasiado relajado y poco involucrado en la resolución del asesinato. Sin embargo, el Sheriff Willoughby reacciona y se reúne con Mildred para explicarle que lo ha intentado todo, además de pedirle que retire los carteles. Mildred se niega, una decisión que, en un principio, pudiera verse como de una mujer sin corazón, fría, enseguida comprenderemos que la realidad es muy diferente, simplemente no puede permitirse el lujo de ser amable.

    Vemos a una mujer que lo ha perdido todo, a su hija, a su marido, (ahora saliendo con una adolescente de 19 años) y, a su hijo, enojado, porque las vallas le han vuelto a reabrir las heridas por el recuerdo de su hermana. De ahí que, a nuestra anti heroína Mildred, solo le quede la ira y mantener el asesinato de su hija públicamente. Sin embargo, la venganza puede traer consecuencias inesperadas. Mildred Hayes ha sido violentada y debe ser expiada. No utiliza armas para castigar a los perpetradores, sino tres grandes vallas publicitarias. Ella no utiliza las balas para combatir sino las palabras. El director intenta transmitir en esta cinta un sentido de la venganza diferente a lo acostumbrado en películas sobre este género. Durante mucho tiempo, el cine estadounidense nos ha enseñado que la violencia es la mejor arma para hacer justicia. McDonagh no está muy convencido de ello y encontró una manera magistral de compartir sus dudas. Al mismo tiempo, hace una sutil crítica al abuso de poder de las fuerzas policiales estadounidenses, las cuales parecen demasiado ocupadas haciendo la vida imposible e insoportable a las personas de color, en lugar de preocuparse por mantener la ley y el orden. El personaje que mejor encarna la ambigüedad de la relación de los estadounidenses con su fuerza policial es el interpretado por (Sam Rockwell) que aparece como un individuo particularmente detestable.

    Una historia abrasiva, en la que se entrecruzan personajes desgarrados y amargados, salpicada de humor cáustico y de momentos de ternura profunda, y en la que asistimos a ciertos pasajes de lucidez extrema. Diálogos secos, sin ninguna concesión a envoltorios suavizantes. El film se mueve en dos planos. Uno individual, en el que se deslizan las historias de los personajes y otro más coral, en el que el director satiriza la parte más reaccionaria no solo de la América profunda, sino de todo el mundo. Y en medio de toda esa rabia y estulticia, asistimos a la evolución de un personaje que, en cierta forma, abre un atisbo de inteligencia y redención de la que tan necesitado está a veces el ser humano. La Banda sonora es fundamentalmente country de gran nivel y que enlaza perfectamente con ese pueblo sureño, con vestigios de racismo, homofobia y violencia. Todos los aspectos de la cinta tienen una factura exquisita pero me gustaría destacar especialmente su fotografía. Ben Davis hace un magnífico trabajo en el trato del color oscureciendo los momentos tristes, llenando de luz los alegres o incomodándonos con esos sutiles toques rojos cuando algo malo amenaza con ocurrir. Todo, en cada plano, acompaña el sentido y sensaciones de la historia y, en consecuencia, el espectador lo toma como suyo viviendo todo como si realmente fuera un habitante más de ese pueblo.

    Las actuaciones son inmejorables, los personajes están maravillosamente dibujados, incluso los secundarios, son ambivalentes y van más allá de los clichés con los que inicialmente fueron creados. A través de diálogos absolutamente magníficos y dolorosamente honestos, atrapando al espectador desde un inicio por su impecable desarrollo narrativo. Apenas se siente el peso de la película en las espaldas de Frances McDormand, a pesar de que acapara cada plano, cada escena con su espectacular interpretación. Alejada de lo políticamente correcto, Mildred Hayes es todo un ejemplo de mujer batalladora que cree en sus convicciones y no teme nada. Woody Harrelson, interpreta al "poli bueno" el jefe de policía Willoughby, una figura incorruptible de Ebbing, ciudad pequeña perteneciente a Missouri. Sam Rockwell es el (poli malo) ayudante de Willoughby, encarna al oficial Dixon, con una interpretación extraordinaria. Dixon es un sujeto torpe, racista, homófogo y completamente inmaduro. Sin embargo, McDonagh consigue realizar un increíble ejercicio de contorsionismo en el guion para jugar de manera prodigiosa con la evolución y el desarrollo de este personaje, como si se tratara de un fascinante truco de magia. La presencia de Sam Rockwell centra toda la atención de la pantalla cuando McDormand no aparece en escena.

    En definitiva, es una película que toca varios palos a la vez, no sólo el tema de la violencia dentro de la familia, sino también habla de racismo, de amistad, del amor... Un film irónico, mordaz e incluso con escenas que provocan risas, mostrando el ser bondadoso de los habitantes de Ebbing. Posteriormente, se convierte en el pensamiento lógico de la inutilidad de la violencia. Para llegar al final, donde varios personajes soportan un dolor emocional y físico extremo. En el desagradable y sangriento desenlace donde hay momentos de expiación y redención.
    ..PICARD..
    ..PICARD..

    46.382 usuarios 1.122 críticas Sigue sus publicaciones

    5,0
    Publicada el 31 de mayo de 2020
    Han pasado más de 20 años desde que Frances McDormand interpretara aquella maravilla
    del cine, "Fargo", de los hermanos Coen. Pues bien, esta película es su sucesora. Ufffff, es
    que es cine, cine: guion, desarrollo, actuaciones, caracteres, dirección... todo, en la más
    profunda América. Te deja embelesado y hechizado. Y una última apostilla: no es de
    interés quién violó y asesinó a la hija de nuestra protagonista, ¿vale? Si visionais la cinta,
    lo comprenderéis. Fascinantemente CINÉFILA. .5 sobre 5. ..PICARD..
    Cesar Alfonzo G.
    Cesar Alfonzo G.

    23 usuarios 23 críticas Sigue sus publicaciones

    3,5
    Publicada el 25 de marzo de 2019
    fue buena pero inconclusa mataron al violador no se sabe??' intuyo que si pero no se vio nadaaaaaaaaaa
    Cinefiloman
    Cinefiloman

    1.114 usuarios 93 críticas Sigue sus publicaciones

    4,5
    Publicada el 11 de mayo de 2018
    Otra vez me voy a meter con esa costumbre de traducir los títulos de cualquier forma. El título original del film es “Three billboards outside Ebbing, Missouri”. Está bastante clara la intención de los padres de la criatura en localizar con precisión el lugar donde se producen los hechos, porque si les hubiera dado igual se hubiera titulado “Three billboards outside”. No es lo mismo “Tres anuncios en las afueras” que “Tres anuncios en las afueras de Muelas del Pan, Zamora”. La diferencia de resonancia, de carga emocional, etc., etc., está clara. Pues no. Ya que no pusieron “Tres anuncios” y a cascarla. En fin, la poca sensibilidad y la falta de respeto campa a sus anchas por cualquier campo, ya sea artístico o de patatas.
    Y es una pena no tener en cuenta estos detalles que menoscaban una película magnífica. La interpretación de Frances Macdormand es la viga central sobre la que discurre todo el peso de la historia. El desarrollo de su personaje es un solo de interpretación, complejo, poliédrico, de los que dibujan un carácter para siempre.
    Una historia sin ninguna originalidad, con un tratamiento de los personajes y los sucesos que la convierten en una gozada.
    Guión, dirección, interpretación se armonizan para conseguir una película casi redonda. Digo casi, porque hay algún punto del guión que debería haberse elaborado más.
    El duelo interpretativo entre Frances Macdormand, otra actriz que gana con la edad, y Sam Rockwell, es fantástico. Ver cómo a esa viga maestra se va adosando armónicamente la figura de ese poli inclasificable hasta formar un dúo que funciona a la perfección es una filigrana en la dirección y el guion, que hace que aunque el film cae en algunos excesos, se obvien por los momentos de disfrute que proporciona.
    Un Woody Harrelson, anclado en su papel de siempre, es la solida base para que la madre reivindicativa y el hijo desnortado y falto de un verano nos deleiten durante dos horas.
    No se escatima, no obstante, en medio del humor negro “muy de los Coen”, el dolor y el sufrimiento. Sin romanticismos, sin caer en lo melifluo, una historia de ausencias, venganzas, traiciones, equivocaciones y perdones narrada como si a pesar de todo, eso, estar al borde de la tragedia, es lo que nos anima a seguir. Son de esas pelícuals que dices: ¡Qué pena ya la he visto!
    Pipe C.
    Pipe C.

    9.175 usuarios 160 críticas Sigue sus publicaciones

    5,0
    Publicada el 20 de abril de 2018
    Una canónica clase sobre elaboración de personajes, interpretaciones y dirección

    Tengo secuelas. Acabo de presenciar uno de los largometrajes, narrativamente hablando, más intensos que, sorpresivamente, no requiere de paisajes parisinos o fotografías delicadas para ser, sin esfuerzo, la más acida propuesta fílmica en muchísimo tiempo, una que incorpora un drama tan potente y un humor negro tan caustico que te posiciona como voyerista del dolor ajeno, una actividad truculentamente placentera.

    Sin hesitación, las mayores fortalezas de este magnífico trabajo están en su guion. La trama nos emplaza directamente en el meollo del asunto: tres poligonales y anticuadas vallas publicitarias que servirán como instrumento depurativo para los personajes y la audiencia. Un argumento escuetamente picante como este debe ser reputado como todo un logro narrativo, pues a raíz de un trágico acontecimiento, una madre ahogada en la pena y su voraz deseo de justicia serán los mecanismos perfectos para ejecutar maniobras finamente encadenadas, priorizando un realismo argumental que mantendrán el interés a flor de piel. Continúo seriamente turbado por este fascinante, dinámico y vigorizante guion; bastante tiempo ha trascurrido sin que a la superficie llegue un guion, de naturaleza americana, con un nivel de humanidad y complejidad moral tan sobresaliente como lo es la soberbia obra de Martin McDonagh, quien además de dirigir, se acredita como absoluto responsable de esta purga emocional. Gracias a este hombre el mundo ha podido disfrutar de momentos que sobrepasan lo épico, situaciones cumbre que permiten a cada interprete lucirse demostrando el talento mayúsculo que poseen, sin caer en la vergonzosa exageración. Mientras una interesante y ambigua moralidad recorre cada uno de los rincones de la historia, factores como la superación, la culpabilidad y la pesadumbre componen el despliegue de la inmisericordia humana, planteando paralelismos cautivadores que hacen de esta una experiencia re-visitable y laudable hasta el cansancio. Y es que parte que lo que hace sentir al guion tan cercano y real son sus caracteres, mimesis plausibles del humano, y por imitación me remito al instinto más básico de la tragedia: retratar de manera elevada la vida del héroe, sus complicaciones, sus detrimentos, sus victorias; la variable es que aquí se entremezclan los propósitos de la tragedia y la comedia. La película habla de cuestiones jugosas desde perspectivas conocidas pero presentadas de maneras inusitadas: la injusticia, la corrupción policial, el duelo provocado por la muerte, la sepultación del pasado, las consecuencias de las acciones, el peso de la conciencia, el poder de los medios, la ignorancia, el egocentrismo y el perdón se condensan en una crítica incisiva de hora y cincuenta y cinco minutos que, aun cuando ventila un sinfín de mensajes y tristes realidades, se ve magistralmente potenciada y justificada por ensamblajes coherentes y funcionales que permiten, irónicamente, hallar la verdad a través de la ficción, una que parece estar malformada y satirizada, sin percatarnos que esa “irregular y graciosa sátira” es nuestro planeta tierra, se llama humanidad, y tú y yo mi querido amigo, tenemos una posición importante en el tablero de juego. Para aquel que ya haya visto el filme, tendrá claro que las tres grandes estrellas desfilan por pantalla con un tiempo casi que milimétrico, ganándose al público avanzados los primeros minutos. Por respeto y honor, se debe iniciar con la matrona y ya glorificada Mildred. Últimamente, reproches sacuden a las altas elites del campo debido a la escasa cantidad de papeles femeninos protagónicos de poder, sin embargo, ahora se está presenciando un esperanzador renacimiento para las féminas en el medio, no solamente en forma de facultades técnicas, sino también en concepciones empoderadas que iluminan y asustan, concebidas, en este caso en particular, por un hombre, paradójico. El rol protagónico de la maravillosa Frances McDormand, el cual seguramente la arrojara de cabeza al foco mediático global, expele fuerza, aun cuando su corazón este quebrado en cientos de piezas. Dicha impetuosidad es precisamente el agente que permite una conexión casi que instantánea desde la primera escena en la carretera, esa imperfección, remordimiento y sentimiento buscando reivindicación de maneras tan humanas que anuncia el establecimiento de una Ellen Ripley para el género dramático independiente, su naturaleza guerrera, apoyada en la pena de una madre, suscita un feeling sensacional del cual la película bebe en constantes ocasiones para conseguir un cadencia narrativa inmejorable. Esta dama es un lanzafuego cuando sale a escena, sus líneas son tan sinceras como causticas, sus motivaciones son tangibles y se alejan de la aflicción implantada lo más que pueden. Mildred podría ser el personaje femenino cinematográfico del año, rebasando por ápices a un increíble número de guerreras tales como Diana Prince de “Wonder Woman”, Lady Bird McPherson de “Lady Bird”, Elisa de “The Shape of Water”, Kay Graham de “The Post” o a Tonya Harding de “I, Tonya”. Y es que aunque todas las anteriores usan peculiares herramientas que les permiten a sus personajes convertirse en símbolos de igualdad y esperanza, los mecanismos que usa Mildred son el dolor de la muerte, el golpe de la soledad, los corolarios del orgullo, la constancia de las convicciones y la inmarchitable fe, componentes que sirven de espejo de la difícil realidad. “Nada traerá a su hija de vuelta”— replican todos los pueblerinos en Ebbing—, sin embargo, tres geométricas vallas reveladoras llegaran a satisfacer sus deseos al servir como bálsamo para sus abiertas heridas. El segundo gran descubrimiento es el minusvalorado Sam Rockwell. La última y primera vez que recuerdo haber visto a este sorprendentemente complejo actor en pantalla fue tres años atrás, en la decepcionante y medianamente aceptable actualización del enigmático y perturbador clásico de Tobe Hooper, “Poltergeist”, un intento de renovación dirigido por Gil Kenan que fracasó por sus pocas congruentes relaciones que suponían tocar a la audiencia como lo hizo el clásico de 1982. Rockwell interpretaba a un unidimensional padre de familia que tiene que lidiar con fenómenos sobrenaturales que se representan a través de las ramas de un árbol, un televisor inteligente o un siniestro payaso, relegando su papel a un protector que quiere a su hija de vuelta. En resumidas cuentas, mi primer encuentro con este prometedor hombre no fue el mejor. No obstante, tiempo después tuve el placer de presenciar que su relación con el director databa de varios años atrás, exactamente con “Seven Psychopaths”, una comedia criminal que anticipaba el poder de la interesante voz de un verdadero creador de cine de ojos azules, con todos los requerimientos que esto encierra. Ahora, Rockwell regresa con un papel de digno reconocimiento, uno realmente grande, Dixon, un alcohólico sheriff que no frecuenta los buenos modelos, un oficial engreído que no le importa pasar por encima del mundo con tal de salir victorioso. Sobra decirlo pero este actor tiene la fortuna de poseer uno de los momentos más poderosos del filme a manos de su personaje. Para enmarcar está la secuencia en la cual ataca a un inocente, ingenuo pero ladino Red, interpretado por el aterrador Caleb Landry Jones de “Get Out”; la edición, la ambientación, la fotografía y la escena como tal irradian en conjunto fuego cinematográfico, sus súbitas acciones te ponen los pelos de punta mientras involuntariamente encienden nuestros más recónditos sentidos de violencia, se siente un inexplicable placer con sus procederes inmorales, porque de antemano sabemos que lo que le corre pierna arriba acarreara un purgamiento mucho más doloroso para él, pero más excitante para nosotros. Una interminable ovación para este problemático y abrasivo personaje que vuelve a poner a Rockwell en primera plana. En último lugar y no menos importante se encuentra un nada extraño jugador, pues la mayoría de sus actuaciones llegan a tocar lo abrumador, lo realmente abrumador. Atesorando más de 93 créditos como actor y un amplio margen de nominaciones en diferentes festivales y ceremonias, el señor Woody Harrelson, próximo a estrenarse dentro del canon de “Star Wars” y DC Comics, acierta con su más reciente trabajo como actor. Willoughby es un jefe de policía que no consiguió resolver a cabalidad un crimen de violación y asesinato, además, se ve superado por las repercusiones que ocasionan las tres vallas de la protagonista y una difícil, y entrando aquí en un debate polémico, decisión al enfrentarse con un indeseable destino fatal. Es perceptible la chispa entre este y el director/escritor, quienes también habían colaborado en “Seven Psychopaths”, ya que aunque el personaje aparece en pantalla, relativamente, poco tiempo, logra lo inimaginable en una cinta de este género: afecta a través del temor. Sus determinaciones, narrativamente, provocan el surgimiento de otras valiosamente importantes, sin embargo, su desenlace nos deja deseando mucho más de él, un tipo tranquilo, dominante pero respetuoso, un humano que representaría de buena manera a la clase media. Tradicional, amoroso y un poco sexual, estas humanas facetas, al igual que las de los anteriores dos personajes, son las que hacen sentir al filme tan cercano, tan fenomenalmente realista. No hay duda que este señor es uno de los maestros de la actuación postmoderna, por ende, roguemos porque, de aquí para adelante, firme por aventuras tan entrañables como la de Willoughby.

    Aplauso masivo acarrean determinados set-pieces que elevan aún más el brioso avance narrativo. El filme es fértil en secuencias que transmiten por medio de las imágenes, y aunque es casi que imposible no recurrir a spoilers, se puede liberar que tales puntos álgidos se distribuyen proporcionalmente entre las escenas en donde intervienen personajes secundarios y principales—por supuesto, las de estos últimos terriblemente disfrutables —, dicho de otro modo, entre secuencias que no se focalizan solamente sobre el personaje protagonista, aun cuando, indirectamente, toda la acción recae sobre ella. Una madre, dos policías locales, flamas, explosiones, relaciones amorosas, tres vallas de fondo escarlata y tipografía seria, un dentista petulante y un homicida a sueldo son los ingredientes empleados para la construcción de un filme que se basa como ninguno en mucho tiempo en su poderoso y articulado guion, resulta inimaginable lo que se puede extraer de este, aun cuando no exija triples lecturas o significados esotéricos, pues lo que el guionista-director desea que tomemos está ahí, en la superficie, el lío es que son tantas cosas de las que agarrarse que parece inalcanzable procesarlas y disfrutarlas de un solo bocado.

    Merece la pena hacer énfasis en la exposición analítica y emocional y los mecanismos empleados para llegar a la purificadora conclusión de la historia. Elementos tan sencillos como el trio de consiguientes vallas motivan una escalonada sucesión de pasos narrativos que guardan como función general la capacitación del desarrollo para con los personajes, pues son precisamente estos quienes dirigen el filme del dramaturgo anglo-irlandés, son ellos más que nada los que hacen de este experimento independiente una clase magistral de construcción de personajes, lo que, por ende, la convierte en un logro significativo para el cine postmoderno. Además, al final, como tal no se le brinda una solución explicita al nudo, sin embargo, los más exigentes no van en busca de cuentos de hadas, ya que la película no es un thriller en el que se debe hallar al culpable y cobrar venganza ala Liam Neeson, no, este es un drama hasta el meollo, una obra en la que se evidencia como las relaciones humanas pueden integrarse o descomponerse unas con otras, se debe comprender que no es un severo requerimiento someter a pirotecnias el relato para expeler poder, aquí, simplemente son los alcances del hombre el eje de rotación, excava en los más profundo (doloroso) del ser para demostrar lo que, aun parezca ficción, podemos hacer motivados por la cólera, el orgullo o la emoción; el largometraje de McDonagh es un sincero y satisfactorio retrato de las motivaciones y repercusiones del actuar humano, el cual se le atribuye a personajes de características tan tridimensionales que bien podrían existir en nuestra realidad. Es increíble que alguien te recuerde como el cine puede quebrantar la barrera entre realidad y ficción.

    Sonoramente es brutal. Desde un inicio, he considerado a los acompañamientos musicales como piezas claves para el éxito de la trasmisión de las emociones; el director debe apelar a la mayoría de recursos posibles para dar sentido a los propósitos específicos y generales de la historia, por lo que, en lo personal, creo que una sencilla estructura de melodías respalda la fabulosa faena actoral y creativa. Carter Burwell, quien curiosamente también había trabajado con el señor McDonagh en “Seven Psychopaths”, tiene a su crédito scores de oro de la talla de “Carol”, “Anomalisa” y “Mr. Holmes”; ahora, reaparece con manos llenas mediante melodías que se acoplan acertadamente con los momentos más vesánicos del filme, sus composiciones para este relato expresan, en muchas ocasiones, más que las imágenes, pues a partir de magistrales y armónicos sonidos transmite la pena, la tribulación, la indocilidad y la locura que acompaña a los personajes, al tiempo que potencializa sus oportunidades para optar por el codiciado hombrecito de oro. De cerca se debe vigilar a este neoyorquino, pues insinúa ser el próximo monstruo productor de excelentes bandas sonoras en filmes de profundidad gracias a su innegable talento.

    Particularmente, hay un medidor de efectividad e impacto de una obra audiovisual dentro de cada persona. Personalmente, tal fenómeno reside en lo más profundo de mi pecho y surge al presentir los minutos finales de un inspiradora aventura, es como un chip que únicamente se activa si siento que el viaje, independiente de su contexto y texto, ha valido verdaderamente la pena, es emoción y tristeza mezclada, es felicidad y ansiedad que emergen de una satisfactoria película, sin embargo, solo unas pocas afortunadas —sorpresivamente, 2017 ha sido un excelente año para el cine con función social —acaparan tal privilegio. Así y todo, tengo el placer y la humildad, de un apasionado por el séptimo arte, de anunciar que el humor y drama oscuro de este filme toco fibras en mí que no sabía que existían. “Three Billboards Outside Ebbing, Missouri” escrita y dirigida a un tiempo por Martin McDonagh hará historia dentro de mi compendio de criticas al ser el primer largometraje en que no evaluó la parte técnica o visualmente artística, aspectos claramente ejecutados de forma hermosa, cruda y real, sin embargo, no lo he considerado fundamental pues esta película es netamente historia y personajes. Era escéptico de que una verdadera obra audiovisual debe componerse de arte visual, narrativo y en conjunto creativo, no obstante, esta obra me ha demostrado que puede concebirse arte poniendo componentes en mayor grado de importancia que otros. Una catarsis feroz liderada por actuaciones de primer nivel y una dirección glorificada, este filme es el drama más humano, conmovedor, impactante y coherente que he visto un mucho tiempo, un logro mayúsculo para la narración cinematográfica que pone en manifiesto el potencial surgimiento de un factible maestro de la escritura, mientras por el camino sirve de asidero para unir el amplio talento de un grupo de personas que hacen el cine para lo que es.
    Roberto G.
    Roberto G.

    9 usuarios 23 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 2 de abril de 2018
    Bueno la película está entretenida, los actores hacen un buen trabajo, pero en el fondo tampoco es para tanto. He notado muchas incongruencias en el guión.
    Lo mejor de la película es la puntería de la protagonista.
    Tony Montana
    Tony Montana

    1.204 usuarios 84 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 30 de marzo de 2018
    Película muy buena de Martin McDonagh con unas interpretaciones excelentes en especial las de Frances McDormand y Sam Rockwell. NOTA: 8.
    ¿Quieres leer más críticas?
    • Las últimas críticas de SensaCine
    • Las mejores películas
    • Las mejores películas según los medios
    Back to Top