The Power of the Dog está ambientada en el oeste de EEUU, en 1925, cuando ser colono era una ocupación de alto riesgo y llena de penurias diarias, como lobos, sequías o granizadas. La desconfianza del desconocido reinaba.
Muchos films están ambientados en este mismo lugar y en está misma época, por lo que deberían pertenecer al mismo universo. Hemos visto a John Wayne jugando a indios y vaqueros, duelo en el OK Corral, Butch Cassidy y Sundance Kid, hemos visto a Jesse James asesinado por la espalda por alguien en quien confiaba y hemos visto incluso los neo-westerns como Sin Perdón, en los que la venganza y el alcohol devuleven a un hombre malo a su ser: las personas no cambian.
Ninguno de estos intenta hacer el más mínimo esfuerzo de parecer una crónica sobre una época reciente. The Power of the Dog intenta dar respuestas a la pregunta ¿qué sucedía cuando los juglares dejaban de cantar las hazañas de los hombres que se habían creado una leyenda?
Deformadores de la historia han usado las emociones que se viven en la sala para malear nuestro cerebro blando, para romantizar sobre la época sin penicilina, poniéndole un filtro apto para todos los públicos a cada escena. Por supuesto la deformación no es aleatoria y los relatos están bien contados, lo cual es peor aún.
En cambio, el film dirigido por Jane Campion habla sobre la realidad de la época, de su día a día, de algunos de sus secretos y tabues. Campion consigue una sensación de realismo plausible sin detrimento de la acción dramática y deja en mal lugar a los deformadores de la historia.
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El argumento del film no es complicado. Dos hermanos rancheros por un lado y una viuda que gerenta un restaurante con su hijo por otro cruzan caminos. Esta coincidencia cambiará a los cuatro.
Los hermanos llevan trabajando mucho tiempo en el negocio de la ganadería (son auténticos vaqueros). Uno de ellos, Phil, interpretado por Benedict Cumberbach es el lider del rancho familiar y puede castrar 1500 reses en un día.
El otro hermano, el Gordo, es más introvertido y sensible. Sin apenas conocerla propone matrimonio y se casa con la viuda de un suicida, cosa que pocos hombres estarían dispuestos a hacer. Ella acepta comprendiendo que casada no deberá batirse sola contra los elementos.
Phil nunca llega a aceptarla en la casa familiar por golddigger (cazafortunas) y lo muestra abiertamente, dejándola en ridículo si es posible, incluso en facetas sorpresa. Tal vez haya más detrás de esta simple justificación para la rabia de Phil.
Cuando vuelve del internado el hijo de la viuda para quedarse en verano en el rancho, los jornaleros se echan una breve risotada a su costa animados por Phil. Salta a la vista que el hijo no está preparado para la vida de cowboy, lo cual crea más tensión inicialmente. Pero Phil pasa a estar atento con el hijo de la viuda y tomarlo bajo su ala. El que Phil ejerza de mentor del niño afeminado no es la primera ni la última sorpresa. La viuda enloquece progresivamente ante la incertidumbre del mentorazjo de Phil a su hijo mientras muestra crueldad con ella. No consigue descifrar ni agradar a Phil. Sus secretos son el motor de la película que no pertenece al género de acción.
A muchos videntes les parecerá un film lento en el que no sucede nada. Estos no lo han entendido o no han prestado atención. O tal vez sí y tengan críticas legítimas. En cualquier caso, podemos acordar que El Poder del Perro está lleno de sensibilidad femenina por parte de Jane Campion que no es para nada bucólica y pastoril. La directora hace un retrato plausible y realista del lejano oeste durante la época en que colonizar América era una profesión.
Con batuta firme y luz natural, Jane nos cuenta las desavenencias entre Phil y la viuda, la intimidad entre el Gordo y la viuda y, sobre todo, la relación entre Phil y el hijo de la viuda.
Para los videntes pacientes el film aporta grandes recompensas a modo de respuestas, siempre y cuando estén atentos a los detalles: unas iniciales en un pañuelo, una puerta que descubrimos que ha quedado abierta e imaginamos la persona que ha debido pasar por ella. Y muchos otros detalles que requieren audiencia sensible y atenta para comulgar. Me parece admirable el resultado.
Además el film es innovador en que es un western dirigido por una mujer. Este hecho convierte el film en un producto anómalo. Jane aporta riqueza y sobre todo un enfoque novedoso a la vida sin duelos a muerte al atardecer ni la escupidera en la esquina de la taberna/prostíbulo. La vida en el Oeste ya es un duelo contra la dura naturaleza. la sepsis y contra otras muchas amenazas, entre las que cuenta la soledad.
Abordar la vida de colono solo y sin penicilina es drama suficiente para enloquecer a cualquiera.