"El Exorcista" es un legendario film de terror, considerado el más terrorífico de todos los tiempos por la crítica y el público, y que serviría de crisol para un centenar de películas de posesiones demoníacas de diversa calidad. Pocas películas de terror en la historia del cine tienen una reputación tan sólida como la de "The Exorcist" (1973), film dirigido por William Friedkin, ganador del Oscar al mejor director por "The French Connection" (1971) y basado en la novela homónima (1971) de William Peter Blatty, que recoge un caso real de posesión diabólica en 1949. De acuerdo al relato del Washington Post, el caso de Robbie Manheim se produjo en Cottage City, Maryland, en donde el joven de 13 años había entrado en contacto con entidades diabólicas después de la muerte de su tía, quien asidua al espiritismo le había enseñado a usar la Ouija. El caso suscitaría gran interés mediático y tendría a la Iglesia Católica de protagonista cuando ésta envió a varios sacerdotes a estudiar el caso, quienes dieron cuenta de historias terroríficas en torno al caso, como el hecho de que el chico levitara, que cuadros de motivo religioso se ennegrecieran o que hubiese descargas eléctricas al momento de tocar al chico con agua bendita. Finalmente, tres sacerdotes, William Van Roo, William S. Bowdern y Walter Halloran, habrían logrado controlar la posesión y eventualmente liberar al chico del ente maligno, sin llegar a saberse luego si el adolescente volviera a sufrir el acoso diabólico.
Blatty terminaría por obsesionarse con esta historia al punto de que insistiría con uno de los tres sacerdotes que habrían practicado el exorcismo que curiosamente fue su profesor en la universidad, de conocer más sobre el caso. De esta forma, terminaría por hacerse con un diario donde se relatan los escalofriantes hechos que se produjeron durante el exorcismo del adolescente, y que resultaría más tarde en una de las novelas de terror más aclamadas y terroríficas de la historia. Por su parte, Warner Brothers había advertido el potencial fílmico del éxito "Rosemary’s Baby" (1968) de Roman Polanski y se decantaría por esta nueva corriente del género de terror, el terror satánico, asegurando el proyecto al asignar como guionista y productor del film al propio William Peter Blatty. Así, con el novelista en posiciones estratégicas de producción del film, los estudios se asegurarían de que el guión captara la misma intensidad y efecticismo que la novela, que se hacía cargo de la siempre controvertida figura real del demonio. A pesar de que Warner Brothers consideraría como potenciales directores de "The Exorcist" (1973) desde Peter Boganovich ("The Last Picture Show", 1971) hasta el gran Stanley Kubrick ("2001: A Space Odyssey", 1968), Blatty presionaría para que el elegido fuese el galardonado William Friedkin ("The French Conection", 1971).
La premisa de "The Exorcist" (1973) funciona con solidez principalmente porque expone una posibilidad real de enfrentarse a entidades malignas, que la ciencia, a pesar de sus adelantos, no ha podido descartar completamente. La horrorosa posibilidad de ser poseído por el demonio o por alguna entidad diabólica ha producido desde tiempos inmemoriales uno de los grandes horrores del hombre, un miedo transversal a toda cuestión cultural, religiosa y generacional. Así, en una época en el que el cine de terror se ubicaba principalmente en el cine de explotation y su posibilidad real de eventos (psicópatas, asesinos en serie), "The Exorcist" (1973) exploraba un terror real en base a una figura mítica, que distaba mucho del terror clásico fantástico, de gran éxito por cierto, del terror gótico inglés e italiano, por ejemplo. Otro mérito del guión, y que se desprende del párrafo anterior, tiene que ver con proponer una maldad etérea, intangible, omnipresente y omnisciente, lo que suponía un miedo que no podría ser descartado al confrontarlo con la realidad o la lógica, entiéndase monstruos fantásticos como el vampiro y el hombre lobo, o mad doctor creando monstruos, o los mencionados psicópatas. En ese sentido, la historia cumple sólidamente con angustiar e incomodar al público con la presentación de un mal abstracto, que no puede ser extirpado, acaso siquiera se puede sobrevivir y huir de él.
Sin embargo, no es sólo una efectiva película de terror, también es un buen collage de subhistorias dramáticas, reflejado en conflictos familiares y cotidianos que ayudan a incrementar la sensación aproblemada de los personajes. Por una parte, Chris y Reagan son el reflejo de la típica relación madre-hija fortalecida por la ausencia del padre de familia, que los lleva a tener una relación muy dependiente emocionalmente una de la otra, y que se verá abruptamente rota cuando Reagan comience a mostrar señales de posesión, y que llevarán a una madre atea a reconocer la posibilidad de la existencia del demonio y contactar a dos sacerdotes, uno más científico y otro más místico y religioso. Al mismo tiempo, se puede advertir una analogía de la pérdida de la inocencia de Reagan a medida que va siendo poseída, como si de una metáfora de violación se tratara, siendo invadida y penetrada espiritualmente por un ente mundano, que la va corrompiendo física (con impactantes laceraciones en la piel, vomitos en forma de mucosidad) y espiritualmente (con un comportamiento blasfemo verbal, profanando símbolos sagrados para los cristianos, como el crucifijo) en forma progresiva. Por otra parte, tenemos el drama del Padre Karras, quien no deja de sentirse contrariado por esta difícil relación de la ciencia y la religión, que se contradicen, y más aún la situación de su madre, a quien quisiera dedicarle más tiempo pero que parece no encontrar un lugar para involucrarla en su vida. El sentimiento de culpa de Karras con el destino de su madre es fiel reflejo de este conflicto, que en la historia, el ente maligno utilizará para torturarlo psicológicamente, llevar al sacerdote a una tremenda crisis de fe.
El caso del Padre Merrín es menos impactante en estos términos dramáticos, pero habla de un hombre acostumbrado a enfrentar el mal y quien tiene claro que en algún momento determinado podría perder la batalla con el demonio. Su experiencia arqueológica y etnográfica sobre la figura del demonio, al contrario que Karras, parece proponer una convivencia más sólida de ciencia y religión, probablemente porque no está involucrado el factor "psicológico" en el discernimiento sobre la existencia del mal. La cinta contiene algunas de las escenas más emblemáticas del cine de terror de la historia, comenzando por el enfrentamiento visual de la estatua milenaria del demonio Pazuzu y el Padre Merrin en el sitio arqueológico de Nínive, Irak. Las impactantes escenas de Reagan poseída, siendo azotada adelante y atrás, levitando sobre su cama, masturbándose con un crucifijo, lanzando vómito explosivo a los sacerdotes y bajando la escalera en posición de araña, que dan cuenta de un elaborado y efectivo trabajo de diseño a cargo de John Robert Lloyd, y efectos especiales de Marcel Vercoutere, que logran traspasar el horror del guión a la pantalla. Del punto anterior, se desprende el maquillaje a cargo de Dick Smith, (The Godfather", 1972, "Taxi Driver", 1976) que puede generar dos apreciaciones distintas: la primera de contundencia visual respecto a la progresiva degradación especialmente física, reflejado en una resecación extrema de la piel, diversas laceraciones en el rostro y el cuerpo producto de la propia posesión y de heridas autoinfligidas por influencia diabólica, y una segunda, que puede resultar contraria, que es la de exageración, que incluso ha dado origen a que el cine haya hecho verdaderas parodias del excesivo maquillaje que debió sufrir Linda Blair, pero que al final de cuentas no deja indiferente a nadie.
La reputación de "The Exorcist" (1973) traspasó el aspecto cinematográfico para extenderse a un plano metadiscursivo, es decir, el discurso sobre el discurso, con una serie de extraños sucesos relacionados al rodaje que se inició en 1972, que incluyó un extraño incendio que retrasó el rodaje en un mes y medio, la muerte de familiares cercanos de actores, o como ya mencioné actores que fallecieron como Jack MacGowran y Vasiliki Maliaros, la velación de rollos y una serie de accidentes laborales que llevaron a Friedkin a incluso llevar un sacerdote al set. Friedkin, un director apasionado y demente al mismo tiempo, se ganó el respeto y el odio a partes iguales por sus pocos convencionales métodos para llevar a sus actores a interpretaciones más realistas. Fue así amarró un arnés al cuerpo de Ellen Burstyn para jalarla brutalmente en la escena en que el demonio la empuja, lo que dejó con molestias permanentes en la espalda; no avisar a Jason Miller que iba a recibir en pleno rostro el "vómito" de Linda Blair, y su decisión de filmar la escena del exorcismo literalmente dentro de un enorme frigorífico para captar el vaho de la respiración de los actores. Para la música, Friedkin pensó primero en el legendario compositor Bernard Herrmann ("Citizen Kane", 1941, "Psicosis", 1960) quien rehuso la oferta, por lo que el compositor argentino Lalo Schifrin fue contratado, para finalmente Friedkin desechar el trabajo del sudamericano y optar por un corte del álbum "Tubullar Bells" de Mike Oldfield, con esa emblemática tonada de campanas desesperantes.
Las actuaciones son impecables, Ellen Burstyn quien interpreta a Chris de forma sólida, una madre atea desesperada por ayudar a su hija, siendo nominada por segunda vez en ese momento al Oscar. Linda Blair está soberbia, interpretando a la desafortunada Reagan, la dulce niña que se convierte literalmente en un monstruo. Papel que la lanzó al estrellato además de hacerle ganar el Globo de Oro a la mejor actriz de reparto y una nominación a los Oscar. Max von Sydow encarna al padre Merrin, sacerdote antropólogo que asume la titularidad del exorcismo, y que aporta seriedad al relato. Jason Miller regala una de las mejores interpretaciones del film, presentando a un sacerdote melancólico y contrariado por su crisis de fe, recibiendo una nominación al Oscar por este rol. Lee J. Cobb personificó al Detective Kinderman, que investiga la muerte del amigo de Chris, que cayó supuestamente por la ventana de la habitación de Reagan. Jack MacGowran encarnó a Burke Dennings, el mejor amigo y director de Chris, la madre de Reagan, que fallecería en pleno rodaje. Así como Vasiliki Maliaros, quien interpretó por única vez a la madre del Padre Karras, muriendo a pocos días del estreno del film.
En definitiva, un clásico imperecedero del terror clásico cuyo impacto e importancia como obra cinematográfica la llevan a ser considerada uno de los más importantes films de terror de todos los tiempos. No solo por una dirección, actuaciones, maquillaje, guión, fotografía, atmósfera sobresaliente, si no que tiene un aura maligna a su alrededor, que hace que con solo nombrarla se pongan los pelos de punta. Ningún otro film del género ha conseguido un efecto parecido jamás. Es la obra de terror por excelencia.
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