Me encanta la frase de David Sirota, coautor de la idea de esta película, en la que dice que “si no entiendes esta historia es porque, seguramente, seas un personaje de ella”. Esta película es una mordaz recreación irónica de la situación actual del mundo. El problema, desde el principio, está claro: ¡vamos a morir todos! Con esa premisa, el doctor en astronomía Randall Mindy (DiCaprio) intenta convencer a la presidenta del gobierno de los Estados Unidos (Meryl Streep) de que el meteorito descubierto por la ayudante Kate Dibiasky (Lawrence) va a impactar y a destruir la tierra. El caso que le hacen me hizo recordar al poema “vuelva usted mañana” de Larra.
Ahí arranca esta parodia llena de personajes egoístas y manipuladores. Cada uno a lo suyo, jugando sus cartas. De hecho, he querido ver la película con la mente puesta en la pandemia, más que en un meteorito, y me cuadra. Tenemos todos los elementos. Hasta los negacionistas que gritan “No mires arriba” para echar abajo, sin argumentos, por supuesto, el descubrimiento del meteorito. Los científicos, para salvar el planeta, se encuentran varios escollos. El primero, que el gobierno está más preocupado por las elecciones y por su imagen que en solucionar el problema. ¿Les suena? Ante la impotencia, el doctor y su ayudante acuden a los medios de comunicación. Allí se enfrentarán a sus propios egos. La manipulación les lleva a ser más un circo que una noticia, compitiendo en audiencia con el culebrón amoroso de la cantante rapera Riley Bina (Grande). En la televisión, acaba siendo más noticiable lo guapo que es el doctor que su propia teoría del fin del mundo. ¿Les suena, también?
Aun así, llevar este impresionante argumento a la parodia fue un riesgo. A mí, no me terminó de encantar este efecto. Quizás por exagerado. El personaje de DiCaprio es demasiado histriónico y creo que no hacía falta llevarlo a tan extremo. Me chirría mucho el personaje del billonario que domina el metaverso (parodia de Mark Zuckerberg) que parece hasta ridículo, cuando una persona que ha llegado a ese lugar debería ser mucho más inteligente. Me encanta Mark Rylance, ganador del Óscar por “El puente de los espías” (Steven Spielberg, 2015), pero aquí está mal dibujado el personaje y podría haberlo hecho cualquier actor. Tampoco me gusta la interpretación de Jennifer Lawrence, siempre tan indiferente. Me pasa con ella como con Keanu Reeves, que solo hacen bien los papeles en que tiene que aparecer inexpresivos. De hecho, en esta película, ningún intérprete está nominado al Óscar.
Tampoco lo está su director Adam McKay. Es evidente que este no es su mejor film. Me encanta cuando aborda los problemas desde la perspectiva seria y de investigación de sus dos películas anteriores. Tercera de sus películas nominada al Óscar a la Mejor Película tras “La gran apuesta” (2015) con la que ganó al Mejor Guion Adaptado y “El vicio del poder” (2018). Estas las recomiendo. Yo las revisionaré con el tiempo.
Poco más da de sí esta sátira creada para reflejar la sociedad actual en la que nos movemos y que, muchos, pensamos que ya es demasiado irónica de por sí. Chistes flojos ralentizan un ritmo desacompasado de las tramas que llega a aburrir a ratos, pero te entretiene y te deja la sensación de que tenemos que repensarnos un poco el rumbo de esta sociedad que hemos creado en la que los egos mal entendidos nos hacen egoístas en grado supremo.