"La Noche De Halloween" es un clásico fundacional e impulsor del slasher moderno estadounidense considerado película de culto, dirigido por John Carpenter. Michael Myers es un niño de 6 años que asesina brutalmente a su hermana mayor, después de que ésta tuviera sexo en la casa, en ausencia de sus padres. Luego de 15 años de encierro en un hospital psiquiátrico del cual huye, Michael se desatará en uno de los barrios residenciales del pequeño pueblo de Haddonfield, en donde niños y adolescentes se preparan para celebrar la “Noche de Brujas”. Tras el inesperado éxito de la segunda película de Carpenter, el thriller pandillero “Assault On Precinct 13” (1976), los productores Irwin Yablans y Moustapha Akkad proponen al director la realización de un film sobre un asesino en serie que acosara a niñeras, que inicialmente se llamaría “The Babysitter Murders”. Sin embargo, contrariamente a lo que la mayoría del público piensa, “Halloween” (1978) no inventaría el subgénero del slasher, ya que podemos encontrar ejemplos anteriores de películas en las que un asesino acosa y mata adolescentes en “The Last House On The Left” (1972) de Wes Craven, "The Texas Chainsaw Massacre" (1974) de Tobe Hooper y “Black Christmas” (1974) de Bob Clark, pero sí resultaría especialmente efectiva estructuralmente y exitosa en el público de la época, por lo que serviría de molde narrativo para una verdadera avalancha de películas, casi todas de dudosa o nula reputación, pero entre las cuales destacaron y se convirtieron en icónos del subgénero, como las sagas “A Nightmare On Elm Street” (1984-1994) iniciada por Wes Craven y “Friday The 13th” (1980-2009) inaugurada por Sean S. Cunningham.
Con un presupuesto limitado de US$300 mil, Carpenter y su novia entonces, Debra Hill, se pusieron a elaborar el guión tomando como premisa la metáfora de la celebración del Samhain celta, festividad pagana en la que se abre un portal que trae de nuevo los espíritus a la Tierra, y que el Cristianismo había demonizado como la noche en que el infierno abre sus puertas a demonios, fantasmas y otros seres demoníacos. La idea de Carpenter y Hill era exponer que en esa noche la maldad se personificaría impune y fría en la figura de un asesino serial, Michael Myers, que regresaba a las andanzas, después de un hecho escabroso del pasado, en concreto, en su infancia, luego de estar encerrado por más de 15 años. Una de las características esenciales del guión de la cinta de Carpenter, es el suspenso gradual de la acción, que puede resultar lenta por momentos, e incluso cansina para el espectador actual que desea ver al asesino entrar en acción ya, pero que tiene plena justificación en la época de su rodaje. Y es que aparte del gran inicio del filme con esa contundente escena en que vemos al pequeño Myers asesinando a su promiscua y voluptuosa hermana para ser sorprendido en la entrada de su casa por sus padres, preveería una película altamente violenta y explícita, además de vertiginosa. Sin embargo, el director opta por sugerir más que mostrar, y en ello no sólo se refiere a escenas explícitas de sangre, sino a la tensión en construcción que desarrolla hasta el primer crimen del Myers adulto.
De la misma manera, Carpenter establecería con esta cinta, y he aquí la razón por la que la película es considerada fundacional, aunque yo diría más bien innovadora e impulsora como ya mencioné en párrafos anteriores, los principios del slasher estadounidense, en donde destacará la trama con adolescentes poco brillantes, que privilegian el sexo promiscuo por sobre cualquier otra cosa, en este caso el de adolescentes que trabajan como niñeras pero que termina encamadas con el novio en lugar de cuidar a los niños y, en consecuencia, el sexo como metáfora del pecado que merece ser castigado con la muerte. La chica decente y pura que, contraria a las demás, no busca satisfacerse sexualmente y que termina imponiéndose a la amenaza del asesino. El asesino serial que utilizará una máscara para ocultar su rostro y que asesina con cuchillo, hachas, lanzas y otros objetos punzantes y no punzantes. Y la inmortalidad del asesino, lo que simboliza un mal eterno que está más allá de la muerte, y que de paso sustenta la longevidad de las grandes sagas del cine de terror slasher. Ciertamente, el film se toma su tiempo para exponer el escenario actual para los crímenes, Haddonfield, ciudad ficticia fue creada a partir del nombre de la ciudad natal de Debra Hill, en Nueva York. Hay segmentos muy largos para mostrar a los personajes y explicar las relaciones de los chicos que terminarán asesinados, cuyo eje protagónico está en tres adolescentes amigas: Annie, Linda y Laurie, las dos primeras asesinas por estar preparando la fiesta, las dos estranguladas, con las manos y con el cable del teléfono. Para el caso de Bob, el novio de Linda, Carpenter se guardará un asesinato más brutal, cuando Myers deje suspendido con un cuchillo enterrado al joven a la pared.
Sin embargo, por supuesto que el guión tiene algunos vacíos narrativos y problemas de coherencia, por ejemplo: cómo es que los internos del Smith Grove-Wareen County Sanitarium se paseen por los alrededores y la policía brille por su ausencia, o más aun, que no haya eco en las noticias. Que en ningún momento haya referencias a los padres de los niños que las Annie y Laurie cuiden. Que el sheriff del pueblo no cuestione al Dr. Loomis que ande cargando un arma como si nada. Y como que ningún vecino se entere de lo que está pasando con la gritadera de Laurie, aparte del vecino cabroncete que no quiere ayudarla en su huida. De cualquier forma, estos huecos de guión no son más que parte de la narrativa slasher, que coquetea por supuesto con lo sobrenatural (me refiero al asesino en serie inmortal) y que dan cuenta, claro, de otras influencias de su estructura, como es el giallo italiano, cultivado esencialmente por Mario Bava, Dario Argento y Lucio Fulci. Uno de los puntos altos del film es su música, compuesta por el propio Carpenter, que reconoce que bebe directamente del legado de la banda sonora de “Psicosis” (1960) y “Suspiria” (1977). La melodía de piano repetitiva, a la que se agrega un sonido bajo siniestro, es simple, pero totalmente efectiva, y ayuda a construir un ambiente angustiante, si bien abusa un tanto de ella, incluyéndola aún cuando no hay tensión dramática. Comentar además que Carpenter tomó los nombres de Laurie Strode y Michael Myers de una ex novia y de un productor que participó en “Assault On Precinct” (1974), mientras que otros nombres son una clara referencia y homenaje a Alfred Hitchcock, considerado padre del thriller, como el nombre de “Dr. Sam Loomis” (el novio de Marion Crane en “Psycho”, 1960) y Tommy Doyle (el teniente detective Thomas J. Doyle de “Rear Window”, 1954).
Las actuaciones son correctas, el verdadero eje narrativo gira en torno a los personajes de Laurie Strode, el Dr. Sam Loomis y Michael Myers. Laurie Strode representa a la adolescente incorrupta, decente y sensata, diametralmente opuesta a sus amigas Annie y Linda, claros ejemplos de la promiscuidad adolescente, que terminan perdiendo la vida por vivir en la perdición, lo que no deja de ser al fin de cuentas una evidente muestra de una lección de moralidad heredada de los 50 y 60s. De la misma forma, Laurie tiene un instinto maternal (para cuidar y salvar a los niños que cuida) de supervivencia mayor lo que le permite salir realtivamente airosa, aunque herida, de las garras de Myers. Jamie Lee Curtis, de 19 años en ese entonces, se convertiría en una nueva screaming queen. Mencionar que Lee Curtis es hija de Janet Leigh, actriz que interpreta a la famosa chica que muere a manos de Norman Bates en la ducha en “Psicosis” (1960) de Hitchcock, nunca está demás. El personaje del Dr. Samuel Loomis, en tanto, recuerda al legendario Dr. Abraham Van Helsing y ello no se debe no sólo a la correcta interpretación del reconocido actor británico Donald Pleasence, sino por su analogía al cazador de vampiros, que en esta ocasión busca cazar al asesino. La interpretación de Pleasence es correcta, sin embargo, en mi opinión, el personaje tiene poca incidencia en la trama, pareciendo más un secundario, incluso en el clímax, en donde interviene directamente. Michael Myers por su parte, es interpretado por Nick Castle, amigo cercano de Carpenter en ese tiempo, que terminaría siendo director. Castle, ayudado por la máscara blanca, proyecta un asesino cruel e inexpresivo, que mata más por gusto que por un motivo de venganza. Para el espectador actual que gusta del gore y la brutalidad, podrá parecer aburrido y predecible, no así para aquellos que prefieren el terror psicológico, ya que Myers es ominpresente, es decir, aparece en cualquier lugar, sin importar si es de día o de noche, y menos si hay gente o no en los alrededores para cometer sus crímenes. Una característica que lo convierte en un personaje implacable y ciertamente interesante.
En definitiva, clásico fundacional e impulsor del slasher moderno, convertida con justo merecimiento en película de culto. Su valor radica principalmente en establecer las directrices de su subgénero, copiadas hasta el cansancio, con pocos resultados realmente destacables. Fue un título terrorífico que todavía hoy perdura por ser un tratamiento de la maldad como inercia que resulta universal. Consiguió atemorizar al público con una sinceridad insólita en el cine de género basada en mucho suspense y poca sangre, dando rienda suelta a la imaginación y a los sentidos de los espectadores sin ningún artificio. Y por encima de todo, esto nos dio la figura del mejor psicokiller de todos los tiempos, aquel que se presenta sin avisar y que puede encontrarte en cualquier rincón oscuro, aquel que solo tiene oscuridad en su mirada y que no sonríe ni llora nunca: Michael Myers.
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