Después de la muerte de Gonzalo Torregrosa, fundador y propietario de la Funeraria Torregrosa, su mano derecha, Dámaso Carrillo, está dispuesto a sucederle como jefe del negocio familiar. Su plan no tiene demasiado futuro, porque Nieves, la viuda de Gonzalo cree que es ella la que debe ponerse al mando de la empresa fúnebre. Una idea que tampoco convence a sus hijas, quienes habían pensado cerrar la funeraria para montar un gimnasio.