Dos años después de salir de Ecomoda, Betty se encuentra en uno de los momentos más complicados de su vida. Su matrimonio parece tener los días contados, y ahora su principal obsesión es acercarse a su hija para conocer si realmente es feliz. Por si fuera poco, su difunto suegro, el dueño de Ecomoda, dejó escrito entre sus últimas voluntades su interés porque Betty volviera a la empresa.