Un hospital en desuso de Londres es arrendado a personas para que lo usen como vivienda.
Un grupo de estos arrendatarios está conformado por Kate, la más asentada laboralmente aunque bastante reprimida (Louise Ford), su novio Anthony (Damien Molony), quien trabaja como cocinero, Melody, una artista plástica aparentemente francesa (Julie Dray), Colin, un señor grande recientemente separado (Adrian Scarborough), Sam, soltero sexy y a la caza, de ocupación desconocida (Jonathan Bailey) y Fred, un chico de origen indio (o pasquistaní), quien trabaja como empleado (Amit Shah).
Esta comedia (no muy) dramática, coral y millenial británica comienza con la llegada de la desenfadada, lenguaraz pero insondable Lulu (Phoebe Waller-Bridge, también creadora del programa y guionista), antigua amiga de Anthony, quien actúa como un catalizador de cambios en los vínculos de los personajes precedentes.
El énfasis está puesto en los sexual (la tensión sexual entre algunos personajes está bien lograda, si bien la serie es en general recatada) y en lo vincular, con replanteos amorosos y de identidad, avances, represiones, liberaciones, mucho histeriqueo, con diálogos por momentos agudos y algunos instantes de humor físico o escatológico muy graciosos.
Una serie breve y de capítulos cortos ideal para maratonear, que logra hacernos empatizar con algunos personajes y vínculos (como en una telenovela), que luce cierto desenfado (no mucho), que negocia entre brevedad y profundidad, y con un resultado general que dista de ser brillante.