Luego del contundente flashback del inicio que recrea la masacre racial de Tulsa de 1921, Watchmen nos lleva a un presente donde los miembros de una nueva policía (los vigilantes del título) actúan encapuchados (su identidad es un secreto aún para sus vínculos más próximos) y están enfrentados a un grupo supremacista blanco llamado La Séptima Kaballería, que poco antes había perpetrado una masacre contra la policía.
Una de esas policías de incógnito es Angela Abar (Regina King), que como vigilante se calza los ropajes de Sister Night. Un asesinato es el detonante de una serie de eventos que relacionan más de una conspíración, en el pasado, en el presente y a futuro y que también remiten a un suceso sorprendente.
A la manera de American Gods (y de otras series basadas en comics) se va armando toda una genealogía y una mitología de la mano del personaje de King, que va tirando del hilo de Ariadna que va revelando una historia familiar signada por el racismo. Los capítulos abundan en flashbacks dedicados también a la historia de otros personajes y que sirven como su carta de presentación, entre otros, la agente Blake del FBI (Jean Smart, en uno de los mejores personajes) y el Dr Manhattan, un personaje decisivo del cual no conviene adelantar nada. Hay tramas paralelas y aparentemente desconectadas que van siguiendo a un peculiar millonario, Adrian Veidt (Jeremy Irons en, para mi gusto, un personaje insufrible) y a otra millonaria y científica, Lady Trieu (Hong Chau).
De este modo, Watchmen se va revelando como una serie compleja que va presentando de a poco (y a veces insuficientemente) a sus numerosos personajes del presente y del pasado, en un cóctel de supremacismo, distopía, Historia, superhéroes y ciencia ficción.
En cuanto a Angela Abar, si bien su historia reúne mucha peripecia y elementos interesantes, su personaje resulta deslucido (y tampoco me explico el EMMY a Regina King por el mismo) y resulta a veces casi un pretexto (como el Shadow Moon de Amerigan Gods). Varios capítulos funcionan muy bien como unidades, con una puesta en escena creativa y audaz y aspectos conceptuales interesantes. Pero hay algo fallido y también pretencioso (y algo incoherente, tal vez por falta de información) en la integración de todas las líneas narrativas desplegadas, sobre todo en la apoteosis que debería haber sido su capítulo final.
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