LA RUTA
SERIE española del 2022, de una duración de 8 capítulos de una media de 50 minutos, bajo direcciones de Borja Soler, Carlos Marques-Narcet, Belén Funes, y Guiones de Roberto Martín, Clara Botas, Silvia Herreros.
Soy de Valencia capital y viví la ruta con 22 años, al poco tiempo de acabar la puta mili y en nada, solía ir más a Barraca, y no me he sentido identificado, pues pretender querer identificar lo que hera, en una historia familiar traumatica sentimental, es caer en error, y la hace aburrida.
Mejor hubiera sido construir un historia personal con personajes constridos de forma más sólida, y no poner a la ruta personajes caprichosos que es lo que resulta.
Alcoho y drogas y desfases había mas allá de la ruta, resultó más icónicas para los madrileños, que para la gente de aquí. Muchos jóvenes veinte añeros hemos pasado por esa época, y a muchos nos terminó aburriendo esa moda, por que encontramos otras cosas en la vida. Realmente me termina resultando una historia un tanto manida.
La Ruta del Bakalao, tan denostada por unos como añorada por otros. Esa manera de salir de fiesta que comenzaba en algún punto de la península y terminaba en las discotecas más icónicas de la capital valenciana. A comienzos de los años 90 nadie quedaba indiferente a este movimiento surgido con la música electrónica y que logró poner a nuestro país en el top de referentes musicales en dicho género y en mapa clubbing.
De modo arriesgado la ficción plantea una narrativa a la inversa. La serie nos intenta llevar lentamente desde la decadencia hasta los orígenes de un movimiento musical que cambió la forma de salir de fiesta para siempre y que encumbró las discotecas como icono viviente de su representación. Algo que podría terminar con el clímax en el primer capítulo, pero que por el contrario no hace más que aumentar el interés en el espectador por saber cómo comenzó todo. Eso sí, dicha decisión afecta de manera negativa al ritmo.
La ficción arranca así en 1993, narrando los últimos coletazos de una Ruta del Bakalao masificada y sumida en el desfase y la droga. De este modo empieza una curiosa marcha atrás marcada por la pérdida, donde capítulo tras capítulo iremos retrocediendo en el tiempo de la mano de sus protagonistas en 1981
Si algún actor del reparto destaca sobre el resto esa es Claudia Salas que logra imprimir a su personaje un desparpajo y vitalidad contagioso. Verla en acción es encontrarse en medio de la pista de cualquiera de las míticas discotecas de El Saler valenciano; su actitud es propia de una relaciones públicas brutal capaz de llenar una piscina sin agua en mitad del desierto. Pero a la vez es capaz de imprimir a su personaje el lado más humano y terrenal de esta historia repleta de techno, fiesta, alcohol y drogas.
El resto de la pandilla compuesta por Àlex Monner, Elisabet Casanovas y Ricardo Gómez resultan igualmente creíbles en sus papales. Además cuando están todos juntos en escena se respira esa química que solo se tiene entre colegas.