El General es el jefe de una organización maligna que quiere dominar el mundo. Sin embargo, cuando no está tramando el próximo complot para sembrar el caos, disfruta de una vida sorprendentemente normal y mundana. Pasear por la ciudad, visitar cafeterías y complacerse con pequeñas alegrías cotidianas se convierten en sus actividades predilectas, enseñando un lado inesperadamente humano y vulnerable.
Mientras el mundo lo ve como una amenaza, sus días libres muestran que incluso los villanos más temibles necesitan un respiro. Esta dualidad no solo humaniza al villano, sino que también invita a la reflexión sobre las complejidades y contradicciones inherentes a cada individuo, demostrando que todos tienen facetas ocultas y momentos de normalidad, sin importar cuán oscuros puedan parecer sus roles habituales.