House of cards
Obra de arte. Serie de mucha enjundia. Adaptación de la serie inglesa titulada igual, que merece crítica aparte.
Pero los americanos en cuestiones de arte cinematográfico elevan el nivel de producción y ofrecen un plus en el resultado. Dos grandes artistas mantienen la atención sin despistes. El personaje principal lo desarrolla Kevin Spacey con maestría de altura, hay que ser muy grande para interpretar tal exhibición de individuo encantador capaz de convencer a cualquiera de que está siendo sincero, correcto, profesional, incluso amigo, mientras que sus intenciones son engañar, aplastar, eliminar, deshacerse de cualquiera que le impida llegar al objetivo máximo que se ha marcado. Y combinar esa actuación de falso absoluto, con la verdadera cara de su rostro, que cuando lo muestra infunde miedo incluso al espectador. Su esposa comienza siendo el soporte clásico del marido, asume su papel tópico de compañera detrás del hombre triunfador, ella consiente, ayuda, se sacrifica, para encumbrarle a él. El personaje y la actuación de Robin Wright temporada a temporada va medrando en importancia, hasta el punto de que tanto en interpretación como en el desarrollo de la historia amenaza prácticamente sustituir al personaje y al actor, y aprende superando al maestro en maldad, falta del menor escrúpulo y objetivos a alcanzar.
La serie muestra muchas cosas, las debilidades humanas, como la ambición, la corrupción, la falta de principios, los peores defectos. Es admirable cómo los americanos, criticados en muchas cosas, muestran al mundo que es posible que los mayores villanos y villanas podrían estar instalados en los puestos de máximo poder y respeto.
En lo técnico, la ambientación está logradísima y tiene bastante nivel de despliegue de medios cinematográficos que suman calidad a la obra. La dirección pertenece a varios directores, no creo que eso influya de forma general en el resultado de la serie, aunque puede ser otro motivo de estudio para quien quiera ahondar en el análisis.
La introducción, que en las series nos la solemos saltar una vez que la conocemos, me parece otro logro, nos pone en antecedentes de lo que va a venir y nos centra en la trama. Esas imágenes frías de Washington combinando escenarios de la ciudad, basura radiactiva, cielo nocturno donde las estrellas se desplazan rápidamente en su órbita, y el pedestal de Lincoln como un padre de la dignidad humana, que realmente parece redimir de la podredumbre, todo ello envuelto en una música espesa, hipnótica y un tanto inquietante. El Castillo de Naipes está levantado y la caída, inaplazable. Esperamos el final redondo a esta magnífica obra.